La antigua farsa en la plaza Mayor
??Qu¨¦ verdad m¨¢s grande!?, se dicen los madrile?os de la plaza Mayor escudrifiando las frases de Los intereses creados: ?En la mayor miseria de nuestra vida siempre hay algo en nosotros que quiere sentirse superior a nosotros mismos...?; ?que la vida es muy pesada galera y yo ya llevo remado mucho...?; ?Mundo es ¨¦ste de toma y daca; lonja de contrataci¨®n, casa de cambio, y antes de pedir ha de ofrecerse?; ?que hay algo divino en nuestra vida que es verdad y es eterno, y no puede acabarse cuando la farsa acaba.? Golpes de abanico sobre pechos de matrona, breve ronquido, interrumpido por alg¨²n codazo, de marido trabajador, madrugador y escasamente l¨ªrico. La noche no prende sus claros diamantes en el terciopelo de un cielo estival porque en Madrid ya no hay estrellas.El ?tinglado de la antigua farsa? -don Jacinto gustaba de recitar el pr¨®logo con una vocecilla gangosa que se enguedaba en las egues-, pero tuvo siempre un temple de actor que hubiera gustado ser- se levanta en la plaza Mayor. Un poco de donativos: creo que el tinglado es del Ministerio de Cultura, las sillas del Ayuntamiento -o al rev¨¦s, no estoy seguro-. No es la primera vez que Los intereses... viven de d¨¢divas. Naci¨® as¨ª. El empresario de Lara, don Eduardo Y¨¢?ez, no estaba muy seguro del ¨¦xito. Y¨¢?ez, en realidad, era el director art¨ªstico; el propietario era don C¨¢ndido Lara. Y¨¢?ez sustituy¨® a otro director art¨ªstico, Flores Garc¨ªa, que hab¨ªa perdido su puesto por haber devuelto a los Quintero una comedia, La reja, que luego ser¨ªa un gran ¨¦xito. Y¨¢?ez no quiso ser menos y esta ba dispuesto a devolver Los intereses... a don Jacinto. Era una obra cara: muchos personajes, muchos decorados, muchos trajes. Fueron los actores los que decidieron seguir adelante y pa garon de sus bolsillos los trajes o se los hicieron en las horas muer tas de los camerinos. En agradecimiento, Benavente regal¨® los derechos de autor de la obra al Montep¨ªo de Actores. Siguen siendo suyos y los administra con celo.
Los intereses creados, de Jacinto Benavente
Compa?¨ªa de Teatro Contempor¨¢neo. Direcci¨®n: Rafael Cores. Actores: Francisco Piquer, Marla Guerrero, Ricardo Alpuente, Antonio Soto y otros. Local. Plaza Mayor.
Estaban ani?ados los espectadores. Lo estaban en 1907, aunque los intelectuales de entonces -no todos, naturalmente- encontraron valores sublimes. Est¨¢n m¨¢s ani?ados a¨²n los espectadores de este a?o, y la vieja magia sigue funcionando. La dualidad Leandro-Crisp¨ªn, o como el candor y la inteligencia no pueden triunfar si no est¨¢n apoyadas en la picard¨ªa, en la picaresca; el dinero de Pantale¨®n, que no siempre lo puede todo, y la codicia de Polichinela. Alguna frase del desencanto y del cinismo, alg¨²n est¨ªmulo l¨ªrico, y los mu?ecos, el tinglado: una obra menor que ha dado m¨¢s juego que otras pensadas con m¨¢s trascendencia. Ver al p¨²blico seguir las amables y disparatadas incidencias compensa. Da?o no le va a hacer. M¨¢s estropeado de lo que est¨¢ es imposible.
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