Galicia busca su identidad perdida
Los gallegos han perdido oficios, artes, expresiones y maneras de vivir, sepultadas por la civilizaci¨®n del pl¨¢stico y por el arrollador avance de los grandes medios de comunicaci¨®n, que, por otra parte, tienen una audiencia bastante limitada. En este informe de se repasan las razones por las que se ha llegado a producir la penuria cultural que hoy padece la regi¨®n gallega. La historia de la cultura aut¨®ctona gallega es la odisea de una continuada resistencia, sobre todo en las d¨¦cadas del franquismo, a la p¨¦rdida de la identidad esencial de Galicia a trav¨¦s de todas sus expresiones: cultura popular, folklore, literatura culta, arte, comunicaci¨®n, etc¨¦tera.
Un poeta tristemente desaparecido para siempre estos d¨ªas, Celso Emilio Ferreiro, habl¨® de las miserias de esta crisis de identidad gallega, provocada por causas ajenas a la voluntad de Galicia, aludiendo a la larga noche de piedra de los a?os pasados que forzosamente dejaron su huella cultural.Si ha de entenderse por cultura su sentido m¨¢s amplio de una voluntad de conseguir la atm¨®sfera que haga habitable el espacio ocupado por cada hombre, en Galicia la lucha, la resistencia cultural prendi¨® en varios frentes que tuvieron siempre, como denominador com¨²n, la restauraci¨®n del idioma propio como gran marca perenne de la identidad de los gallegos. Sobre este punto, se tejieron todas las estrategias en los ¨²ltimos a?os.
Las dificultades no han sido escasas. Desde la persecuci¨®n sistem¨¢tica sufrida por todo aquello que oliera a aut¨¦nticamente aut¨®ctono, en las dos primeras d¨¦cadas del franquismo (?hable usted la lengua del Imperio?) hasta el desprecio oficializado o la marginaci¨®n de los ¨²ltimos a?os hay todo un camino de espinas para el hecho cultural gallego que se tradujo en la aceleraci¨®n de una crisis que hizo pensar a observadores como Alonso Montero en la hipot¨¦tica desaparici¨®n del idioma gallego, con la consiguiente y ya c¨¦lebre pol¨¦mica levantada en torno a esto por el tambi¨¦n fil¨®logo y pol¨ªtico Francisco Rodr¨ªguez.
Principales protagonistas de esta resistencia han sido siempre los escritores que levantaron el gallego como medio, incluso como arma, irrenunciable de expresi¨®n. La lista alcanzar¨ªa casos tan dispares como Alvaro Cunqueiro o Celso Emilio Ferreiro, M¨¦ndez Ferr¨ªn o Carlos Casares, etc¨¦tera. En todos los escritores gallegos de lengua, subyaci¨®, de unas maneras o de otras, la voluntad de hacer sobrevivir a la cultura de Galicia. La desaparecida figura patriarcal de Ram¨®n Otero Pedrayo signific¨®, a veces, el puente de uni¨®n por lo que ten¨ªa de venerable su obra para generaciones muy distintas.
De todos los a?os pasados qued¨®, seg¨²n todos los indicios, una voluntad creciente de recuperar la identidad gallega, nuevamente sometida a diversos factores de disgregaci¨®n que ahora tienen, l¨®gicamente, signos distintos a los anteriores. Se ha dicho que uno de los principales enemigos de la cultura popular de Galicia habr¨ªa sido, la penetraci¨®n apabullante de la televisi¨®n en el mundo rural. Es indudablemente cierto, hasta el punto de que este medio ha favorecido incluso el deterioro constante del idioma mediante su omnipotente influencia colonizadora del castellano.
Televisi¨®n "gallega"
Galicia cuenta desde 1974, con una emisi¨®n diaria de televisi¨®n gallega, pero la experiencia ha demostrado que la Administraci¨®n central no quiso ni supo jam¨¢s. Porque no le interes¨® promover un centro gallego desde el que se hiciera la televisi¨®n que las circunstancias est¨¢n reclamando. S¨®lo la televisi¨®n o la radio alcanzan a la inmensa mayor¨ªa de la poblaci¨®n gallega, que sigue sin acceder, por el contrario, a la lectura diaria de peri¨®dicos o al consumo de revistas equiparables con otras, zonas de Espa?a. La realidad demuestra, a pesar de la proliferaci¨®n de cabeceras,(m¨¢s de veinte en circulaci¨®n en estos momentos), que Galicia sigue consumiendo todav¨ªa un 20 % menos de prensa que la media nacional. Algo parecido sucede con las ediciones de libros, que no suelen alcanzar, m¨¢s que en contadas ocasiones, difusi¨®n media superiora los 2.000 ejemplares. Habr¨ªa que resaltar, sin embargo, que la b¨²squeda de la identidad gallega se plasm¨® siempre mucho m¨¢s desde el libro que desde otros soportes comunicativos.
