El coste del cr¨¦dito y los beneficios de la banca
Profesor de Estructura Econ¨®mica de la Universidad ComplutenseEl 30 de junio se public¨® en estas p¨¢ginas un trabajo de Rafael Termes, presidente de la Asociaci¨®n Espa?ola de la Banca Privada, con el mismo t¨ªtulo que encabeza ¨¦ste. El tema fundamental era mostrar la imposibilidad de atender a la pretensi¨®n gubernamental de rebajar en dos puntos el coste del cr¨¦dito. Para ello se realiza un an¨¢lisis extraordinariamente h¨¢bil de los ingresos que obtiene la banca en las distintas partidas de activo, as¨ª como del coste de los recursos y los beneficios. Los resultados obtenidos le permiten afirmar que el coste promedio para los que utilizan el cr¨¦dito libre que asigna la banca en 1978 era del 13,6% (13,25 % en los cr¨¦ditos y 15,15 % en el descuento de efectos). Se?alaba tambi¨¦n que el cr¨¦dito no puede ser barato en un clima inflacionista, que los recursos se han encarecido y, como consecuencia, ha tenido que elevarse el coste de los cr¨¦ditos, y que los principales culpables son las inversiones obligatorias a bajo rendimiento.
A continuaci¨®n se presentaba un estudio del margen de transformaci¨®n y de los beneficios de la banca mediante un an¨¢lisis comparado con bancos americanos. La rentabilidad sobre recursos totales es superior en el caso espa?ol, pero resulta inferior la rentabilidad de los fondos propios, lleg¨¢ndose a la conclusi¨®n de que las diferencias realmente significativas est¨¢n en los insuficientes ingresos de la banca espa?ola en concepto de cobro de servicios y en los superiores costes de personal que han de soportar.
El an¨¢lisis realizado por el presidente de la AEB es minucioso, sugestivo y, como he dicho antes, extraordinariamente h¨¢bil. Est¨¢ referido, adem¨¢s, a un tema fundamental para la problem¨¢tica actual de la econom¨ªa espa?ola y pens¨¦ que r¨¢pidamente surgir¨ªan comentarios al mismo. No ha sido as¨ª y considero que puede ser ¨²til realizar una serie de matizaciones dentro de la correcta l¨ªnea formulada por su autor; es decir, apoy¨¢ndome en ?hechos y cifras reales, documentalmente comprobables, m¨¢s que en meras declaraciones verbales ?.
Sobre el material estad¨ªstico utilizado
Seg¨²n manifiesta el presidente de la AEB, en su an¨¢lisis se impone los t¨¦rminos de comparaci¨®n m¨¢s dura, al tomar como referencia a la banca americana; deja sentado que ?la comparaci¨®n con bancos alemanes, ingleses, franceses e italianos, por ejemplo, dejar¨ªa mucho mejor parada a la banca espa?ola ... ?. No comparto esta opini¨®n. En cuanto al margen de transformaci¨®n, el de la banca americana es inferior al de algunos pa¨ªses europeos y superior al de otros, y en promedio, muy parecido. Respecto al beneficio sobre los recursos totales utilizados, los de la banca americana son sensiblemente superiores a los de la banca europea. El presidente de la AEB escoge, pues, y me parece l¨®gico que as¨ª sea, la comparaci¨®n m¨¢s favorable para sus objetivos.
El presidente de la AEB realiza una comparaci¨®n entre la totalidad de la banca espa?ola y una muestra de los grandes bancos americanos (concretamente los que ocupan los siguientes lugares del ranking: uno, dos, tres, cinco, seis y catorce). En mi opini¨®n, si se considera deseable establecer la comparaci¨®n con la gran banca americana, lo adecuado es considerar los bancos espa?oles m¨¢s importantes; en consecuencia, en el estudio que aqu¨ª se presenta se comparan los siete primeros bancos espa?oles con los seis primeros americanos.
