Nuevas cartas marruecas; de Ben-Beley a Gazel
En nuestro anterior intercambio epistolar mencionabas tu proyecto de construir un archicanal con la figura de las aspas de san Andr¨¦s que, desde La Coru?a, hab¨ªa de llegar a Cartagena, y desde el cabo de Rosas hasta el de san Vicente, de modo que estas dos l¨ªneas se cortaran en Castilla la Nueva, formando una isla a la que se pondr¨ªa tu nombre para inmortalizar al proyectista.Como probablemente no conservar¨¢s copia de tu carta, me permitir¨¦ reproducir algunos p¨¢rrafos de ella cuya ¨ªndole prof¨¦tica les confiere una viv¨ªsima actualidad: ?Ya tenemos, a m¨¢s de las ventajas civiles y pol¨ªticas de este archicanal, una divisi¨®n geogr¨¢fica de Espa?a muy c¨®modamente hecha en septentrional, meridional, occidental y oriental... Quiero que en cada una de estas partes se hable un idioma y se estile un traje. En la septentrional ha de hablarse precisamente vizca¨ªno; en la meridional, andaluz cerrado; en la oriental, catal¨¢n, y en la occidental, gallego. El traje de la septentrionalta de ser como el de los maragatos, ni m¨¢s ni menos; en la segunda, montera granadina muy alta, capote de dos faldas y ajustador de ante; en la tercera, gambeto catal¨¢n y gorro encarnado, y en la cuarta, calzones blancos, largos, con todo el restante del equipaje que traen los segadores gallegos. Item, en cada una de las mencionadas, citadas y referidas cuatro partes integrantes de la Pen¨ªnsula, quiero que - haya su iglesia patriarcal, su universidad mayor, su capitan¨ªa general, su chanciller¨ªa, su intendencia, su casa de contrataci¨®n, su seminario de nobles, su hospicio general, su departamento de marina, su tesorer¨ªa, su casa de moneda, sus f¨¢bricas de lana, se da y lienzos, su aduana general?, etc¨¦tera. A lo largo de mi reciente viaje por ¨¦sta, he tenido ocasi¨®n de comprobar que tu poderosa imaginaci¨®n de proyectista se ha convertido en una pasmosa realidad. El archicanal con figura de aspas existe, y hasta ha surgido una densa y enmara?ada red de subcanales, acequias y canalillos, Cada una de las partes que describes posee -o est¨¢ en v¨ªas de posee- bandera, escudo, himno, lengua e indumentaria propios: los catalanes dan cursos acelerados de su idioma a los charnegos, los vizca¨ªnos exigen el suyo a los maketos, los usuarios del ceceo y seseo luchan con encono por imponer su modalidad fon¨¦tica al andaluz, los gallegos proyectan cursillos de alfabetizaci¨®n para los zamoranos, y el ejemplo de estas cuatro magnas islas cunde que es un portento. Mallorquines y valencianos claman al un¨ªsono que su lengua es el mallorqu¨ª y valenci¨¤, y no la de Verdaguer; los astures planean resucitar e impartir la ense?anza en bable; los canarios aprenden afanosamente el guanche; los aragoneses se inician en los arcanos de un idioma misteriosamente conservado -algunos dicen congelado- en un remoto glaciar de los Pirineos. Y de la lengua, la querella interinsular ha trascendido a la pol¨ªtica, la econom¨ªa, la cultura y todos los ¨®rdenes de la vida social: los santanderinos afirman que son c¨¢ntabros; los leoneses que no son castellanos; los salmantinos, que no son leoneses; los madrile?os, que no son manchegos; los albacete?os, que no son murcianos.