Las formas populares de expresi¨®n cultural (folklore, literatura popular, artesan¨ªa, costumbres, etc¨¦tera) son las que han recibido con mayor beligerancia y con resultados m¨¢s destructores la agresi¨®n constante de ?la civilizaci¨®n del pl¨¢stico?. Se han perdido oficios, artes, expresiones y maneras de vivir que s¨®lo el esfuerzo met¨®dico podr¨ªa conseguir que no desaparecieran totalmente. En eso est¨¢, por ejemplo, el Museo do Pobo Galego, creado hace menos de dos a?os y que tiene todav¨ªa una vida perentoria por falta de medios materiales. Por ese camino marcha tamDi¨¦n el actual intento de recuperar, reforz¨¢ndola, la vieja tradici¨®n investigadora del Seminario de Estudios Gallegos.
Hace pocas semanas se ha promulgado, despu¨¦s de largu¨ªs¨ªma espera, el primer decreto regulador del gallego en la ense?anza. Desde el presidente de la Real Academia Gallega, que se manifest¨® optimista en relaci¨®n a los resultados que pueden obtenerse a partir de esta medida legal, hasta las posiciones m¨¢s totalizadoras, que se?alan el decreto como algo que va a servir para muy poco o para casi nada, se mueve por el momento la expecta tiva de cu¨¢les van a ser los t¨¦rminos exactos de su aplicaci¨®n pr¨¢ctica. El ministro de Educaci¨®n, Jos¨¦ Manuel Otero Novas, lo dec¨ªa hace muy poco tiempo: es mejor salir a la arena de la normalizaci¨®n idiom¨¢tica de Galicia que esperar a que los elementos para esta normalizaci¨®n estuvieran todos prestos con el tiempo.
Galicia tampoco est¨¢ ya absolutamente desprovista para iniciar su recuperaci¨®n cultural. Si bien es cierto que hoy pueden faltar maestros y profesores formados adecuadamente para la ense?anza en gallego, no lo es menos que ya se cuenta con profesionales salidos del Instituto da Lingua Galega, de la c¨¢tedra de Gallego de la Universidad de Santiago o de otras fuentes menos dotadas por ahora, con los que el proceso de normalizaci¨®n puede emprenderse a partir de este curso pr¨®ximo.
El tema es, de momento, m¨¢s dif¨ªcil si se plantea la normalizaci¨®n cultural a trav¨¦s del teatro o del cine, por ejemplo. Est¨¢ en el aire qu¨¦ tipos de ayudas va a poner en pr¨¢ctica el Ministerio de Cultura, si de verdad quiere dotar a Galicia de la infraestructura teatral necesaria. Entre los mismos profesionales del teatro, todav¨ªa pocos y poco maduros, no hay confluencia de ideas acerca de si la acci¨®n teatral debe ser planteada a trav¨¦s de estables y ambulantes o por medio de la municipalizaci¨®n.
El caso del cine es a¨²n m¨¢s precario, puesto que, hasta el momento, carece de los m¨¢s elementales medios que pudieran hacer viable una producci¨®n gallega eficiente. Se han inventado caminos distintos, siempre a partir de la iniciativa privada, que hasta ahora produjeron resultados poco alentadores. La crisis de identidad gallega con respecto al cine es todav¨ªa mucho m¨¢s evidente, puesto que todav¨ªa se sigue discutiendo sobre el papel qu¨¦ es o no es cine gallego, mientras que el voluntarioso espectador lo ¨²nico que puede hacer es sufrir los malos resultados.
Medios culturales consultados por EL PAIS apuntan buena culpa de la actual miseria cultural de Galicia a los partidos pol¨ªticos, por su falta de preocupaci¨®n a la hora de buscar planificaciones y programas de acci¨®n cultural concreta. Un escritor de la categor¨ªa de Eduardo Blanco Amor suele lamentarse del mal uso pol¨ªtico que se est¨¢ haciendo del gallego, y la verdad es que la lectura de las comunicaciones pol¨ªticas de los partidos resulta casi siempre descorazonadora, si se hace desde el punto de vista de la normalizaci¨®n ling¨¹¨ªstica.
La reciente muerte de Celso Emilio Ferreiro puso de manifiesto todav¨ªa algo que ha sido siempre un caballo de batalla de la iglesia progresista gallega, como es la afirmaci¨®n de su pastoral a trav¨¦s del uso del gallego. Tampoco por este lado se cerr¨® la crisis. Las expectativas, ante un panorama as¨ª, est¨¢n siendo contempladas seg¨²n la ¨®ptica pol¨ªtica de cada cual, y van desde posiciones que aseguran que nunca Galicia estuvo tan cerca de su rostro real hasta opiniones menos optimistas, en las que se afirma que el proceso degradatorio contin¨²a y que las amenazas de resultar aculturados por otros de ¨¢mbitos m¨¢s universales permanecen ahora tanto o m¨¢s que nunca.
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