Un socialismo moderno
Transcurridos ya m¨¢s de dos meses desde la clausura del 28.? Congreso del PSOE, aqu¨¦l puede verse, al menos aparentemente, desde la distancia que escribo (EEUU) y que me impidi¨® presenciarlo personalmente, como un enfrentamiento de dos tendencias pol¨ªticas con claros perfiles. Por una parte, los defensores de una orientaci¨®n socialdem¨®crata que implicar¨ªa la v¨ªa reformista, si no correctora, del r¨¦gimen capitalista de Espa?a. Por otra, la v¨ªa socialista revolucionaria con aspiraciones a crear un sistema colectivista de base marxista.Pues bien, en cualquiera de los casos, de ser as¨ª, se estar¨ªan defendiendo posiciones desfasadas, ajenas a las propias necesidades de una sociedad din¨¢mica, con plena explosi¨®n vital, como es la espa?ola actual. Las discusiones del Congreso, e incluso las posteriores consecuencias que han dado lugar a diferentes ponencias o documentos, se hallan m¨¢s cerca de la liturgia trentina que de lo que debe ser la discusi¨®n program¨¢tica de un partido que puede llegar al Gobierno en el t¨¦rmino de unos pocos a?os.
Sin embargo, en honor a la verdad, semejante enfrentamiento dial¨¦ctico encuentra una razonable justificaci¨®n, porque en definitiva trasluce la inexistencia en nuestro pa¨ªs -y no s¨®lo en ¨¦l- de algo acuciante en el mundo occidental del ¨²ltimo tercio del siglo XX: la necesidad de una formulaci¨®n te¨®rica de un socialismo moderno que encarne las aspiraciones de sociedades que han alcanzado ya un cierto grado de desarrollo y en las que predominan las clases, medias. Un socialismo que sea algo m¨¢s profundo que las meras medidas de car¨¢cter socialdem¨®crata que mantienen, m¨¢s que suprimen o reforman, un sistema econ¨®mico en muchos aspectos injusto.
Pero un socialismo tambi¨¦n que renuncie a ser expresi¨®n de una sola clase para ser claramente interclasista. Que no se limite a administrar m¨¢s racionalmente lo ya logrado, sino a modificarlo en profundidad. Que supere lo establecido por los ejemplos sueco o alem¨¢n, que a nada conducen en t¨¦rminos socialistas. Que, sin renunciar a explicar la historia del mundo a trav¨¦s de la lucha de clases, tenga en cuenta tambi¨¦n otros m¨¦todos cient¨ªficos de explicaci¨®n de la sociedad. Marx s¨ª, pero tambi¨¦n Freud, Max Weber, Pareto, Mosca, Keynes, Russell, Michels, o cualquier otro que haya aportado algo a la explicaci¨®n de la sociedad.
Un socialismo que, en lugar de pensar en la peregrina idea de que el Estado tiene que desaparecer, ponga los medios para su profunda democratizaci¨®n desde dentro. Que deseche tambi¨¦n la idea de que la colectivizaci¨®n de la econom¨ªa es la soluci¨®n al sistema capitalista, sin tener en cuenta el peligro de la burocratizaci¨®n y la gravedad de esterlilizar la iniciativa personal en la actividad econ¨®mica.
?En qu¨¦ consistir¨ªa as¨ª ese neosocialismo esperado y redentor? Evidentemente, la mejor soluci¨®n ser¨ªa la de esperar que otro Marx, espa?ol o no, crease otro cuerpo doctrinal arm¨®nico y efectivo para poderlo aplicar globalmente a todos los aspectos de la vida espa?ola actual. Pero tal espera resultar¨ªa probablemente bald¨ªa porque ni esa mente privilegiada, al menos que yo sepa, existe hoy, ni parece f¨¢cil que surja antes de las pr¨®ximas elecciones de 1983. Los creyentes en dogmas de fe que aspirasen a sustituir su vieja ?weltanssaung? por otra igualmente dogm¨¢tica, se sentir¨ªan as¨ª defraudados.