El margen financiero y las comparaciones internacionales
En el cuadro n.? 1, se expone la comparaci¨®n de resultados entre la banca americana y la espa?ola. Las cifras americanas, como puede comprobarse, son sensiblemente iguales a las que obtiene el presidente de la AEB, pero en los datos espa?oles las diferencias son considerables. En primer lugar, el margen bruto de los grandes bancos espa?oles es del 5,48 % del total activos, y esto significa, respecto al de la banca americana, que es del 3,45 %, que los costes de transformaci¨®n de la banca espa?ola son un 60% superiores aproximadamente a los de la banca americana. En segundo t¨¦rmino, lo que perciben los bancos espa?oles en concepto de ?Productos de servicios y otros? es el 1,31% respecto de los activos (seg¨²n los datos del presidente de la AEB son el 0,51%), en tanto que en la banca americana es el 0,71 %. No puede utilizarse, pues, el argumento de que la banca espa?ola ha de incrementar el cobro de los servicios prestados, en base a la comparaci¨®n, puesto que ya percibe pr¨¢cticamente el doble que la banca americana.
En cuanto al ?saneamiento de activo?, lo dedicado por la banca espa?ola es el 0,62% de los activos totales, en tanto la banca americana dedica el 0,27%, y la cota m¨¢xima a que llegaron con la crisis de las inmobiliarias, a que alude el presidente de la AEB, fue del 0,49 % en 1975. Los siete grandes bancos espa?oles destinaron 20.000 millones de pesetas en los dos ¨²ltimos a?os a cubrir las minusval¨ªas burs¨¢tiles de sus carteras, repercutiendo estas p¨¦rdidas sobre su clientela. Efectivamente, es una pr¨¢ctica contable conservadora aceptar las minusval¨ªas como p¨¦rdidas, aunque, como puede comprobarse en las memorias de los bancos, no se siga el mismo procedimiento con las plusval¨ªas. Las normas contables conservadoras las sigue quien puede, y estoy seguro que a la mayor¨ªa de los empresarios industriales les encantar¨ªa seguir esa l¨ªnea de actuaci¨®n. La banca espa?ola ha logrado ser la excepci¨®n respecto a ese mercado tan incierto como es la Bolsa, ya que cuando bajan las cotizaciones s¨®lo tienen que repercutir las p¨¦rdidas, preservando la l¨ªnea deseada de beneficios. Se podr¨ªa establecer la hip¨®tesis de que cuando las cotizaciones burs¨¢tiles bajan, el tipo real de inter¨¦s bancario tiende a subir, porque es preciso compensar las minusval¨ªas.
Las cifras de beneficios muestran tambi¨¦n diferencias sustanciales respecto a las ofrecidas por el presidente de la AEB. El beneficio neto final de los grandes bancos espa?oles es del 0,74% de los activos totales; es decir, un 37% mayor que el correspondiente a la banca americana, pese a lo cual la rentabilidad de los fondos propios es del 12,54%, frente al 14,34% de la banca americana, ya que la relaci¨®n entre fondos propios y ajenos es sensiblemente superior en nuestro pa¨ªs.
El lector habr¨¢ observado que figuran porcentajes entre par¨¦ntesis en los datos espa?oles del cuadro n.? 1 y paso a explicar su significado. Las dotaciones a amortizaciones del Banco de Santander, que eran de 498 millones de pesetas en 1977, ascendieron a 3.224 millones de pesetas en 1978; es decir, que esta entidad multiplic¨® por 6,5 veces, en un s¨®lo a?o, la cifra destinada a amortizaciones de edificios, instalaciones, etc¨¦tera. Como parece un poco excesivo este salto, he estimado los porcentajes que hubieran resultado, si esta entidad hubiera incrementado las amortizaciones en la misma proporci¨®n que el resto de los bancos, o sea, en un modesto 50%. Los resultados del c¨¢lculo figuran entre par¨¦ntesis.
El presidente de la AEB toma como referencia el a?o 1978; creo que puede ser ¨²til comparar la evoluci¨®n de la banca americana y la espa?ola en los ¨²ltimos cinco a?os, y para ello se exponen los cuadros n¨²meros 2 y 3.
