Espa?a y los "no alineados"
LA EVENTUAL participaci¨®n de Espa?a en la sexta cumbre de los pa¨ªses no alineados est¨¢, en la actualidad, sometida a debate en el seno del Gobierno y del partido en el poder, Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico. Esta discusi¨®n, am¨¦n de su objetivo espec¨ªfico sobre la pr¨®xima reuni¨®n de jefes de Estado y de Gobierno de los pa¨ªses no alineados, que se celebrar¨¢ en La Habana en el curso del mes de septiembre, va a servir para que el Gobierno y UCD vuelvan a urgar en el confuso ba¨²l de los que el ministro de Asuntos Exteriores calific¨® alguna vez, no sin optimismo, como las l¨ªneas maestras de la pol¨ªtica exterior espa?ola.En realidad, m¨¢s que l¨ªneas maestras, la opci¨®n exterior de Espa?a que presenta el primer Gobierno constitucional del presidente Su¨¢rez recuerda a una mara?a de hilos, que se enredan y desenredan, seg¨²n las circunstancias del momento. Por ello, bueno ser¨ªa que la proximidad de esta conferencia sirviera para clarificar, de una vez y para siempre, la direcci¨®n que el Gobierno desea dar a su pol¨ªtica exterior entronc¨¢ndola de una manera l¨®gica y consecuente con la declaraci¨®n que sobre esta pol¨ªtica se hizo en las conclusiones del primer congreso de UCD.
En el plano internacional, Espa?a tiene contra¨ªdos formalmente dos compromisos que condicionan su presencia en el mundo: la candidatura oficial al ingreso en las Comunidades Europeas, y el Tratado de Amistad y Cooperaci¨®n con Estados Unidos, por incluir este contrato acuerdos que permiten la presencia de bases militares norteamericanas en territorio hispano. En contra de la voluntad espa?ola, existe tambi¨¦n la base militar brit¨¢nica de Gibraltar, ligada a la organizaci¨®n militar de la Alianza Atl¨¢ntica que opera en el llamado flanco sur aliado.
Sobre la candidatura de Espa?a al ingreso en la CEE no existe divergencia o contestaci¨®n alguna en el seno del Gobierno ni entre los partidos pol¨ªticos representados en el Parlamento, que recientemente declararon en el Pleno del Congreso su vocaci¨®n europe¨ªsta, a la vez que instaron al Gobierno a someterles puntualmente informaci¨®n sobre la marcha y contenido de las negociaciones que ahora se inician en Bruselas. La segunda cuesti¨®n, las bases de EEUU sitas en territorio espa?ol y desnuclearizadas desde el pasado d¨ªa 1 de julio, es un tema que no parece contar con el absoluto consenso que impera en el Parlamento sobre la cuesti¨®n comunitaria, aunque si con el apoyo de las principales fuerzas pol¨ªticas -el PSOE y el PCE se han declarado, si no a favor, nunca en contra de esta presencia, en aras de un supuesto ?equilibrio? militar entre el Este y el Oeste- No obstante, Gobierno y oposici¨®n mayoritaria parecen coincidir en que la futura renegociaci¨®n de las bases deber¨¢ desarrollarse en los pr¨®ximos meses -el Tratado caduca en 1981 - en condiciones de mayor igualdad entre ambos Estados que las que conformaron los contratos bilaterales anteriores (el ¨²ltimo fue firmado en 1976, antes de la celebraci¨®n en Espa?a de las primeras elecciones democr¨¢ticas).
De todas maneras, ni la candidatura de Espa?a a la CEE ni los vigentes acuerdos con Estados Unidos son motivo suficiente para ubicar la presencia de Espa?a en el mundo en torno del bloque atl¨¢ntico. El Gobierno y el partido centrista, hasta el momento, no han realizado de una manera. clara y concisa un programa de pol¨ªtica exterior que coordine de manera consecuente los temas CEE, OTAN, bases americanas, presencia hispana en Africa y la pretensi¨®n permanente de institucionalizar unos lazos pol¨ªticos y econ¨®micos con los organismos de integraci¨®n latinoamericanos, tales como el Pacto Andino o el Sistema Econ¨®mico Latinoamericano (SELA). Todo ello necesita una di¨¢fana articulaci¨®n para que, dentro y fuera de Espa?a, se entienda sin recelos ni presiones de ning¨²n tipo cu¨¢l es el rostro verdadero de la pol¨ªtica exterior espa?ola. As¨ª se evitar¨¢n situaciones tan confusas como la que produjo el ¨²ltimo discurso del ministro de Asuntos Exteriores ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, que despu¨¦s de contar con el apoyo en presencia de algunos partidos de la oposici¨®n -desde el PSOE hasta Alianza Popular- fue calificado de tercermundista incluso por algunos sectores de la propia UCD.
