Nueva versi¨®n de "El Tartufo", de Moli¨¦re-Llovet
La compa?¨ªa de Adolfo Marsillach va a recordar este fin de semana uno de los mayores esc¨¢ndalos de la historia reciente del teatro espa?ol: Moli¨¦re, un cl¨¢sico franc¨¦s del siglo XVII, provoca con su Tartufo, trasladado por Enrique Llovet, la intervenci¨®n del Gobierno espa?ol por medio de presiones administrativas y psicol¨®gicas. Diez a?os despu¨¦s vuelve El Tartufo, retrasladado por Enrique Llovet, al escenario del teatro Pr¨ªncipe, con Adolfo Marsillach como int¨¦rprete y director, y el subt¨ªtulo ?Del dem¨®crata al impostor?.
La nueva versi¨®n de El Tartufo presenta un texto diferente al estrenado m 1969, a partir del tipo creado por Moli¨¦re, con acontecimientosy personajes actuales en la visi¨®n de Enrique Llovet, en un tono de comedia y farsa. Es posible que la carga pol¨ªtica de la obra llegue otra vez de una forma directa al espectador de hoy. En el montaje se mantienen la escenograf¨ªa y los trajes de Francisco Nieva, as¨ª como algunos elementos musicales y teatrales que fueron aplaudidos en su presentaci¨®n.El primer Tartufo se estren¨® el 3 de octubre de 1969, en el teatro de la Comedia, de Madrid. Como era preceptivo, el texto y montaje fueron aprobados por la censura del Ministerio de Informaci¨®n y Turismo, con Manuel Fraga como ministro y Carlos Robles Piquer como director general de Cultura Popular y Espect¨¢culos. Veinte d¨ªas despu¨¦s se produc¨ªa una crisis ministerial y la llegada al poder de miembros del Opus De? y la tecnocracia. Alfreso S¨¢nchez Bella era el nuevo ministro de Informaci¨®n y Turismo. A partir de ese momento se producen presiones en varias direcciones (empresarios, Llovet, Marsillach) con objeto de ?cargarse? el Tartufo y su s¨¢tira pol¨ªtica. No se permite representar la obra en otros escenarios y los funcionarios controlan cualquier cambio en el montaje. Terminan las funciones en marzo de 1970 y la compa?¨ªa realiza una gira por Latinoam¨¦rica hasta el mes de diciembre.
?Hoy se puede contar de una forma burlona?, declara Enrique Llovet, ?pero en aquella ¨¦poca estuvimos sometidos a presi¨®n todos los d¨ªas, ya que no pod¨ªan prohibir la obra que hab¨ªa pasado censura. Pienso que el sistema presion¨® sobre sus ¨®rganos para crear un estado hipersensible y'obligar a actuar. A partir de entonces se form¨® una vigilancia activa y "competente" hacia los espect¨¢culos, como si descubrieran con Tartufo la capacidad cr¨ªtica del teatro y el comportamiento de identificaci¨®n de los espectadores en la sala. ?
?El personaje estuvo aqu¨ª hace diez a?os y,ahora vuelve. Es el mismo, con un comportamiento actual que no le importa la pornograf¨ªa y le interesa Europa, por ejemplo. Sigo viendo tartufos por ministerios, bancos y otros lugares. Hay una cosa que espero no se repita: en el montaje anterior aparec¨ªa alg¨²n tipo nefasto, desgraciado, y se formaron colas para ver la obra y autorreconocerse, decir "¨¦se soy yo", lo que prueba la vanidad del pa¨ªs. ?
Enrique Llovet, militante del PSOE, admite que en el caso de un Gobierno de izquierda no es probable que resucitara El Tartufo, que vuelve con la misma canci¨®n: ?Ay, qu¨¦ vivos son los ejecutivos, qu¨¦ vivos son?, y el tratamiento formal breclitiano, que consigui¨® en su d¨ªa la participaci¨®n del p¨²blico y la identificaci¨®n en el humor y la cr¨ªtica.
Babelia
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