El examen de estos cuadros muestra de forma clara el contraste entre la estabilidad de los costes de intermediaci¨®n en la banca americana y la continua progresi¨®n de la banca espa?ola. El interrogante que se plantea de forma inmediata es, ?cu¨¢les son las razones que explican el fuerte incremento, de los costes de transformaci¨®n en la banca espa?ola? Creo que puede ser interesante, adem¨¢s, descender en el nivel de nuestro an¨¢lisis y examinar, para 1978, datos de las entidades concretas porque, a veces, los promedios encubren situaciones muy dispares. Con este objeto se han elaborado los cuadros 4 y 5, que entiendo complementan la informaci¨®n y permiten juicios m¨¢s matizados.
Causas del incremento de los costes de intermediaci¨®n
Los cuadros anteriores han permitido mostrar que el elevado coste de intermediaci¨®n de la banca espa?ola no ha sido algo que se haya producido s¨²bitamente, sino que es el resultado de un largo proceso. En el cuadro n¨²mero 2 se puede comprobar que en 1974 el margen bruto era del 3,98 %, llegando en 1978 al 5,48%. Conviene a?adir que dicho margen, calculado sobre recursos a final de a?o, era en 1966 del 3,03 %, y en 1970, del 3,29 %. Se trata, pues, de un proceso largo, aunque, en favor de la brevedad, me limitar¨¦ a exponer las causas que han determinado el crecimiento en los ¨²ltimos cinco a?os.
La raz¨®n fundamental del alza del margen es, en mi opini¨®n, la mod¨ªficaci¨®n, respecto a las posibilidades de expansi¨®n, que se produce a finales de 1974. Esta cuesti¨®n -ni siquiera mencionada por el presidente de la AEB- habr¨ªa de tener una importancia considerable en la evoluci¨®n de los costes de transformaci¨®n de la banca. En los a?os de crisis de la econom¨ªa espa?ola, es decir, en el periodo 1975/1978, la banca instal¨® 5.506 oficinas, lo que significaba duplicar las existentes a finales de 1974. Esta tremenda expansi¨®n iba a proporcionar una densa red de instalaciones bancarias, que el pa¨ªs no necesitaba en absoluto, e implicar¨ªa un crecimiento extraordinario de los gastos. Esa absurda carrera de aperturas no se hubiera emprendido sin la seguridad de que el aumento de costes ser¨ªa trasladado a ahorradores y empresarios. Los datos son significativos: los gastos de personal, generales y amortizaciones eran en 1974 del 2,69 % de los activos medios y pasan a ser del 4,40 % en 1978 (cuadro n.? 2).
El coste del cr¨¦dito
El presidente de la AEB considera como una de las razones fundamentales de que el coste del cr¨¦dito sea alto el encarecimiento de los recursos para la banca. Esto se debe ?a la actitud de los ahorradores, que, cada vez m¨¢s conscientes de la erosi¨®n del poder de compra debida a la inflaci¨®n, buscan intereses que se alejen lo m¨¢s posible de ser negativos en t¨¦rminos reales?. Tambi¨¦n sale al paso a la objeci¨®n de que en 1978 la tasa de inflaci¨®n fue inferior a 1977, en tanto que el coste de los cr¨¦ditos se ha elevado, ya que esto se debe -seg¨²n el presidente- a que ?el efecto sobre el coste del dinero se produce con retraso porque, con la persistencia de la inflaci¨®n y, sobre todo, ante la expectativa de que no quiebre en un plazo corto, cada d¨ªa son m¨¢s los que desean cubrirse de este riesgo?. La inflaci¨®n y sus expectativas son una especie de comod¨ªn que todo lo explica. Voy a examinar lo que se debe a la inflaci¨®n y lo que debe imputarse a otras razones, para explicar el alto coste del cr¨¦dito.
