Una pol¨ªtica exterior equivocada
?( ... ?Qui¨¦n dirige nuestra pol¨ªtica exterior, si acaso la dirige alguien? No podemos evitar la pregunta ante las muestras evidentes de ese andar tanteando, a rem¨®lque de los acontecimientos, que caracteriza todos los pasos que da nuestro Ministerio del Exterior. Ayer fue Nicaragua; hoy, como anteayer, es el S¨¢hara. El partido del Gobierno hareconocido al Frente Polis.ario, lo que equivale a una denuncia p¨²blica del Tratado de Madrid. Pero el Gobierno, que reafirma por boca de su ministro, se?or Oreja, la tesis espa?ola mantenida al concertar dicho Tratado -entrega de la misi¨®n administradora, sin reconocer ning¨²n derecho de soberan¨ªa a las nuevas potencias administradoras-, al tiempo que se somete a las estipulaciones marroqu¨ªes sobre el derecho de pesca en las aguas saharauis, incluso en las recientemente usurpadas del territorio de R¨ªo de Oro, esquiva sus responsabilidades ante la necesidad de denunciar el Tratado de Madrid, violado por Marruecos y Mauritania, y exigir el cumplimiento de lo pactado: celebraci¨®n de un refer¨¦ndum, bajo la supervisi¨®n de la ONU, para que el pueblo saharaui decida su destino. Estamos acostumbrados a las dobles y triples pol¨ªticas paralelas de nuestra diplomacia, pero nos parece muy poco diplom¨¢tico el hecho de insistir p¨²blicamente en nuestra adhesi¨®n al principio de la descolonizaci¨®n, tal como se estableci¨® por las Naciones Unidas, y en el rechazo de la pretendida soberan¨ªa marroqu¨ª, cuando no se est¨¢ dispuesto -o preparado- a secundar las manifestaciones verbales. con los actos. En este caso, vale m¨¢s callarse.Quede bien claro que no reprochamos al Gobierno su decisi¨®n de no reconocer las pretensiones marroqu¨ªes a la soberan¨ªa del S¨¢hara y de permanecer fiel al derecho del pueblo saharaui a expresar su voluntad por medio de un refer¨¦ndum. Le reprochamos precisamente la contradicci¨®n entre sus manifestaciones verbales y sus actos, o su inhibici¨®n, cuando las palabras exigen la adopci¨®n de las medidas consiguientes. Y ¨¦stas se desvanecen, tal vez bajo la presi¨®n de otras canciller¨ªas, o acaso porque las palabras no correspond¨ªan a ning¨²n proyecto de actuaci¨®n. Lo cual, como es l¨®gico, nos hace dudar de las intenciones del Gobierno o de su capacidad para desarroliar una pol¨ªtica internacional coherente. O bien sucede que en el Gobierno cada departamento o cada grupo de presi¨®n desarrolla por separado una pol¨ªtica internacional diferente (...)
No debe repetirse la pol¨ªtica que el Gobierno desarrollo en Nicaragua, respaldando hasta el ¨²ltimo instante la posici¨®n de Estados Unidos, para luego quedar en entredicho ante los ojos del pueblo nicarag¨¹ense. Aqu¨ª, en el S¨¢hara, nuestra situaci¨®n es todav¨ªa m¨¢s delicada. (... )
29 de agosto
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