Los diferentes cabildos insulares han resuelto cortar los puentes que sobre el archicanal, canales y canalillos un¨ªan entre s¨ª a las islas a fin de evitar incidentes. El Partido Socialdem¨®crata Menorqu¨ªn estigmatiza el imperialismo de Mallorca; Cartagena asevera que no es Ayuntamiento, sino cant¨®n; Oviedo y Gij¨®n hablan de dirimir por las armas su feroz contienda universitaria; y un Collectiu de Lesbianas del Pa¨ªs Valenci¨¤ denuncia la mentalidad paternalista y colonial de sus hom¨®logas barcelonesas y madrile?as. En medio del vocer¨ªo general comienza a vislumbrarse la necesidad de crear un pasaporte com¨²n a todos los insulanos, de forma que permita la libre circulaci¨®n de personas y bienes de una isla a otra, y los esp¨ªritus m¨¢s clarividentes estudian incluso la posibilidad de forjar un esperanto ¨ªbero destinado a facilitar los contactos cient¨ªfico-literarios de los hombres de cultura del vasto archipi¨¦lago y evitar as¨ª el engorro de los subt¨ªtulos y sistemas de traducci¨®n simult¨¢nea en los congresos y reuniones de una futura comunidad econ¨®mica de las islas ib¨¦ricas.
En un momento en que el condado de Trevi?o y el rinc¨®n de Adamuz -ambos perfectamente rodeados de sus correspondientes canales- dedican la partida mayor de sus magros presupuestos a la invenci¨®n de una lengua y cultura castizas -esto es, independientemente de las alavesas y las valencianas-, la convocatoria de una asamblea de las diversas academias isle?as adquiere caracteres de urgencia, Para la elaboraci¨®n del nuevo esperanto, el secretariado de la comisi¨®n interacad¨¦mica ha decidido recurrir a la sabidur¨ªa y experiencia de don Antonio Cubillo, cuya meritoria reconstituci¨®n del guanche a base de elementos tuaregs, bereberes y otros estupendos idiomas africanos es hoy un modelo en el g¨¦nero y un punto de referencia obligado.
Esta notable transformaci¨®n geogr¨¢fica de la Pen¨ªnsula en archipi¨¦lago ha sido acompa?ada de una no menos notable evoluci¨®n de las mentalidades y costumbres ind¨ªgenas. Si volvieras a visitar la ex Pen¨ªnsula, mi pobre Gazel, te quedar¨ªas suspenso de la magnitud de los cambios operados tras la muerte del ¨²ltimo dictador peninsular; pero basta escarbar un poco para advertir que, aun en medio del colectivo desmadre, los factores tradicionales -lo que los noventa y ochistas llamaban esencias- permanecen y act¨²an. Aparentemente, los nuevos pol¨ªticos isle?os conocen el dicho plus ?a change, plus ?'est la m¨ºme chose y obran en consecuencia. La canalizaci¨®n y aislamiento no han desterrado los antiguos defectos que me se?alabas: los han miniaturizado y reproducido. Aunque la lista ser¨ªa interminable, te referir¨¦, no obstante, dos sabros¨ªsimos ejemplos di la peculiar ?sinraz¨®n? a la que alud¨ªa un conocido poeta: la prensa abunda en ellos, y el coleccionista -incluso un archivero tan concienzudo como yo- acaba por hastiarse.
Seg¨²n me informa un corresponsal, durante la reciente campa?a electoral del archipi¨¦lago, un orador del PC c¨¢ntabro -que no hay que confundir con el astur- afirmaba tranquilamente en Santander que su partido ni propugnaba ni quer¨ªa la revoluci¨®n, mientras que, a la misma hora y en la susodicha ciudad, el candidato de la UCD monta?esa aseguraba, con serenidad id¨¦ntica, que su grupo s¨ª har¨ªa la revoluci¨®n, y cosa m¨¢s inquietante a¨²n, ?que ya la estaba haciendo?.
En un art¨ªculo reciente, el diputado del Partido Socialista Obrero Manchego, se?or Mar¨ªn Gonz¨¢lez, hablaba, apuntando a nosotros, los marruecos, de ?la estrategia diab¨®lica de nuestros vecinos?, lo que me llev¨® a la sorprendente conclusi¨®n de que, aunque su organizaci¨®n est¨¢ dispuesta a echar por la borda la referencia a Marx, conserva intacta, en cambio -con o sin congreso-, su referencia al diablo.