De acuerdo con el cuadro n.? 2, los productos totales sobre activos medios (no es posible exponer separadamente los ingresos procedentes de servicios, porque no todos los bancos publican estos datos con anterioridad a 1978) eran, en 1974, del 7,63 %, y en 1978, del 10,84 %. El incremento ha sido, pues, de 3,21 puntos. El coste de los recursos para la banca pasa del 3,65 % al 5,36 %), que supone un encarecimiento de 1,71 puntos. Los gastos se han incrementado en 1,71 puntos y el. beneficio ha bajado 0,21. Es decir, el mayor coste de los recursos para la banca explica un 53 % del incremento del coste de los cr¨¦ditos y el otro 47 % es imputable al crecimiento del margen bruto. No puede decirse que el incremento de los gastos se debe a la inflaci¨®n, puesto que ¨¦sta se refleja en un crecimiento de los recursos bancarios y se est¨¢ razonando siempre en t¨¦rminos relativos. Buena prueba de esta afirmaci¨®n es el hecho de que la incidencia de los gastos en la banca americana permanezca constante en los ¨²ltimos a?os (cuadro 3), en contraste con el aumento que se produce en la banca espa?ola.
El presidente de la AEB calcula el coste del cr¨¦dito que se asigna libremente (13,25 % en los cr¨¦ditos normales y 15,15 % en los descuentos normales). Se trata, como indica, de una cifra media, y como expone con toda claridad: ?Habr¨¢ bancos que habr¨¢n cobrado m¨¢s y bancos que habr¨¢n cobrado menos?, y ?cada usuario de cr¨¦dito hablar¨¢ de su propio caso y, por lo general, hablar¨¢n los afectados por desviaciones al alza.? Es muy cierto que hay bancos que cobran m¨¢s que otros y los datos del cuadro n¨²m. 4 son una buena muestra. No es tan claro, sin embargo, que los empresarios pregonen su desacuerdo con el coste medio, al menos a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n. Estoy de acuerdo en que el tipo de inter¨¦s real depende de la cuant¨ªa de las inversiones obligatorias a bajo rendimiento, ya que es preciso obtener la rentabilidad necesaria de los recursos que se asignan libremente, pero, lo que tambi¨¦n es cierto, es que la media encubre un abanico que debe ser bastante amplio. En todo el examen que realizo no hay ninguna afirmaci¨®n que no est¨¦ apoyada en estad¨ªsticas, pero limitar el campo de an¨¢lisis a los datos existentes es peligroso, porque, en ocasiones, la inexistencia de estad¨ªsticas adecuadas no supone que no existen problemas, sino que faltan las cifras.
El abanico de tipos de inter¨¦s reales en nuestro pa¨ªs debe ser bastante amplio, por varias razones: en primer lugar, porque, como ya se ha se?alado, unos bancos cobran m¨¢s que otros; en segundo t¨¦rmino, porque existen econom¨ªas de escala en la asignaci¨®n de los cr¨¦ditos y no pueden ser iguales las condiciones que negocie la gran empresa que la peque?a y mediana; por ¨²ltimo, porque la peculiar vinculaci¨®n de la gran empresa a la banca hace suponer que las condiciones que obtengan sean muy diferentes a las del ?empresario de a pie?. Insisto, sin embargo, en que no dispongo de datos para cuantificar este abanico, pero en mi opini¨®n, el coste actual del descuento para el peque?o empresario debe situarse en torno al 20%. No se trata de exponer casos particulares, que los hay, y los conozco, de costes muy superiores a este 20 %, como los habr¨¢ inferiores, pero estoy convencido de que la mayor¨ªa de los peque?os y medianos empresarios se habr¨¢n sorprendido del coste medio que obtiene el presidente de la AEB y habr¨¢n constatado que los suyos se sit¨²an muy por encima. Ser¨ªa muy deseable que una instituci¨®n responsable e independiente elaborara peri¨®dicamente encuestas entre los empresarios, para conocer algo tan b¨¢sico como el coste real de los recursos que asignan las instituciones del sistema cr¨¦diticio.
Una ¨²ltima observaci¨®n en relaci¨®n al coste del cr¨¦dito. El presidente de la AEB se?ala que ?el clamor de los empresarios no se dirige, prioritariamente, contra el coste del cr¨¦dito, sino m¨¢s bien contra la escasez del mismo?. Convendr¨ªa aclarar que una buena parte de la empresa espa?ola necesita imperiosamente el cr¨¦dito para subsistir y, cuando no se tienen alternativas, el coste pasa a un segundo plano. No creo que el coste del cr¨¦dito tenga esa importancia secundaria cuando se trate de acometer nuevas inversiones, y este coste y la incertidumbre respecto al mantenimiento de los cr¨¦ditos o descuentos debe estar influyendo negativamente en la puesta en marcha de nuevos proyectos de inversi¨®n.
