Pobrecitos dictadores
?Ahora le toca el turno al emperador Bokassa. Se empieza a revelar que mat¨® personalmente a presos pol¨ªticos en la Rep¨²blica Centro-, africana. Incluso lleg¨® a asesinar a una ni?a de trece a?os. Bokassa ya no goza del favor de sus antiguos protectores.Poco antes era Somoza el destronado. Cargado de oro, participaciones en sociedades extranjeras, yates y otros objetos "superfluos", tuvo que abandonar Nicaragua. Norteam¨¦rica, el pa¨ªs que le protegi¨® y apoy¨®, te brind¨® casa y pan. Era lo menos que pod¨ªa hacer en agradecimiento "a los servicios prestados" al coloso yanqui.
Todo parece apuntar a que el pr¨®ximo que se deslizar¨¢ por ese fat¨ªdico tobog¨¢n ser¨¢ el tristemente famoso general Pinochet. Norteam¨¦rica comienza ya a hacerle ascos. Descubre ahora unas atrocidades que todo el mundo conoc¨ªa desde el momento mismo en que se produjo el asesinato de Salvador Allende y la salvaje represi¨®n sobre todo el pueblo de Chile.
A Norteam¨¦rida ya no le sirven los dictadores. Ha comenzado a conceder la jubilaci¨®n a sus primitivos servidores. Les ofrece, eso s¨ª, una vida regalada y garant¨ªas de impunidad por los desmanes que han cometido.
19 de agosto
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