Los proximos debates internacionales sobre dise?o, posible ejemplo para Espa?a
Una serie de conferencias sobre el tema del dise?o se dictar¨¢n a finales de este mes en Londres, organizadas por el Real Instituto de Aquitectos Brit¨¢nicos (RIBA) y la Sociedad de Artistas y Dise?adores Industriales Ingleses. En octubre, por otra parte, se celebrar¨¢ en M¨¦xico el XI Congreso Mundial del Consejo Internacional de Sociedades de Dise?o Industrial (ICSID). All¨ª van a tratarse los nuevos enfoques de la tecnolog¨ªa y el dise?o, las inversiones extranjeras y su correspondiente cr¨ªtica a las tecnolog¨ªas centrales, as¨ª como los nuevos modelos de desarrollo para pa¨ªses dependientes, temas, sin duda, de una gran actualidad para el momento espa?ol. Un arquitecto especialista en estas cuestiones, Antonio Fern¨¢ndez-Alba, analiza desde la perspectiva espa?ola estos acontecimientos inmediatos.
Son muy escasas las referencias que sobre el tema del dise?o aparecen en los medios de comunicaci¨®n social de nuestro pa¨ªs, y, lo que parece m¨¢s grave, son muy pocos los s¨ªntomas que se aprecian desde los centros de decisi¨®n del Estado que aprecien la dimensi¨®n pol¨ªtico- econ¨®mica que representa la planificaci¨®n y el control de una cultura tecnol¨®gica propia y racionalizada. En un editorial publicado en estas mismas p¨¢ginas (v¨¦ase EL PAIS de 9-8-1978), titulado Dependencia econ¨®mica exterior: un debate necesario, situaba con precisi¨®n y claridad una de las cuestiones clave para nuestro futuro tecnol¨®gico. ?Si la importaci¨®n de tecnolog¨ªa extranjera ha constituido?, se?alaba el citado editorial, ?una v¨ªa de modernizaci¨®n de industrias nacionales, tambi¨¦n es cierto que Espa?a corre el riesgo de instalarse en un pa¨ªs dependiente de los grandes modelos industriales.?Esta dependencia de las tecnolog¨ªas centrales, como ha ocurrido en otros pa¨ªses en la. escalada desarrollista, estaba marcada por los intereses econ¨®micos que produc¨ªa, sin atender a los efectos secundarios que de una falta de planificaci¨®n podr¨ªan derivarse, efectos que se han hecho patentes en la d¨¦cada de los setenta y, en ocasiones, con catastr¨®ficas consecuencias.
El ejemplo del "Naranjito"
En Espa?a, los principios del dise?o en general y del dise?o industrial en particular han sido una actividad importada, tanto en sus productos como en sus aportaciones te¨®ricas, grupos aislados verdaderamente esforzados dentro del panorama catal¨¢n y de actividades espec¨ªficas de dise?adores concretos han elevado con una gran dignidad de realizaci¨®n los productos por ellos dise?ados, al margen, cuando no en contra, de las industrias nacionales, las marcas extranjeras o la propia Administraci¨®n, cuya incultura en estos temas llega a situaciones tan c¨®micas y lamentables como el anagrama de los mundiales de f¨²tbol.Intentar relacionar el dise?o, y el dise?o industrial en particular, con la industrializaci¨®n del pa¨ªs, no es un gesto de nacionalismo inconsecuente, sino evaluar el valor instrumental del dise?o para el desarrollo, entendido como una mejora de la cultura material de la mayor parte de la poblaci¨®n.