Los beneficios de la banca
El presidente de la AEB, despu¨¦s de considerar la cifra de beneficios de la banca en conjunto, se?ala que ?la cifra en s¨ª no puede considerarse ni grande ni peque?a, puesto que la calificaci¨®n del tama?o s¨®lo puede ser resultado de una comparaci¨®n ?. Esto es muy cierto y vamos a proceder a efectuarla. Considerando la rentabilidad sobre activos totales medios, como hemos rese?ado, la de la banca espa?ola es un 60% superior a la americana. Si tomamos la rentabilidad de los fondos propios, es ligeramente inferior (13,29 % en Espa?a y 14,34 % en Am¨¦rica). La raz¨®n de esta discrepancia est¨¢ en la mayor proporci¨®n de fondos propios en la banca espa?ola. Por ¨²ltimo, en el a?o 1978, los siete grandes bancos espa?oles han incrementado su beneficio neto en un 15,30%, o en un 25,43% si consideramos la correcci¨®n apuntada sobre las amortizaciones del Banco de Santander.
Estoy totalmente de acuerdo con el presidente de la AEB de que ?la ¨²nica comparaci¨®n v¨¢lida para enjuiciar un beneficio es la comparaci¨®n con los recursos propios?, pero los datos de rentabilidad es preciso situarlos en su entorno. Los beneficios de la banca americana o espa?ola habr¨¢ que juzgar si son altos o bajos tomando como referencia los de otros sectores. Esto lo hemos realizado en los cuadros n¨²meros 6 y 7, y los resultados de la comparaci¨®n entre banca e industria son elocuentes: la rentabilidad de la banca americana es inferior a la que obtiene la industria americana, en tanto que la que obtiene la banca espa?ola es, en promedio, tres veces superior en 1977 y 3,4 veces en 1976.
A¨²n m¨¢s: en Am¨¦rica, la rentabilidad de la banca es inferior a la que obtienen la mayor parte de los sectores industriales. En nuestro pa¨ªs, en el a?o 1976, ning¨²n sector superaba a la banca, y en el a?o 1977, s¨®lo el sector ?neum¨¢ticos?, ¨ªntegramente pose¨ªdo por la inversi¨®n extranjera, superaba la rentabilidad de la banca. Siento no disponer de los datos de 1978 para Espa?a, pero no creo que sea una hip¨®tesis aventurada suponer que estas relaciones al menos, se han mantenido.
Sin embargo, pese a todo lo anterior, creo que es un error considerar la actuaci¨®n de la banca fijando la atenci¨®n solamente en el beneficio. De hecho, ¨¦ste ha ido perdiendo importancia relativa en relaci¨®n a los costes de funcionamiento de la banca. As¨ª, en 1974, el beneficio respecto al margen bruto era del 23,87%, y en 1978, del 13,57%. El aut¨¦ntico problema est¨¢ en que la banca mantiene unos m¨¢rgenes de beneficio deseados con una eficacia cada vez menor como intermediador. Esto es posible por la posici¨®n que ocupa en el mercado como distribuidor fundamental de una mercanc¨ªa es casa -el cr¨¦dito- entre unas empresas totalmente dependientes del mismo, y en estas condiciones resulta sumamente f¨¢cil repercutir cualquier incremento de costes entre su clientela.
Comprendo que hacer referencia a porcentajes no da una idea clara de lo que ha supuesto econ¨®micamente el incremento de los costes de funcionamiento de la banca. Quiz¨¢ sea m¨¢s elocuente decir que, si estos costes se hubieran mantenido al nivel relativo de 1974, los utilizadores de los servicios bancarios, esto es, empresarios y/o ahorradores, se habr¨ªan beneficiado en 64.000 millones de pesetas en 1978, considerando solamente los siete grandes bancos. Esta cifra es m¨¢s del doble de los beneficios de dichos bancos en el mismo a?o.
