Los problemas del centro
El centro no es s¨®lo la gran ciudad: Madrid es un continuo fermento de vida cultural, contiene vidas sectoriales, confluencias de muy localizada tambi¨¦n geogr¨¢ficamente. fuerzas, localizaci¨®n de instituciones. Los Algunas fundaciones privadas tienen su sede barrios est¨¢n organizando una vida propia, y lo m¨¢s importante de su vida en la capital, recuperando viejas tradiciones y fomentando Todo esto constituye, junto con los ateneos, nueva creaci¨®n. El Ayuntamiento se ci?e al los clubs culturales y los programas de los tema madrile?o y trata de potenciar la partidos lo que se podr¨ªa llamar la cultura cultura y las instituciones de la ciudad. Y la oficial madrile?a, que cuenta en este cap¨ªtulo universidad m¨¢s numerosa de Espa?a
Madrid, con sus cuatro millones de habitantes y su estructura radial, un centro y barrios perif¨¦ricos cada vez m¨¢s extendidos, es posiblemente el lugar m¨¢s beneficiado por los cambios democr¨¢ticos. en lo que se refiere a la cultura. Si la que se podr¨ªa llamar cultura extraoficial, hace ya algunos a?os que funciona, durante los tres ¨²ltimos encontr¨® una fuerza particular. Por una parte, los pasillos de la universidad son, tradicionalmente, el verdadero lugar de aprendizaje del caudal cultural: los libros, los temas y las posturas ante ellos se desarrollan all¨ª. Por otra parte, las aulas mismas han cambiado de color, m¨¢s lentamente que la pol¨ªtica y antes; tiene mucho que ver con la demograf¨ªa: una mayor juventud del profesorado, el recambio, la vuelta de alg¨²n m¨ªtico profesor separado de su c¨¢tedra. Pero, sobre todo, la simplificaci¨®n burocr¨¢tica permite una mayor flexibilidad en la programaci¨®n de actos en los colegios mayores, y la democratizaci¨®n de las estructuras de los m¨¢s avanzados, la participaci¨®n activa de los residentes.La gran novedad madrile?a est¨¢ en la vida cultural de los barrios. Las asociaciones de vecinos, con la participaci¨®n directa -desde su fundaci¨®n en la clandestinidad, en los primeros setenta- de militantes de los partidos obreros, disponen ahora de locales y clubs incipientes, y de aquellos sitios de reuni¨®n tan utilizados durante el franquismo: las iglesias. Los barrios que eran dormitorio se han revelado como no tanto -es el caso de Aluche o el barrio del Pilar-, y acontecimientos pol¨ªticos -la reivindicaci¨®n de La Vaguada, o la presencia de los conflictos de la c¨¢rcel de Madrid- han fomentado la uni¨®n de los vecinos. De hecho, se realizan peri¨®dicas y frecuentes actividades culturales; todos ellos est¨¢n recuperando la tradici¨®n de las fiestas patronales, con participaci¨®n masiva, y en los que la vida de barrio estaba m¨¢s asentada, como Vallecas o Carabanchel, funcionan centros culturales estables y muy activos. El ejemplo de El Gayo Vallecano es palpa ble: actividad teatral y folkl¨®rica en constante crecimiento.
La cultura es barata
La queja general de las autoridades culturales es de presupuesto, sobre todo en lo que se refiere a la Administraci¨®n. En cambio en Madrid, donde funcionan diversas fundaciones privadas -la del Banco Urquijo, la Fundaci¨®n General Mediterr¨¢nea, el Club Urbis y otras muchas-, no parece que se quejen de que les sale caro las de iniciativa privada. La Fundaci¨®n Juan March, de la banca de ese nombre, por ejemplo, cuya actividad se reduc¨ªa hasta el a?o 1975 a becas y publicaciones, pero que actualmente llega a la decena de actos semanales s¨®lo en Madrid, y suele mantener siete simult¨¢neamente, en provincias, confiesa en su Memoria de 1979 haber presupuestado 151 millones de pesetas, a pagar durante el curso 78, y haber comprometido en total casi 236. Hay que decir que el bocado del le¨®n de este presupuesto se lo lleva el cap¨ªtulo de becas y ayudas a artistas, investigadores y creadores en todos los terrenos de la ciencia y el arte, seguido por el cap¨ªtulo de publicaciones. Y que con la cantidad nada excesiva que queda -en el curso actual mantienen en activo 304 becas, muchas de las cuales son a equipos enteros- han podido traer exposiciones de arte tan importantes y tan visitadas como la antol¨®gica de Picasso, la de Giacometti, Kokosclika y Kandinski, y ahora comienzan el curso con Braque. En el a?o 1977, seg¨²n datos de la fundaci¨®n, pasaron por sus locales -a conferencias, conciertos o exposiciones- m¨¢s de 220.000 personas. Y todo el mundo recuerda las colas bajo la lluvia para poder ver la exposici¨®n de Picasso.
Contrasta esta presencia masiva con el vac¨ªo del Museo de Arte Contempor¨¢neo, pero se explica con dos razones elementales: una, la promoci¨®n, mucho m¨¢s activa, de la Fundaci¨®n March, que tiene un buen aparato de relaciones p¨²blicas. Y otra, la situaci¨®n geogr¨¢fica, demasiado apartada del museo. En cualquier caso, actualmente se encuentran las iniciativas de uno y de otra, y pueden y deben complementarse.
El renacer hipotecado
El Concejal de Cultura del Ayuntamiento socialista de Madrid es Enrique Moral. Seg¨²n ¨¦l, el problema de la municipalidad en lo que se refiere a la cultura es el encuentro constante con el Ministerio, es decir, con la Admin¨ªstraci¨®n central; por ejemplo, respecto a las bibliotecas -que en el caso de las municipales tendr¨ªan que llamarse ?salas de lectura? para no,chocar con las populares-, la carencia es com¨²n, pero la soluci¨®n, posible: partiendo de un roblema de infraestructura, y de la hipoteca de compromisos del Ayuntamiento anterior que duran hasta diciembre, la concejal¨ªa actual quiere poner en marcha la Biblioteca Central y abrir otras en los barrios. Se han encontrado un museo cerrado, que pondr¨¢n en funcionamiento de inmediato, y una hemeroteca, una de las m¨¢s importantes de Europa, que est¨¢ encorsetada en el actual espacio. Sus esperanzas -la creaci¨®n de un gran centro cultural municipal- est¨¢n en el cuartel del Conde-Duque, que unir¨ªa el Archivo Municipal, el Instituto Arqueol¨®gico, la Hemeroteca y la Biblioteca, adem¨¢s de permitir la instalaci¨®n de amplias salas de lectura, biblioteca infantil, salones de actos y campos de reuni¨®n al aire libre.
El eje ser¨ªa madrile?ista, y para empezar, restaurador y conservador, pero tambi¨¦n de puesta en utilidad. Las posibilidades, infinitas, y los presupuestos, de momento, escasos, pero suficientes. El medio: encontrar un eje de negociaci¨®n con la Administraci¨®n central que complemente y no obstruya. Y tambi¨¦n con la iniciativa privada. Porque en esas confluencias est¨¢, en realidad, la soluci¨®n del centro.
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