Juliette Greco: "No soy una estrella"
?He vivido una infancia miserable de vida sentimental, pero dorada en cuanto al confort. Es columpi¨¢ndose as¨ª, entre la noche y el sol, que una se vuelve contestataria. Mi padre era de Corsica; muri¨® a los cien a?os. Mi madre, de Bordeaux; vive todav¨ªa. Sali¨® victoriosa, as¨ª como mi hermana, de las pruebas de resistencia y del campo de concentraci¨®n. Yo estaba en prisi¨®n en Fresnes, llevada directamente del convento a la c¨¦lula 325, con otras tres mujeres, que me hablaron de todas esas cosas que hasta entonces no conoc¨ªa. He o¨ªdo mucho y he retenido todo. Hoy soy feliz siendo contestaria.?
Juliette Greco, un mito del espect¨¢culo franc¨¦s, nacida el 7 de febrero de 1926, en Montpellier, est¨¢ en Espa?a; ayer viernes actu¨® en la Costa del Sol. ?Mi madre dijo que el d¨ªa que nac¨ª llovi¨®. La lluvia ayuda a todas las plantas a crecer, incluso las venenosas.? Me sorprendi¨® la Greco. No encontr¨¦ en ella la mujer sobria, enlutada, que siempre imagin¨¦. S¨®lo la identifiqu¨¦ en su enorme carga humanista, en su despliegue de inteligencia y en su filosofar sobre peque?os detalles. La Greco de l979, a sus 53 a?os, ya lejos de aquel 1952, cuando gan¨® el gran premio del disco de Francia, o de 1949, cuando rod¨® Au royaume des cieux, su primera pel¨ªcula, bajo la direcci¨®n de Julien Duvivier, es una Greco p¨¢lida, escasamente maquillada, de t¨²nica transparente sobre una falda larga de tonos burdeos. Eso s¨ª, a¨²n conserva toda su belleza y pasa por una guapa mujer de 45 a?os, que te da un curso acelerado de lecciones de la vida.
?No soy una estrella. Las estrellas no existen m¨¢s que en el cielo; el resto somos seres humanos, de carne y hueso. S¨®lo creo en la existencia de personas que irradian una atracci¨®n especial.? Sin embargo, Juliette Greco es considerada estrella. Ella fue en la posguerra la musa del grupo existencialista de Par¨ªs. Ella ha sido la gran elogiada por Jean Paul Sartre. ?Greco tiene millones en la garganta, millones de poemas que no han sido todav¨ªa escritos, pero que algunos se escribir¨¢n. Se hacen piezas de teatro para actores: ?Por qu¨¦ no se har¨¢n poemas para una voz? Ella causa remordimiento a los prosistas; el trabajador de la pluma que traza sobre el papel signos tiernos y regulares acaba por olvidar que las palabras tienen belleza sensual; la voz de Greco se los recuerda. Una voz dulce y c¨¢lida, una luz. Ella les roza al encender sus fuegos. Es gracias a ella y para ver palabras convertirse en piedras preciosas que yo he escrito canciones. Es verdad que ella no las canta, pero es suficiente para que ella tenga derecho a mi gratitud y a la de todos.?
La palidez de una Greco serena destaca con el sopor del calor de la Costa del Sol. El mito ha venido a actuar al parque de atracciones T¨ªvoli, en Benalm¨¢dena, lugar apto para artistas de masas. ?Yo soy una cantante de masas, en absoluto correspondo a un p¨²blico elitista. Esto, lo afirmo rotundamente por que tengo muchas pruebas de ello. Me gusta el contacto con la gente, es importante conocerla, porque a trav¨¦s de ella siempre se aprende.?
Juliette Greco se define como mujer de vida dif¨ªcil: ?Soy como soy. Mi vida es compleja. Si canto quince canciones, vivo quince vidas. Mi vida, mi ser contestatario, no es destructivo, sino constructivo. Soy mujer y no es malo serlo, ni tampoco f¨¢cil. Es maravilloso ser mujer y poder defender lo que una ama. ?
Su caminar es una b¨²squeda de libertad: ?Mi libertad termina donde comienza la de los dem¨¢s. La libertad est¨¢ con los dem¨¢s. Tambi¨¦n fui libre en la c¨¢rcel, s¨®lo que all¨ª hab¨ªa una llave. Y es que la libertad nada tiene que ver con estar o no en la c¨¢rcel.?
?Mis canciones?, dice, ?no tienen mensaje en especial, canto lo que he vivido y como la gente lo puede entender, canto la vida misma.? En cuanto a la m¨²sica moderna, se?ala que ?me agrada por que no es, como dicen algunos, s¨®lo ruido, tiene algo m¨¢s. El amor tambi¨¦n es ruido, para luego llegar a un silencio de calidad. Sin embargo, cuando quiero descansar escucho m¨²sica cl¨¢sica?.
La Greco es una mujer del recuerdo. Pronto te habla de su ayer triste, ?cuando sal¨ª de la prisi¨®n fui a ver a mi profesora de franc¨¦s. Era comediante y pod¨ªa comprender mi amor por el teatro. Ella se ocup¨® de m¨ª. Yo era una ni?a y estaba sola. Es muy dif¨ªcil ocuparse de una ni?a que no tiene lazos de ninguna clase. Yo habitaba una pensi¨®n familiar donde viv¨ªan estudiantes, gente de teatro, una vieja dama que hab¨ªa consagrado su vida a los leprosos y el se?or O'Brady, que quer¨ªa que yo cantara. En el s¨®tano de esa curiosa casa hab¨ªa un viejo piano desafinado con el que am¨¦ la m¨²sica, Hoy sigo siendo fiel a mis amores de entonces?.
Para la historia quedan sus actuaciones teatrales con Daniel. Gelin, Jean-Louis Trintignant o Michel R¨¦; sus pel¨ªculas con Cocteau, Lemair, John Houston, Orson Welles, Tyrone Power. Toda una etapa de la canci¨®n y del cine mundial. Quiz¨¢ su caminar actual sea la m¨¢s fiel definici¨®n de esta Greco de 1979: ?He dado la vuelta al mundo muchas veces y cada vez he encontrado personas que hicieron que valiese la pena el viaje. Hoy me encuentro rica de vida, de amor y de memorias. Contin¨²o haciendo lo que puedo dentro de mi familia, pase¨¢ndome a lo largo de los caminos de las cabras, que est¨¢n llenos de piedras, pero que son floridos.?
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