El fen¨®meno que hemos apuntado es general en la gran banca espa?ola, pero no ser¨ªa justo considerar que todas las entidades se comportan de la misma forma. El margen bruto en bancos como el Central o Hispano (v¨¦ase cuadro n¨²mero 4) es bastante inferior al existente en el Popular y, sobre todo, en el Santander, donde llega a suponer en 1978 un 6,43% de los activos medios totales. Quiz¨¢ sea conveniente comentar brevemente la pol¨ªtica de esta ¨²ltima entidad, a la que ya hemos aludido al hacer referencia a las amortizaciones. Este banco ha incrementado su beneficio neto en 1978 en un 30% respecto al a?o anterior, pese a multiplicar por 6,5 su cifra de amortizaciones. Si ¨¦sta hubiera aumentado en un porcentaje similar al del resto de la banca, el beneficio neto habr¨ªa aumentado un 108%. Todo esto a pesar de destinar el 1,10 % de los activos medios a saneamiento de activo, de los cuales 3.034 millones corresponden a la cobertura de minusval¨ªas en su cartera de valores. Paralelamente, en 1978 aport¨® a reservas casi 7.000 millones procedentes de la plusval¨ªa de sus activos, y en 1979 procede a una fuerte ampliaci¨®n liberada, es decir, con cargo a reservas, en la proporci¨®n de una por tres, por un importe de 5.000 millones, aproximadamente. Toda una exhibici¨®n. La consecuencia de todos estos ?juegos financieros? no puede ser otra que el aumento del tipo de inter¨¦s para cubrir las mayores amortizaciones de los activos revalorizados y el mantenimiento de la rentabilidad de unos recursos propios fuertemente crecientes.
Todo lo anterior lleva a considerar lo que, en mi opini¨®n, constituye la clave del problema. La banca espa?ola presiona progresivamente sobre un sistema econ¨®mico muy deteriorado, preservando su beneficio dentro de un esquema de costes de funcionamiento crecientes. Es evidente que la situaci¨®n de las empresas industriales es francamente delicada y tambi¨¦n resulta claro que la de la banca es saneada. Sin embargo, no se trata de cuestiones independientes. La espl¨¦ndida situaci¨®n de la banca, pese a sus costes de gesti¨®n crecientes, constituye la contrapartida de la mayor presi¨®n de los costes financieros para la empresa.
El objetivo de rebajar el coste de los cr¨¦ditos
El an¨¢lisis realizado proporciona una plataforma suficiente para planteamos la viabilidad de la pretensi¨®n gubernamental de reducir el coste del cr¨¦dito al sector privado en dos puntos. Muy esquem¨¢ticamente, las v¨ªas posibles, salvaguardando el beneficio bancario a sus actuales niveles, que es la ¨²nica hip¨®tesis realista, ser¨ªan las siguientes: reducir la remuneraci¨®n de los recursos ajenos; rebajar los coeficientes obligatorios, fundamentalmente el de inversi¨®n, o incrementar la rentabilidad de los
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activos incluidos en el mismo; compensar la hipot¨¦tica rebaja del coste del cr¨¦dito con el establecimiento o subida de las comisiones por servicios prestados; rebajar el coste de intermediaci¨®n. Examinemos muy brevemente cada alternativa.
