El "cansancio de la muerte"
HACE Pocos d¨ªas, el diputado socialista vasco se?or Benegas aludi¨® al ?cansancio de la muerte? que invade progresivamente al pueblo vasco. Pero los ¨²ltimos asesinatos cometidos por los comandos de ETA y el desenlace de la manifestaci¨®n del s¨¢bado pasado en San Sebasti¨¢n no pueden sino aumentar el desaliento de todos los que creen que el derecho a la vida es el primero y el m¨¢s fundamental de los derechos humanos y que conf¨ªan en que el refrendo popular del Estatuto de Guernica abra el camino hacia la paz en Euskadi.En cualquier caso, parece necesario insistir en que el ¨¦xito de la negociaci¨®n entre el PNV y el Gobierno y el respaldo dado a ese acuerdo por todas las fuerzas parlamentarias no es sino el comienzo de una larga marcha hacia la reconciliaci¨®n de los vascos -todos los hombres y mujeres que viven y trabajan en Euskadi- entre s¨ª y con el resto de los espa?oles. Muchos son los peligros que acechan en esa senda. La criminal compulsi¨®n de ETA es, desde luego, el obst¨¢culo principal y la m¨¢xima amenaza. Esos grupos armados han logrado un elevado grado de impunidad en sus acciones, gracias, en parte -aunque s¨®lo en parte-, al ?santuario? del Pa¨ªs Vasco franc¨¦s, cuya enorme importancia log¨ªstica para los terroristas queda puesta de manifiesto por la campa?a desencade nada contra las medidas de Par¨ªs que privan a los etarras de su c¨®modo refugio en los Pirineos Atl¨¢nticos y que dio origen a la manifestaci¨®n del s¨¢bado en San Sebasti¨¢n. La debilidad de las perspectivas pol¨ªticas de ETA, metida en el callej¨®n sin salida de una lucha a contracorriente de la historia, de la geopol¨ªtica y de la estructura social de un pa¨ªs industrial avanzado se hizo todav¨ªa m¨¢s acentuada el 17 de julio de 1979, momento en que sus esperanzas de un ?frente de rechazo? con el nacionalismo vasco mode rado se desvanecieron. ETA, los l¨ªderes de Herri Batasuna y el electorado que les sigue se tienen que enfrentar, a partir de esa fecha, no s¨®lo con los centristas, socialistas y comunistas vascos que les votan, sino tambi¨¦n con el PNV Euskadiko Ezkerra. Ante este giro radical de la situaci¨®n, ?no terminar¨¢ por alcanzar ?el cansancio de la muerte? a los adversarios del Estatuto de Guernica, abocados a que la l¨®gica de la situaci¨®n les lleve a dirigir sus armas contra los sectores del nacionalismo vasco, moderado y radical, que aceptan el camino de la paz y de la reconciliaci¨®n del r¨¦gimen de autonom¨ªa y las instituciones de autogobierno? Desgraciadamente, sucesos como el, homicidio de Ignacio Quijera, en San Sebasti¨¢n, pueden permitir a ETA y a Herri Batasuna recuperar el enorme terreno perdido con la aprobaci¨®n del Estatuto y cambiar el flujo de la marea en su favor. Los errores de las Fuerzas de Orden P¨²blico o la ?legal extralimitaci¨®n y abuso de algunos de sus miembros no tienen otro resultado que reabrir la espiral de la violencia y de los odios. ETA y Herri Batasuna s¨®lo pueden contar ya, para contrarrestar su debilidad pol¨ªtica, con la sangre derramada que justifique sus vaticinios catastrof¨ªstas y alimente la mala conciencia del resto del nacionalismo vasco moderado. Aunque a las 48 horas del sangriento incidente de San Sebasti¨¢n, el Gobierno no se hab¨ªa dignado todav¨ªa en dar una versi¨®n oficial de lo ocurrido, existen numerosos testimonios que apuntan, en la muerte de Ignacio Quijera, indicios de criminalidad. En cualquier caso, es un juez, no la prensa, no el Gobierno, quien tiene que decidirlo. Insistimos: no el Gobierno ni los superiores jer¨¢rquicos. El Gobierno estaba en su derecho de no autorizar la manifestaci¨®n y en el deber de evitar des¨®rdenes. Pero el respeto a la vida humana es el primero de todos los requisitos en el cumplimiento de esta tarea.
El autor del disparo que seg¨® la vida del joven Quijera ha sido arrestado, pero no sabemos su nombre ni gra duaci¨®n, ni si actu¨® por su cuenta u obedeciendo ¨®rdenes. Si su acci¨®n form¨® parte de un plan o era una locura aislada. Los nefastos precedentes de Pamplona y Renter¨ªa obligan a desconfiar de los procedimientos dilatorios, que terminan condenando, al polvo, a los expedientes y librando de toda culpa a los responsables. Precisamente la incapacidad del se?or Mart¨ªn Villa, cuya sagacidad pol¨ªtica en otros terrenos es de sobra conocida, para estar a la altura de las circunstancias en los sucesos de Pamplona y Renter¨ªa y para comprender los problemas del Pa¨ªsYasco se halla en los or¨ªgenes de su actual ostracismo gubernamental. Con mayor raz¨®n hay que exigir ahora, despu¨¦s de la aprobaci¨®n en el Congreso del Esta tuto de Guernica, que el se?or Ib¨¢?ez Freire adopte las dr¨¢sticas medidas que su predecesor en el Ministerio del Interior no supo, no quiso o no pudo adoptar. El culpable o los culpables de la muerte de Ignacio Quijera deben ser entregados al poder judicial para que respondan de sus actos y paguen por ellos si cometieron delito.
El gobernador civil de Guip¨²zcoa, reciente en el cargo, debe asumir la realidad de que con los sucesos del fin de semana ha hecho al terrorismo de ETA un magn¨ªfico regalo. A preguntas de este peri¨®dico, ha dicho que no ten¨ªa nada que decir. La benevolencia hace suponer que lo que pasa es que no sabe qu¨¦ decir. La manifestaci¨®n del s¨¢bado no estaba apoyada por el PNV, pero la protesta por la muerte del joven Ignacio. es, l¨®gica y justamente, general. La polic¨ªa tiene medios y hombres suficientes para reprimir los disturbios sin originar muertes. Veamos si el se?or ministro del Interior es capaz de hacer prevalecer el principio de la justicia frente al esp¨ªritu de cuerpo. La vida de un hombre as¨ª lo reclama.
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