Doce horas desiguales de m¨²sica en la Fiesta Urbana de Barcelona
Una fiesta musical urbana, celebrada durante el ¨²ltimo fin de semana en Barcelona, confirma la vitalidad que puede alcanzar en nuestro pa¨ªs el pop, aunque en el caso de esta fiesta la m¨²sica popular estuvo entreverada de otras manifestaciones m¨¢s cl¨¢sicas. Jos¨¦ Manuel Costa estuvo all¨ª y narra las doce horas de m¨²sica que los espectadores aguantaron y disfrutaron en el barrio de San Andr¨¦s, de la Ciudad Condal.
S¨ª, es muy probable que ¨¦ste sea uno de los pa¨ªses m¨¢s aburridos del planeta Tierra, pero tambi¨¦n parece indudable que dicho mal no es cong¨¦nito y que el pueblo llano se resiste duramente (aunque en centelleos ocasionales) a dejarse invadir por el muermo horrible.Una viva muestra de ello fue, el pasa o s¨¢bado, la 1? Festa Urbana a Barcelona. En el barrio de San Andr¨¦s, entre fabril y obrero, y m¨¢s precisamente sobre los terrenos de la escuela n¨²mero 2 de formaci¨®n profesional acelerada, vino a posarse el primer gran festival musical de la reentrada veraniega. El proyecto auguraba una gran fiesta, en la cual uno de los protagonistas hab¨ªa de ser de una perfecci¨®n t¨¦cnica nada habitual. As¨ª pues, a partir de las seis de la tarde del s¨¢bado y hasta las seis de la madrugada dominical, quienes cotizaran 500 pesetas pod¨ªan ver veinticuatro actuaciones, un despliegue de potencia de sonido de 30.000 vatios (el amplificador de un tocadiscos casero oscila entre los 15 y los 120 vatios a todo tirar), muchas luces (100.000 vatios), dos escenarios, una pista de baile-discoteca sobre una piscina, y una pantalla de v¨ªdeo de siete por diez metros, que proyectaba las actuaciones en curso a tama?os alucinantes.
Pero el caso es que la tarde se presenta sombr¨ªa, caen unas breves gotas agua, y nubes oscuras, bordes y hostiles se lanzan sobre Barcelona. Hay poca gente, claro, pero este tema-gafe todav¨ªa se evita. Comienza el Nuevo Mester de Juglar¨ªa, presencia extra?¨ªsima en este invento pero qu¨¦, mira por donde, a base de jotas y letras populares consiguieron poner contento a un personal que parece tener verg¨¹enza de bailar en p¨²blico como la cosa no est¨¦ ordenada (la sardana). El tema del baile pas¨® tambi¨¦n a un segundo plano, ya que a continuaci¨®n salieron a soplar el cuarteto de jazz tipo Coltrane-Rolling Jazzom. Eran sobre las siete de la tarde y aquello se constitu¨ªa en m¨²sica ambiental como tambi¨¦n la Big Band de Barcelona (invitados Pedro Iturralde y Tete Montoli¨²). Caen las primeras gotas y se produce la primera desbandada presurosa a cubierto. Pero, por suerte, el agua pasa y llega la Luna.
Existe una peque?a secci¨®n dedicada a la can?¨® y por all¨ª sale Ovidi Montllor con su bondadoso ce?o de siempre y acompa?ado por guitarras de lujo (Toti Soler, por ejemplo). Ovidi hizo lo suyo, pero como poco m¨¢s tarde se confirmar¨ªa al salir Francesc Pi de la Serra, la gente esperaba otra cosa. Tanto uno como otro estuvieron bien y Quico incluso anim¨® al personal con un fuerte grupo el¨¦ctrico, aunque ambas entidades (Quico y grupo) parec¨ªan haberse encontrado sobre el escenario como por casualidad, tocando cada uno lo suyo. En esto que se encienden las luces del v¨ªdeo (han conseguido izar la gran pantalla en equilibrio audaz a pesar de un viento gris que m¨¢s que malo parec¨ªa traidor) y la gente se aglutina para ver colorines y aprovechar en algo el gasto de papel y humo. Debemos ser como unas cuatro o cinco mil personas y aunque sea una cat¨¢strofe econ¨®mica hay lugar y gente para el rollo, para muchos rollos.
Borne empieza haciendo jazz-rock marchoso y sigue as¨ª durante un buen rato. Sus primeros quince o veinte minutos estuvieron bien, pero una de las cosas malas de estos festivales es que hay demasiado comestible y despu¨¦s del primer bocado te cansas. Las actuaciones (salvo excepciones) debieran durar veinte minutillos pero no puede ser, esto ser¨ªa una faena fuerte para el placer de los m¨²sicos.
Antes de Borne hab¨ªa actuado Smash, que reagrupados de nuevo preparan en Sevilla un festival-recuerdo de Julio Matito (miembro del grupo que se mat¨® antes del verano en un accidente) con casi todos los grupos andaluces.
Y despu¨¦s Tequila marcando un rock-pop que el respetable escucha atentamente (pero no bailan).
En el cabaret (un peque?o antro sudado) actuaban Rosa Mar¨ªa Sard¨¢ y la Orquesta Encantada en plan jocoso y cabaretero. Entre tanto, y en el escenario grande, sobre el cual funcionaba la pantalla donde se ve¨ªan las manos o las caras de los m¨²sicos al tama?o de un elefante, comenzaba el centro de la reuni¨®n: la salsa. As¨ª, la Orquesta Salsa, con Ra¨²l del Castillo, Ramoncito Moncho(?!) y Alejandra del R¨ªo, el Gato P¨¦rez y su grupo, que estuvo genial, La Tribu, algo m¨¢s jazzy y el desmadre loco de la Orquesta Plater¨ªa, el grupo m¨¢s divertido y mejor conjuntado que se desliza por Catalu?a.
Excepciones a la Salsa fueron la Companyia El¨¦ctrica Dharma, que ha cambiado mucho y bien hacia el rock, o Sisa, que se llev¨® a un abogado para no actuar en aquel cabaret asfixiante y nada galactic, y que lo izo en el principal, arrojando sillas y muecas.
Ausente notable era Pau Riba, que hab¨ªa propuesto un show que consist¨ªa en que le hicieran la permanente en escena mientras los previsibles gritos del p¨²blico se recog¨ªan con micros y se les devolv¨ªan por los altavoces. No le dejaron y por all¨¢ paseaba, todo vestido de blanco.
Los ¨²ltimos restos que hab¨ªan aguantado el clarear de una fiesta muy larga, segu¨ªan voluntariosos, bailando para no caerse (¨¦stos s¨ª), llenos de polvo, los ojos hinchados y un algo sonados, pero se hab¨ªa pasado una noche y all¨ª siempre pasan cosas. Hasta que los Churumbeles, gitanos y artistas, saludan a la ma?ana y dec¨ªan adi¨®s. Y es que a pesar del muermo a¨²n quedan guerrilleros de la juerga y/o resistentes de la diversi¨®n.
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