Profundas divergencias sobre el Ulster entre los Gobiernos de Londres y Dubl¨ªn
Las conversaciones entre los primeros ministros de Gran Breta?a e Irlanda sobre el conflictivo tema del Ulster pueden terminar en un di¨¢logo de sordos, a causa de las divergentes posiciones mantenidas por sus principales protagonistas, Margaret Thatcher y Jack Lynch.
La reuni¨®n fue pedida por la se?ora Thatcher, a ra¨ªz de los sangrientos acontecimientos del 27 de agosto pasado, en los que perdieron la vida en dos atentados terroristas 23 personas, entre ellas el primo de la reina y h¨¦roe de la segunda guerra mundial lord Mountbatten de Birmania. La invitaci¨®n fue inmediatamente aceptada por los irlandeses.Pero cuando s¨®lo faltan 24 horas para el comienzo de las conversaciones, las posiciones de los dos Gobiernos no pueden ser m¨¢s dispares. La cumbre anglo-irlandesa se iniciar¨¢ en el n¨²mero 10 de Downing Street, despu¨¦s de finalizar los solemnes funerales oficiales por lord Mountbatten, que tendr¨¢n lugar con asistencia de la familia real, Ma?ana mi¨¦rcoles, en la abad¨ªa de Westminter.
?A qu¨¦ se debe esa disparidad de opiniones? Obviamente, a una relaci¨®n causa-efecto. As¨ª, mientras que Lynch pretende ahondar en las conversaciones para anallizar las verdaderas causas del problema del Ulster y sus ra¨ªces, la se?ora Thatcher no est¨¢ dispuesta, principalmente tras los atentados terroristas, a hacer la m¨¢s m¨ªnima concesi¨®n pol¨ªtica y quiere que las conversaciones se circunscriban ¨²nicamente al terrorismo.
El Gobierno de Londres ha manifestado por boca del secretario de Estado para Asuntos de Irlanda del Norte, Humplirey Atkins, que Gran Breta?a plantear¨¢ tres cuestiones al pol¨ªtico irland¨¦s: la posibilidad de que miembros de la polic¨ªa de Irlanda del Norte asistan a interrogatorios de sospechosos de haber cometido delitos terroristas que sean detenidos en el Eire; el establecimiento de una comunicaci¨®n directa entre los dos ej¨¦rcitos, y que se autorice a las fuerzas de seguridad brit¨¢nicas el cruce de la frontera de la Rep¨²blica para perseguir a los terroristas.
La respuesta de Lynch no se ha hecho esperar. En una entrevista radiof¨®nica, el primer ministro irland¨¦s declar¨® que los tres puntos ?no eran realistas ni constructivos?, ya que la cuesti¨®n de la seguridad no constituye la causa, sino el efecto del impasse pol¨ªtico que se registra en el tema del Ulster.
Lynch puso de manifiesto que era impensable conceder permiso a las fuerzas de seguridad brit¨¢nicas para perseguir a los terroristas en la Rep¨²blica de Irlanda, ya que ning¨²n pa¨ªs del mundo autoriza a las fuerzas armadas de otro pa¨ªs a llevar a cabo operacion es militares en su territorio. En cuanto a la presencia de polic¨ªas del Ulster en interrogatorios en el Sur, los tribunales irlandeses la considerar¨ªan como una presi¨®n sobre los acusados. Por ¨²ltimo, Lynch desech¨® el establecimiento de canales directos de comunicaci¨®n entre las fuerzas armadas de los dos pa¨ªses.
Entre tanto, la tensi¨®n en el Ulster aumenta, en lugar de disminuir. Una organizaci¨®n ilegal protestante ha anunciado la reanudaci¨®n de su campa?a armada contra el IRA tras dos a?os de inactividad. En una conferencia de prensa celebrada el domingo en un lugar secreto, los Luchadores por la Libertad del Ulster, declarada fuera de la ley hace cuatro a?os, anunci¨® el comienzo de una ofensiva contra el IRA, contra el Ej¨¦rcito Nacional de Liberaci¨®n Irland¨¦s (Inla) y contra los miembros de las fuerzas de seguridad, que, seg¨²n ellos, han infringido malos tratos a sus militantes detenidos.
Dos portavoces del grupo, que se presentaron a los periodistas fuertemente armados y con la cara cubierta, manifestaron que ?conoc¨ªan perfectamente a sus enemigos y sus escondites, dentro y fuera del Ulster. A la mitad de la reuni¨®n, un periodista pregunt¨®: ??Qu¨¦ pasar¨ªa ahora si llegase el Ej¨¦rcito?? La respuesta fue tajante: ?Disparar¨ªamos contra ellos, naturalmente despu¨¦s de mataros a vosotros.?
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