Disminuir la remuneraci¨®n al ahorro depositado en la banca dar¨ªa el golpe de gracia a la muy exigua protecci¨®n que encuentra el ahorrador en la banca frente al proceso inflacionista. La rebaja de los coeficientes obligatorios o el incremento de la rentabilidad de los activos incluidos es la soluci¨®n preferida por la banca. Como se?ala el presidente de la AEB, ?el cr¨¦dito normal hubiera sido casi dos puntos m¨¢s barato si no hubiesen existido las inversiones obligatorias, que han representado casi el 30% del cr¨¦dito libre?. Realmente no sabemos si el cr¨¦dito hubiera sido m¨¢s barato o los bancos hubieran decidido mejorar sus beneficios; pero, en cualquier caso, no es una soluci¨®n viable a corto plazo, como tampoco lo es incrementar la rentabilidad de los fondos p¨²blicos, incluidos en el coeficiente de inversi¨®n, hasta igualar las emisiones que se realizan en el mercado libre, y esto por dos motivos: la rebaja del coeficiente de inversi¨®n en la banca implicar¨ªa una reducci¨®n tambi¨¦n en las cajas, que, dicho sea de paso, soportan un peso superior que la banca, o el olvido de los proyectos de equiparaci¨®n entre ambas instituciones, cosa que, por otra parte, no me sorprender¨ªa en absoluto. Adem¨¢s, buena parte de los beneficiarios actuales de estos circuitos privilegiados tendr¨ªan que recibir estas subvenciones encubiertas con cargo a un d¨¦ficit presupuestario mayor o se producir¨ªa una crisis notable en sectores fundamentales. El tema de incrementar el d¨¦ficit presupuestario, despu¨¦s de la reciente ?sorpresa? de los 500.000 millones, no requiere comentarios adicionales. Compensar con mayores ingresos por servicios prestados es una soluci¨®n factible, no porque en Espa?a no se cobren, ya que, como se ha demostrado en este trabajo, los grandes bancos perciben casi el doble qu¨¦ los americanos, sino porque es la v¨ªa de menor resistencia. Habr¨ªa que saber qu¨¦ clase de servicios se cobrar¨ªan, pues pudiera suceder que se cobraran a los que utilizan el cr¨¦dito lo mismo, pero con denominaciones diferentes. Por ¨²ltimo, la rebaja del coste de intermediaci¨®n no es f¨¢cil, porque los gastos operativos de la banca responden a un montaje excesivo, pero dificil de reducir. Un alivio podr¨ªa ser que la Bolsa no bajase m¨¢s y que los bancos no repercutieran, como han hecho en los dos ¨²ltimos a?os, las p¨¦rdidas entre su clientela.
La pretensi¨®n gubernamental sigue la l¨ªnea tradicional de la pol¨ªtica econ¨®mica espa?ola: alarmarse de los efectos olvid¨¢ndose de las causas. Si el cr¨¦dito se ha encarecido en los ¨²ltimos a?os, sin que la contrapartida total haya sido una mayor remuneraci¨®n al ahorro, es porque se han incrementado los costes de intermediaci¨®n; este fen¨®meno no se ha producido en un a?o, sino que es el resultado de un proceso. En los ¨²ltimos a?os hemos pasado de una situaci¨®n de precios administrados, que perjudicaba al ahorro en favor de los demandantes de cr¨¦dito, a otra que castiga simult¨¢neamente al ahorrador y al empresario. Dicho esto, podr¨ªa pensarse en culpar a la progresiva liberalizaci¨®n del sistema, pero, en mi opini¨®n, ser¨ªa err¨®neo. Lo que efectivamente necesita nuestro pa¨ªs es un sistema financiero con la suficiente dosis de competencia real, para que la ineficacia de cualquier instituci¨®n se traduzca en resultados negativos que obliguen a un replanteamiento de la situaci¨®n.
Pretender sin m¨¢s que la banca rebaje el coste del cr¨¦dito en dos puntos supone desconocer nuestra realidad econ¨®mica. Este objetivo no puede conseguirse a corto plazo y, en este sentido, estoy completamente de acuerdo con el presidente de la AEB. La consecuci¨®n de este objetivo a largo plazo habr¨ªa que enmarcarla dentro de la necesaria reforma del sistema financiero, y si ¨¦sta ha de ser efectiva, su l¨ªnea clave debe ser la reducci¨®n de la prepotencia de la banca privada en favor de un mayor equilibrio e independencia entre las distintas instituciones del sistema, de forma que haga posible una competencia real en la asignaci¨®n de recursos al sector privado. Como es evidente, para realizar esa reforma es preciso tener voluntad pol¨ªtica de llevarla a cabo y poder hacerlo. Cuando se contempla el tema en profundidad no se puede ser optimista. La experiencia del pasado nos muestra que las medidas legislativas aisladas, que no alteran la relaci¨®n de fuerzas, son r¨¢pidamente manipuladas por quien tiene el poder econ¨®mico, y, en este sentido, el resultado final de las pretensiones de especializaci¨®n bancaria constituye un buen ejemplo.
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