La formaci¨®n del Parlamento Europeo
PRESIDIDO POR una giscardiana -Simone Veil-, formado por una mayor¨ªa conservadora que re¨²ne en una misma vocaci¨®n desde un centro muy reservado a una derecha muy pronunciada, el Parlamento Europeo inicia su camino dentro de una cierta oscuridad. Su funci¨®n institucional est¨¢ poco definida -deliberadamente-, es poco expl¨ªcita.En un caso as¨ª no es desde?able la importancia de la presidencia, que querr¨¢ dar una forma, un estilo y una personalidad a una instituci¨®n que hasta ahora no ha tenido esas virtudes (hasta ahora, tampoco hab¨ªa sido formada por votaci¨®n popular, y en el concepto de vida pol¨ªtica europea la votaci¨®n popular legitima y da seguridad a quien cree disponer de ella); sobre todo si esa persona tiene, como en el caso de Simone Veil, una vocaci¨®n pol¨ªtica y una ansiedad de trascendencia justificadas por su talento.
Todav¨ªa el Parlamento Europeo no es algo que satisfaga por s¨ª mismo; sus miembros no parecen haber salido del est¨ªmulo de su nacionalismo, y probablemente la se?ora Veil no piensa culminar su pol¨ªtica en ¨¦l, sino que plantea ya una candidatura, para cuando sea posible, a la presidencia de la Rep¨²blica Francesa. Incluso su discurso inaugural ha tenido mayor discusi¨®n en Francia que en el ¨¢mbito comunitario, porque plantea problemas de pol¨ªtica interior referida al tema: la intenci¨®n de que el Parlamento se vea convertido en una instituci¨®n supranacional, de antiguo combatida por el general De Gaulle -y ahora por sus herederos, por el grupo de Chirac- y por los comunistas. La misma persistencia de Simone Veil en emplear la palabra parlamento, en lugar de la palabra asamblea: distinci¨®n m¨¢s bien sutil, pero que los gaullistas consideran una provocaci¨®n que significar¨ªa que ?Simone Veil ha tra¨ªdo el perfil de un nuevo poder europeo, con los contornos vagos, si se quiere, pero muy real? (Lettre de la Nation), mientras los comunistas estiman que ?la nueva presidenta coloca en el orden del d¨ªa una Europa que, lejos de ser la de la independencia, ser¨ªa la supranacional?, recordando que la han elegido ?los peores reaccionarios, tan numerosos en la Asamblea Europea: los conservadores mal elegidos de Gran Breta?a, los neofascistas del Movimiento Social italiano, los amigos de Franz Josef Strauss, adversarios encarnizados de la reducci¨®n de tensi¨®n? (L'Humanit¨¦).
La asamblea ser¨ªa, por su etimolog¨ªa, una reuni¨®n, una manera de conjuntar o concordar los diversos intereses nacionales; el parlamento, un organismo de discusi¨®n general de los grandes problemas supranacionales. Simone Veil no s¨®lo ha utilizado el vocablo temido, sino que ha explicado bien que lo que el Parlamento no puede hacer es limitarse a administrar unos recursos si no ten¨ªa el derecho de provocarlos, controlarlos o dirigirlos: unos derechos pol¨ªticos.
La filosof¨ªa de la instituci¨®n ha sido interpretada de maneras muy distintas; su jurisprudencia no existe, puesto que el anterior Parlamento -o Asamblea- fue puramente verbal y decorativo, aunque en muchas ocasiones ha servido para que se oiga alguna voz un¨¢nime en temas sobre todo human¨ªsticos o de principios. Ser¨¢ a partir de ahora, y form¨¢ndose al mismo tiempo que funciona, cuando pueda tener una funci¨®n, y parece que est¨¢ decidido a tomarla. La importancia de su n¨²cleo conservador es grande y peligrosa precisamente en una situaci¨®n fundacional: pero la realidad es que procede de unas votaciones libres y que representa la tendencia derechista de las mayor¨ªas electorales de los nueve pa¨ªses incluidos. Puede que un d¨ªa no sea as¨ª, y entonces habr¨¢ un combate dif¨ªcil. En estos momentos, el Parlamento Europeo representa algo en concordancia con los medios de negocios, de influencia, de poder en Europa. Llamando Europa, con absoluta impropiedad, a s¨®lo nueve pa¨ªses del continente, pero los nueve pa¨ªses que, por ahora, tienen la hegemon¨ªa econ¨®mica. Y siguen disput¨¢ndosela.
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