La subvenci¨®n oficial a la industria del cine detendr¨¢ temporalmente la crisis actual
Desde el momento de la aparici¨®n de la televisi¨®n comercial, despu¨¦s de la segunda guerra mundial, el cine sufre sus directas consecuencias. A partir de entonces las relaciones cine-televisi¨®n han atravesado diversas etapas. Frente a Estados Unidos, donde se encuentran plenamente desarrolladas, la situaci¨®n de Espa?a es absolutamente embrionaria.En contra de lo que ocurre en diversos pa¨ªses de Europa, que es una adecuaci¨®n de la situaci¨®n norteamericana al hecho de que la televisi¨®n es estatal y no privada, las relaciones cine-televisi¨®n tienen en Espa?a unas peculiares y penosas caracter¨ªsticas.
En primer lugar, TVE nunca ha querido saber nada del cine espa?ol. Durante a?os, de las seis o siete pel¨ªculas semanales que emite, que dan una cifra anual de unas 350, s¨®lo una m¨ªnima parte, que no llega ni al 5%, son espa?olas. Repetidas veces y por diversos caminos se ha tratado de conseguir que TVE cumpla la norma que obligaba a las salas cinematogr¨¢ficas a programar un d¨ªa de pel¨ªculas espa?olas por cada tres de extranjeras, lo que hubiese supuesto que TVE emitiese unas 115 anuales, pero nunca se consigui¨® nada positivo. En los ¨²ltimos a?os ha aumentado algo el n¨²mero de pel¨ªculas espa?olas programadas, alcanz¨¢ndose el 10%, en especial durante los ¨²ltimos meses, en que se han empezado a emitir las pel¨ªculas producidas por El¨ªas Querejeta y hay un programa semanal dedicado a pel¨ªculas espa?olas.
En diversas etapas de TVE han trabajado para ella diferentes realizadores cinematogr¨¢ficos, pero siempre han tenido que someterse a sus estrechas miras.
Hay dos casos muy distintos. En primer lugar est¨¢n los directores como Jaime de Armi?¨¢n, Enrique Bras¨®, Enrique Mart¨ª Maqueda, Pilar Mir¨® y Josefina Molina, as¨ª como el de los extranjeros Narciso Ib¨¢?ez Serrador y Valerio Lazarov, que han comenzado en televisi¨®n y luego se han pasado al cine. En el caso de Mart¨ª Maqueda y Lazarov sus pel¨ªculas son tan malas como sus programas, por lo que en contra de su intenso trabajo en televisi¨®n s¨®lo han tenido una ¨²nica experiencia cinematogr¨¢fica. Sus pel¨ªculas tienen una evidente relaci¨®n con sus programas en el caso de Armi?¨¢n, Mir¨® y Molina, pero ¨¦stas son mejores. Y no tienen ninguna las pel¨ªculas de Ib¨¢?ez Serrador, por sus elevados presupuestos, y Bras¨®, por su cuidad¨ªsima realizaci¨®n. Luego est¨¢ el caso de los que han comenzado en cine y, por la perenne crisis de este sector, han trabajado en televisi¨®n con mayor o menor asiduidad. Son Mario Camus, Jaime Ch¨¢varri, Antonio Drove, Angelino Fons, Antonio Gim¨¦nez-Rico, Emilio Mart¨ªnez-L¨¢zaro, Joaqu¨ªn Romero Marchent, Pedro Olea, Miguel Picazo, Francisco Regueiro, Alfonso Hungr¨ªa, y Jes¨²s Yag¨¹e. Los que m¨¢s han trabajado han sido los interesados por la acci¨®n con car¨¢cter comercial, como pueden ser Camus, Drove o Romero Marchent, o la comedia, como ocurre con Gim¨¦nez-Rico y Yag¨¹e. Los realmente atra¨ªdos por un estilo personal, como Ch¨¢varri, Mart¨ªnez-L¨¢zaro, Olea, Regueiro o Ungr¨ªa, no han tenido m¨¢s remedio que plegarse a las exigencias de TVE o dejar de trabajar, como recientemente ha hecho Ch¨¢varri y hace algunos a?os Olea y Regueiro. A medio camino entre ambos grupos hay que situar a Antonio Mercero. Despu¨¦s del fracaso de su primera pel¨ªcula empieza a trabajar en TVE para, tras el ¨¦xito internacional de algunos de sus telefilmes, volver al cine para hacer pel¨ªculas con la misma estrecha mentalidad de sus trabajos para televisi¨®n.
El sistema de producci¨®n de TVE, dadas sus particulares estructuras mentales, tiene los inconvenientes de la producci¨®n en serie y ninguna de sus ventajas. Una directiva decide los programas que se van a hacer, encarga su escritura a diferentes guionistas y su realizaci¨®n a distintos directores, que una vez puesta en marcha la m¨¢quina burocr¨¢tica de producci¨®n tienen total libertad para moverse entre los estrechos l¨ªmites marcados. S¨®lo los grandes realizadores pueden proponer sus propias ideas y conseguir hacerlas en las condiciones adecuadas. El problema estriba en que mientras para la televisi¨®n italiana los grandes directores nacionales son Bertolucci, Bellocchio, Fellini o los Taviani, y para la alemana, Fassbinder, Herzog o Wenders, para la espa?ola se llaman Ib¨¢?ez Serrador, Lazarov, Mart¨ª Maqueda o Mercero. Esto supone una gran coherencia porque, dada la estrechez de miras, el mal gusto y la censura dominantes en TVE, los programas de estos realizadores dan la medida exacta no de lo que TVE es, sino de lo que aspira a ser. Cuando alguien plantea, aunque sea dentro del poco molesto terreno de los programas musicales, algo que nada tenga que ver con la media dominante, no logra sus prop¨®sitos, como el reciente caso de Jaime Ch¨¢varri y La Perrichola.