Urge, pues, que el Gobierno se aclare tambi¨¦n en esta pol¨ªtica. Y, si ello ocurre antes de la convocatoria de La Habana, tanto mejor; aunque en realidad la presencia espa?ola en la cumbre en ciernes no tiene por qu¨¦ -suponer, en manera alguna, la definitiva elecci¨®n del neutralismo como opci¨®n de la acci¨®n exterior de Espa?a. El movimiento de los no alineados deja mucho que desear en lo que a su ambicioso t¨ªtulo se refiere. El propio hecho de ? ver a Cuba, pa¨ªs filial de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, como anfitri¨®n de la conferencia deshace por s¨ª solo el argumento que presenta a este movimiento de pa¨ªses como la ¨²nica y aut¨¦ntica tercera v¨ªa entre los dos grandes bloques militares. Entre los 86 pa¨ªses miembros de los no alineados figuran Estados claramente aliados de uno y otro bloque, como Argentina y Arabia Saud¨ª, por citar algunos de los m¨¢s pr¨®ximos a Washington, o Libia, o Irag o Yugoslavia, como naciones pr¨®ximas a Mosc¨². Y no digamos entre los llamados observadores o invitados, donde se incluyen hasta pa¨ªses miembros de la OTAN o el Pacto de Varsovia, como Portugal y Rumania.
Resulta falso el dilema y las especulaciones sobre las consecuencias pol¨ªticas e ideol¨®gicas de la presencia de Espa?a en la cumbre de La Habana. Y puede ser aconsejable el que Espa?a participe en la misma como pa¨ªs invitado, al mismo t¨ªtulo que lo har¨¢ Portugal, naci¨®n que pertenece a la OTAN y que, a igual que Espa?a, es pa¨ªs candidato al ingreso en la CEE. Por estar en la conferencia de Cuba, Espa?a no perder¨¢ nada -ni sus pa¨ªses amigos tendr¨¢n argumentos, al margen de toda injerencia, para reproch¨¢rselo- y s¨ª puede obtener algunos beneficios. La convocatoria de los no alineados llevar¨¢ a Cuba a los primeros dirigentes del Tercer Mundo (en la quinta cumbre de Colombo asistieron veintis¨¦is jefes de Estado y quince jefes de Gobierno), y en ella se tratar¨¢n temas internacionales en los que Espa?a tiene inter¨¦s: di¨¢logo Norte-Sur, Oriente Pr¨®ximo, pesca, crisis del petr¨®leo, Sahara occidental, etc¨¦tera. Asimismo, la reuni¨®n permitir¨ªa la toma de contacto y la b¨²squeda de apoyo a Espa?a en cuestiones que, como Gibraltar, pueden saltar a votaci¨®n en cualquier momento en los debates de la ONU.
Finalmente, y ante la eventualidad de que el Gobierno no encuentre tiempo o ganas para una definici¨®n completa de su acci¨®n exterior, la presencia de Espa?a en la cumbre de los no alineados encuentra un precedente incluso en el discurso que el rey don Juan Carlos pronunci¨® en Pek¨ªn, en junio de 1978, con motivo de su visita oficial a China. En esta ocasi¨®n, el Monarca espa?ol, despu¨¦s de insistir en la condici¨®n europea de Espa?a y de recordar los lazos especiales que nos unen con Am¨¦rica Latina y con Africa, dijo: ? Nos preocupa el problema que supone la injusta desigualdad entre el mundo desarrollado y subdesarrollado, desigualdad que, lejos de disminuir, crece de d¨ªa en d¨ªa, con grave peligro para la estabilidad mundial - Nos preocupan las graves tensiones que existen entre las grandes potencias con pretensiones hegem¨®nicas y el temible potencial b¨¦lico de ¨¦stas. Nos preocupa tambi¨¦n la frecuencia con la que las tensiones locales resultan proyectadas hacia una globalizaci¨®n que aumenta su peligrosidad y dificulta las posibilidades de soluci¨®n. Estamos convencidos de que en los procesos de descolonizaci¨®n, en su plena autenticidad, debe ser respetada la voluntad de los pueblos aut¨®ctonos todav¨ªa no aut¨®nomos, y nos parece justo que aquellos que han alcanzado la independencia tengan su destino en sus propias manos, y no vean ¨¦ste coartado o desvirtuado por nuevas dependencias exteriores.? No se pudo definir de manera m¨¢s precisa el acercamiento espa?ol a esta cuesti¨®n; y ello, sin necesidad de prejuzgar para nada las cuestiones sobre la afiliaci¨®n o no de Espa?a al Pacto Atl¨¢ntico.
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