Mil d¨ªas de historia
LOS TRES a?os largos que comprenden las mil primeras ediciones de cualquier peri¨®dico no suelen ser tiempo suficiente para cobrar la necesaria perspectiva que deslinda las an¨¦cdotas de los acontecimientos. Sin embargo, el lector comprender¨¢ nuestro deseo de celebrar, simb¨®licamente al menos, estos mil primeros n¨²meros. Para nuestro pa¨ªs y para EL PAIS, el per¨ªodo que va de mayo de 1976 a nuestros d¨ªas ha sido una etapa vertiginosa. Una acotaci¨®n de los que escriben formalmente la historia designar¨¢n, sin duda, como una de las principales ¨¦pocas del devenir de Espa?a. Hoy, por eso, se nos puede permitir hablar de nosotros y caer en la tentaci¨®n de recordar el pa¨ªs que propusimos en nuestro primer d¨ªa de trabajo.Los res¨²menes que nuestra redacci¨®n ha preparado para esta ocasi¨®n -y que se publican en las p¨¢ginas centrales- dan cuenta minuciosa de lo que ha sucedido. Hemos tenido tiempo de vivir tres elecciones y dos refer¨¦ndums nacionales, de cubrir en directo dos guerras y conocer tres papas. Sobre todo, sin embargo, hemos querido y podido testificar la salida del sombr¨ªo t¨²nel de los cuarenta a?os para comenzar la andadura en un sistema democr¨¢tico de corte europeo.
Lo dijimos en nuestro primer d¨ªa de trabajo y, por eso, orgullosamente, cuando los ejemplares comiencen a salir de nuestras rotativas, este domingo de julio, tendremos la conciencia de que se hizo m¨¢s de lo que nuestra raz¨®n nos propon¨ªa y menos de lo que nuestro entusiasmo deseaba.
Lejos de toda acritud voluntaria, de todo abandono a la superficialidad, hemos ejercido la cr¨ªtica con la ¨²nica medida que conocemos para los peri¨®dicos: el inevitable juicio de los lectores, y hemos procurado pensar no en las conveniencias de los gobernantes, sino en las necesidades de los ciudadanos a la hora de establecer posiciones y an¨¢lisis. Hemos estado sujetos, al fin, a la falibilidad humana y al apasionamiento l¨ªcito. Hemos buscado la honestidad, luchando contra toda presi¨®n y sucumbido quiz¨¢ a no pocos espejismos en nuestra voluntad inconseguida de ser siempre serenos. Por eso, porque cometemos errores y desaciertos, hemos publicado rectificaciones, cr¨ªticas a nuestro trabajo y censuras a nuestros comportamientos. Y las cr¨ªticas, rectificaciones y censuras, lejos de humillarnos, nos han enriquecido. No hemos querido contestar jam¨¢s a la r¨¦plica con la duplica. Las rectificaciones nos han ayudado en la b¨²squeda de la verdad y hemos querido responder al insulto o la injuria con el silencio y la elocuencia de nuestro trabajo.
Nuestro peri¨®dico aspira, simplemente, a continuar en este camino. Queremos ser la tribuna de todos, y a todos seguiremos ofreciendo nuestras p¨¢ginas. Nuestro objetivo no es otro que ayudar a la construcci¨®n de una sociedad m¨¢s tolerante, culta y democr¨¢tica, que escoja la fuerza de la raz¨®n sobre la fuerza de la violencia, en la que las decisiones sean tomadas por la opini¨®n de la mayor¨ªa, respetando los derechos de la minor¨ªa discrepante. Queremos ayudar, en una palabra, a que la sociedad espa?ola abandone la crispaci¨®n y el talante atormentado.
Y precisamente porque tenemos estos prop¨®sitos y creemos honestamente que estamos realizando nuestras intenciones, estamos contentos. Y queremos compartir esta alegr¨ªa con quienes nos han le¨ªdo y colaborado con nosotros en estos mil primeros n¨²meros. Hoy, cuando relatamos estos mil d¨ªas, que cuentan m¨¢s de mil historias, estarnos decididos a ofrecer un est¨ªmulo a la esperanza y al optimismo por encima del negro car¨¢cter que pueda ofrecernos la realidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.