Dentro de las diferentes formas de relaci¨®n entre cine y televisi¨®n, TVE se ha limitado a producir dos pel¨ªculas que, por diferentes formas de censura, se exhibieron en locales cinematogr¨¢ficos antes que emitirse por televisi¨®n. Son Fuenteovejuna (1971), de Juan Guerrero Zamora, y La leyenda del alcalde de Zalamea (1972), de Mario Camus. As¨ª como una serie de zarzuelas, dirigidas por Juan de Ordu?a, que, ante el ¨¦xito alcanzado en TVE, posteriormente se exhibieron en locales cinematogr¨¢ficos, con la reclamaci¨®n de t¨¦cnicos y actores, que quer¨ªan beneficiarse de alguna forma de esta segunda vida. En su momento dieron lugar a una larga pol¨¦mica en la que los productores cinematogr¨¢ficos alegaban que TVE no pod¨ªa producir pel¨ªculas porque era una empresa estatal y les hac¨ªa una competencia desleal. Se tem¨ªa que la norma se generalizara y los cines cubrieran su obligaci¨®n de programar pel¨ªculas espa?olas con las producciones de TVE, mientras los productos cinematogr¨¢ficos se quedaban sin posible salida. Superada esta etapa de TVE, que quiz¨¢ sea la m¨¢s brillante de su deslucida historia, a pesar de estar situada en plena dictadura, no se ha vuelto a realizar ning¨²n proyecto de esta ¨ªndole.
Los 1.300 millones
El 11 de noviembre de 1977, un real decreto concede libertad de importaci¨®n a los distribuidores y anula la obligaci¨®n que anteriormente ten¨ªan de distribuir una pel¨ªcula espa?ola por cada cuatro extranjeras. Aunque, por otro lado se impone que los locales de exhibici¨®n deben programar un d¨ªa de pel¨ªculas espa?olas por cada dos extranjeras, los grandes distribuidores, que en muchos casos tambi¨¦n son productores, dejan de hacer pel¨ªculas. De forma que llega un momento en que no hay pel¨ªculas espa?olas para cubrir la obligatoriedad de exhibici¨®n. Con esto, los grandes distribuidores, controlados por las compa?¨ªas norteamericanas, que tienen mucho inter¨¦s en el importante mercado espa?ol, por ser uno de los m¨¢s importantes de Europa, pretenden demostrar, con los datos en la mano, la imposibilidad de cumplir dicha ley y hacerla derogar. A mitad de este proceso, cuando los cines reponen viejas pel¨ªculas espa?olas como ¨²nica forma de cumplir la ley, la decisi¨®n del Tribunal Supremo en favor de la supresi¨®n de la cuota de pantalla ha precipitado el fen¨®meno.Esto, unido a la descapitalizaci¨®n que aqueja al sector, al adeudar la Administraci¨®n 1.300 millones de pesetas, correspondientes al 15% que concede el fondo de protecci¨®n sobre los ingresos en taquilla y diversos premios, hace que la situaci¨®n de la llamada industria cinematogr¨¢fica en estos momentos no pueda ser m¨¢s triste.
Para frenar su completo hundimiento, TVE ha decidido destinar 1.300 millones de su presupuesto para que los productores cinematogr¨¢ficos hagan telefilmes para ella. Ha habido una primera falsa alarma, seg¨²n la cual, Miguel Mart¨ªn, el reci¨¦n dimitido director de Televisi¨®n, los hab¨ªa repartido de forma arbitraria. Ahora parece que va a haber un concurso, al que s¨®lo se podr¨¢n presentar las productoras que hayan hecho tres o m¨¢s pel¨ªculas en los ¨²ltimos a?os. Entre las condiciones indispensables que hay que cubrir est¨¢ presentar unos costes bajos, de diez millones por hora de programa, y amoldarse a las exigencias y gustos de TVE. O sea, dicha cantidad se dedicar¨¢ a la realizaci¨®n de series con caracter¨ªsticas similares a las hechas anteriormente. Las diferencias con Curro Jim¨¦nez o El juglar y la reina, telefilmes producidos por empresas ajenas a televisi¨®n por encargo suyo, es que esta vez las har¨¢n productores cinematogr¨¢ficos y estar¨¢n basadas en grandes obras literarias espa?olas.
Los 1.300 millones, en alguna medida, detendr¨¢n durante algunos meses la crisis de la industria cinematogr¨¢fica, un buen n¨²mero de t¨¦cnicos trabajar¨¢n durante una temporada, mientras sus compa?eros de televisi¨®n se dedicar¨¢n a cobrar su sueldo como si se tratara del subsidio de paro. Esta no es ninguna salida, s¨®lo es un parche mal puesto a un problema que requiere muchas m¨¢s amplias e imaginativas soluciones y que adem¨¢s va a dar como resultado unos programas tan tristes, zafios y aburridos como los que normalmente produce la propia TVE. ?Cu¨¢ndo llegar¨¢ el momento en que cualquier realizador importante de verdad pueda trabajar para TVE con libertad absoluta, como ocurre en la televisi¨®n italiana, o cuando TVE colaborar¨¢ en alg¨²n proyecto cinematogr¨¢fico interesante sin imponer sus puntos de vista?
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