No se puede comprender c¨®mo ministerios como el de Industria y Comercio no han fiscalizado a¨²n los efectos micro y macroecon¨®micos del dise?o industrial; pues, independientemente de las desoladoras cifras en royalties (1.500 millones, seg¨²n datos de la propia Administraci¨®n, fueron abonados en los ejercicios comprendidos entre 1974-1977), aparecen factores de racionalizaci¨®n evidentes, como creaci¨®n de fuentes de trabajo, aumento de la productividad, fomento de valores de uso m¨¢s adecuado a las necesidades locales y sustituci¨®n de importaciones concertadas con las tecnolog¨ªas centrales. Se estima que al finalizar esta d¨¦cada el monto comprobable pagado por los pa¨ªses perif¨¦ricos a los llamados pa¨ªses centrales, en concepto. de tecnolog¨ªa (patentes, marcas, dise?os, asistencia t¨¦cnica...), ascender¨¢ a 9.000 millones de d¨®lares, aproximadamente un 15% del total de las exportaciones de los pa¨ªses perif¨¦ricos. Los costos no comprobables pueden llegar a unos 30.000 millones de d¨®lares, cifra que explica los esfuerzos por parte de los pa¨ªses centrales para no eludir la dependencia.
Es evidente que el subdesarrollo ya no puede contemplarse como una diferencia en tiempos, sino como resultado del actual orden econ¨®mico mundial. ?A qu¨¦ esperan organismos tan ruinosos como el INI, verdadera multinacional de la inoperatividad tecnol¨®gica, para evidenciar una actitud beligerante contra las dependencias de tecnolog¨ªas centrales?
Ser¨¢ preciso llamar, una vez m¨¢s, la atenci¨®n de una Administraci¨®n demasiado entretenida en los juegos florales de las pol¨ªticas de partido, o en convenios industriales con pa¨ªses ex¨®ticos, de la necesidad de atender los presupuestos, que con una precisi¨®n meridiana se proclaman desde una teor¨ªa cr¨ªtica en torno a las relaciones entre dise?o y dependencia tecnol¨®gica. Pues, amparados muchos pol¨ªticos y pol¨ªticas en lecturas emocionales dentro de la ideolog¨ªa en que militan, olvidan o suelen marginar el hecho de que una dependencia en el dise?o representa una intr¨ªnseca dependencia tecnol¨®gica y, como consecuencia, un modelo de colonialismo industrial.
Con bastante claridad ha se?alado un te¨®rico del dise?o ?que la creaci¨®n de puestos de trabajo productivo constituye uno de los graves problemas de los pa¨ªses dependientes. De ello deriva la necesidad de desarrollar proyectos que requieren intensidad de trabajo, preferiblemente a intensidad de capital?. Un cambio cualitativo se perfila hoy en las nuevas fronteras del dise?o; un dise?o intermedio que nace como respuesta adecuada a problemas concretos de un entorno sociocultural dado. Este postulado es hoy considerado como un proyecto innovador. Su pretensi¨®n, sin mayor ret¨®rica formales configurar y formalizar productos de cualificado valor de uso frente al dise?o de tantas mercanc¨ªas vinculadas a la din¨¢mica de intercambio mercantil, tan propicias a la sociedad de consumo dirigido.
Frente a la dependencia tecnol¨®gica postulada como doctrina y asimilada como principio, el dise?ador, consciente del rol social, plantea hoy el axioma de una tecnolog¨ªa intermedia, adscrita a las necesidades del lugar, producida en funci¨®n de una racionalidad de uso y controlada por las limitaciones econ¨®micas, pol¨ªticas y culturales, que permitan una participaci¨®n m¨¢s activa en los procesos de planificaci¨®n y proyecto. Controlar, por tanto, la importaci¨®n de tecnolog¨ªa extranjera, crear centros de investigaci¨®n y aprendizaje no existe en el pa¨ªs ning¨²n centro oficial de las ense?anzas del dise?o), experimentar las patentes propias, m¨¢s que promocionar la reproducci¨®n de dise?os importados, ser¨¢n, sin duda, cuestiones a plantear a trav¨¦s de una pol¨ªtica l¨®gica de industrializaci¨®n.
El proteccionismo al dise?o de los pa¨ªses centrales no deja de ser una forma de colonialismo tecnol¨®gico. Reclamar, por tanto, de los poderes p¨²blicos un conocimiento m¨¢s riguroso de estos temas, y solicitar de los partidos pol¨ªticos en la oposici¨®n una postura m¨¢s concreta en pol¨ªtica de tecnolog¨ªa intermedia, tendr¨¢ que ser, en un futuro, objeto de un debate nacional.
Babelia
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