Pol¨¦mica en Francia sobre la necesidad de una defensa europea com¨²n
A consecuencia de unas declaraciones de responsables pol¨ªticos y militares, relativas a la conveniencia de una colaboraci¨®n nuclear franco-alemana, vuelve a plantearse la cuesti¨®n de la defensa europea com¨²n. Comunistas y gaullistas sospechan de nuevo que el giscardismo prepara un cambio de estrategia militar que concluir¨ªa con la desaparici¨®n de la OTAN.El problema de la organizaci¨®n de la defensa a escala europea ya tiene un cuarto de siglo de edad. Desde que la Comunidad Europa de Defensa (CED), al principio de los a?os cincuenta, evocara la posibilidad de integrar las futuras fuerzas armadas alemanas en el seno de un ej¨¦rcito europeo, la cuesti¨®n se ha replanteado en varias ocasiones, pero nunca lleg¨® a concretarse. Las dificultades inherentes a una integraci¨®n militar multinacional han sido precedidas siempre por el tab¨² heredado de la ¨²ltima guerra mundial: ?Imposible dotar a los alemanes de armamento nuclear?.
Desde que comenz¨® 1979, la construcci¨®n europea ha dado algunos pasos que a¨²n no se han traducido pr¨¢cticamente en resultados espectaculares, pero que m¨¢s all¨¢ del ¨¢rea de los nueve se valoran como un potencial digno de cierta consideraci¨®n: en el orden pol¨ªtico, la elecci¨®n del Parlamento por sufragio universal es un hecho irreversible. En el orden econ¨®mico, la creaci¨®n del Sistema Monetario Europeo (SME) y los primeros escarceos con vistas a la realizaci¨®n de una pol¨ªtica energ¨¦tica com¨²n son tambi¨¦n datos significativos.
A estas alturas de 1979, ?el a?o comunitario crucial?, s¨®lo quedaba pendiente de ?elementos nuevos? el aspecto militar de la construcci¨®n europea. ?Se debe a esto ¨²ltimo la emergencia, una vez m¨¢s, del debate sobre la organizaci¨®n de la defensa de la CEE? Lo cierto es que las declaraciones de un gaullista hist¨®rico, disidente del ?chiraquismo?, Alexandre Sanguinetti, y de un general retirado, Georges Buis, sobre la conveniencia de compartir el arma at¨®mica gala con los alemanes se ha interpretado, en Par¨ªs, en Bonn y en Washington, como una nueva tentativa en el sentido de la creaci¨®n de ese ej¨¦rcito comunitario, con fuerza at¨®mica propia. Esto implicar¨ªa la desaparici¨®n de la OTAN y conllevar¨ªa, en una Europa federal, una presidencia con un titular elegido por sufragio universal que, llegada la eventualidad, decidir¨ªa el empleo de la bomba at¨®mica. Quienes sospechan del presidente franc¨¦s, Valery Giscard d'Estaing, como ?art¨ªfice? de la nueva versi¨®n de la vieja utop¨ªa militar comunitaria, tambi¨¦n imaginaba los planes secretos del hombre del palacio del El¨ªseo: nueva reelecci¨®n en 1981 y, una vez concluido este segundo mandato, puesta a punto para entrar en la historia como el primer presidente europeo. Todo esto no es para ma?ana, en un mundo regido a¨²n por el ?esp¨ªritu? de Yalta, pero los gaullistas y comunistas, otra vez unidos, entienden que la reactivaci¨®n de la pol¨¦mica sobre la integraci¨®n militar franco-alemana no es m¨¢s que el pre¨¢mbulo de la pretendida fuerza europea, que consagrar¨ªa, seg¨²n dicen, ?el abandono de nuestra independencia nacional?.
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