La lectura de los peri¨®dicos y revistas, ya sean rojos, rosas, amarillos o blancos, es aleccionadora, y el n¨²mero de perlas de cultivo aumenta de d¨ªa en d¨ªa sin necesidad de hojear los art¨ªculos de don Jos¨¦ Mar¨ªa Pem¨¢n. Citar¨¦ unas cuantas al buen tunt¨²n -las suficientes para ensartar uno de esos luengos collares con que se adornaba la se?ora de Meir¨¢s cuando el archipi¨¦lago era todav¨ªa pen¨ªnsula.
Emilio Romero prodiga semanalmente a los isle?os sus brillantes cursillos de democracia. Antiguos censores organizan congresos y cenas para combatir la anemia perniciosa de las letras. Los cat¨®licos reclaman el divorcio, y los curas, el matrimonio, y el que no quiere este ¨²ltimo encabeza probablemente alg¨²n movimiento gayo. Profesores de Etica publican sus obras en Planeta. El editor que rehus¨® Cien a?os de soledad, De donde son los cantantes y La traici¨®n de Rita Hayworth recibe un multitudinario homenaje en premio a su fin¨ªsimo olfato. La Fundaci¨®n Al Capone concede becas de estudio a los marxistas batuecos. Don Guillermo D¨ªaz Plaja resisti¨® al R¨¦gimen peninsular desde dentro. Con skylabs y milenios, el retrofascismo y los brujos se ponen de moda. Los piropos rec¨ªprocos de ?entra?able maestro?, ?dilecto amigo? y ?mi muy admirado Fulano? est¨¢n m¨¢s que nunca a la orden del d¨ªa: la reci¨¦n creada Asociaci¨®n de Escritores Archipielague?os acord¨® imponer su uso obligatorio y condenar a los infractores a una tanda de azotes; en caso de reincidencia y obstinaci¨®n del culpable en no acatar la validez interinsular del ?alabo a quien me alabe?, la mencionada asociaci¨®n prepara medidas disciplinarias mucho m¨¢s severas. Y el ?nuevo periodismo? arremete otra vez contra el ?antiespa?ol por antonomasia? -acusado, al parecer, de ?a?orar una Espa?a mora?-, repitiendo palabra por palabra -quiz¨¢ sin saberlo- frases enteras del nov¨ªsimo Juan Aparicio.
La suerte de este desdichado ?antiespa?ol?, ?oh, amigo Gazel!, es, en verdad, poco envidiable: amenazado de un holocausto en manos de Mar¨ªa Aurelia Capmany, seg¨²n Umbral, por el delito de no cultivar el idioma de su isla, no le cabe el recurso de refugiarse en la Insula Matritense donde, en raz¨®n de ?su jaleo entre moros y Gallimards, Francos y franceses? -las f¨®rmulas acu?adas por el ex director general de Prensa tienen por lo visto siete vidas-, sus colegas isle?os le est¨¢n remendando su antiguo y ya gastado sambenito. Puesto en el brete de perecer en un Treblinka del Baix Llobregat o requebrar, y lo que es peor, ser requebrado por el antedicho Umbral, se rumorea que va a abandonar el funesto archipi¨¦lago y establecerse definitivamente en nuestras tierras.
En fin, mi buen Gazel, la fenecida Pen¨ªnsula est¨¢ de lo mejor o de le, peor, seg¨²n el color del cristal con que la mires; con todo, frente a la aton¨ªa de los decenios anteriores, el batiburrillo actual alivia y reconforta los ¨¢nimos. Bien es cierto que quienes antes callaban hablan mucho y muy recio, y los que se atrev¨ªan a hablar, guardan un discreto silencio; pero se trata de un fen¨®meno queacaece en todos los tiempos y latitudes: quien increpaba ayer desde la derecha lo hace hoy desde la izquierda,y volver¨¢ a hacerlo ma?ana desde la derecha, y en todas ocasiones el increpado seguir¨¢ siendo el mismo. La vida pol¨ªtica es as¨ª, y ello reza igual con las pen¨ªnsulas que con los archipi¨¦lagos.
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