Pero, entonces, ?c¨®mo aspirar a la aplicaci¨®n de un socialismo democr¨¢tico sin la ayuda. mesi¨¢nica de un nuevo Marx? La soluci¨®n parece sencilla. El socialismo moderno, m¨¢s que de verdades de fe de tipo global, debe de estar compuesto de respuestas claras, coherentes y factibles respecto a todos los problemas concretos con que se enfrentan hoy nuestras sociedades, pero, eso s¨ª, bajo la ¨²nica condici¨®n de que su sucesiva aplicaci¨®n vaya transformando la sociedad hacia un horizonte m¨¢s humano y justo.
Un socialismo moderno en Espa?a podr¨ªa tener, como punto de partida, hacer realidad las potencialidades que encierra nuestra Constituci¨®n si se aplica de forma progresista. Ya s¨¦ que no es perfecta, pero tambi¨¦n creo que puede ser v¨¢lida para ir transformando democr¨¢ticamente nuestra sociedad. A partir de ella hay que defender, por encima de todo, la libertad de todos los individuos. Aunque resulte ya un lugar com¨²n afirmar que socialismo es libertad, Conviene repetirlo una y otra vez. Su fin ser¨ªa tambi¨¦n el de ir ampliando la participaci¨®n de los ciudadanos en las decisiones les afectan, en todos los niveles del Estadoy de la econom¨ªa. Para ello, fundamentalmente, debe de luchar por el respeto de la Constituci¨®n y denunciar cualquier intento de violaci¨®n, manipulaci¨®n o desvirtuaci¨®n de la misma.
Pod¨ªamos seguir enumerando problemas concretos en todos los ¨¢mbitos. Pero creo que no hace falta. La esencia de todos ellos es siempre id¨¦ntica, es decir, se trata de presentar alternativas progresistas y solidarias a la realidad existente o a las propuestas que formula la derecha en el poder. Y cuando escribo ?solidaria? quiero decir que se traten de medidas tendentes a cambiar radicalmente cualquier aspecto de la sociedad desde una perspectiva socialista en sentido aut¨¦ntico, esto es, que no s¨®lo tienda a mejorar la suerte de las clases oprimidas, sino tambi¨¦n que tienda fundamentalmente a cambiar la naturaleza de una sociedad absurda como es la que sufrimos. Para ello hay que tener ideas claras de lo que debe hacerse en el problema de la energ¨ªa, de la educaci¨®n, de las relaciones internacionales, de la organizaci¨®n de la empresa o de los fines del deporte. Se puede te¨®ricamente ser m¨¢s marxista que Marx y hacer el indio en un Ayuntamiento por no saber c¨®mo emplear el poder municipal en los problemas de cada d¨ªa. ?No est¨¢ pasando ya algo de esto?
En consecuencia de todo lo dicho, en el pr¨®ximo Congreso extraordinario del PSOE los temas de fondo deber¨ªan ser dos. De un lado, la presentaci¨®n de soluciones transformadoras y eficaces a los grandes problemas nacionales. De otro, tener la idea muy l¨²cida de que la mejor manera de transformar la sociedad es desde el poder y que, por consiguiente, el objetivo inmediato del PSOE es lograr la estrategia m¨¢s apropiada para conseguir votos y no para restarlos. Suponiendo, lo cual es mucho suponer, que la tormenta del 28.? Congreso no tuviese como mar de fondo sino la lucha de anetencias personales en la b¨²squeda del poder, y fuese una aut¨¦ntica pol¨¦mica sobre el car¨¢cter marxista o no del PSOE, yo propondr¨ªa entonces como catarsis colectiva de los congresistas algo muy simple. Que se les haga un examen sobre nociones b¨¢sicas de la obra marxiana para ver cu¨¢ntos han logrado acabar El Capital, si es que lo empezaron a leer en un momento de ¨¦xtasis...
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