Enrarecimiento pol¨ªtico en Suecia tras los inciertos resultados electorales
El panorama pol¨ªtico en Suecia tiende a enrarecerse, y nada indica que los resultados definitivos de las elecciones logren disipar los nubarrones. Mientras se aguarda el escrutinio de los casi 40.000 votos que a¨²n faltan por contabilizar, se han producido algunos pronunciamientos que fundamentan esta afirmaci¨®n.Las especulaciones giran en torno a la formaci¨®n del nuevo Gobierno, tarea que no se presenta nada f¨¢cil con una mayor¨ªa de tan s¨®lo un esca?o. Si esto de por s¨ª augura inestabilidad al futuro Gobierno, la situaci¨®n aparece m¨¢s complicada despu¨¦s de algunas declaraciones de los l¨ªderes de los partidos Centrista y Liberal, Faelldin y Ullsten, respectivamente, seg¨²n las cuales no estar¨ªan dispuestos a entrar en una nueva coalici¨®n con los conservadores.
Esta posici¨®n viene a sumarse a las categ¨®ricas declaraciones del l¨ªder de la socialdemocracia, Olof Palme, la noche del domingo, en que adelant¨® que su partido no entrar¨ªa en ning¨²n acuerdo para la formaci¨®n de Gobierno en caso de una victoria del bloque burgu¨¦s.
Los dos partidos burgueses, ahora minoritarios, siempre hab¨ªan tomado distancia de los conservadores, en parte por discrepancias sobre algunos puntos concretos, en parte por no identificarse con las definidas posiciones de derecha de Gosta Bohman. Durante la campa?a electoral no ocultaron incluso que no ceder¨ªan a Bohman el cargo de primer ministro ni el Ministerio de Econom¨ªa, en caso de un triunfo burgu¨¦s. No imaginaban entonces que el resultado de las elecciones los inhabilitar¨ªa para poner condiciones precisamente a quien es ahora el centro de decisi¨®n del bloque burgu¨¦s.
Tanto para liberales como para centristas, entrar en una coalici¨®n con Bohman desde posiciones tan d¨¦biles significar¨ªa no solamente tener que aceptar las condiciones pol¨ªticas de los conservadores, sino hipotecar toda posibilidad de recuperaci¨®n futura. Tras las declaraciones adelantadas por Faelldin y UlIsten, es m¨¢s que dudoso que pueda formarse un Gobierno burgu¨¦s, aunque no se descarta que el l¨ªder conservador -de cuya sagacidad tampoco hay dudas- haga a sus eventuales socios m¨¢s concesiones de las que razonablemente debiera.
A su vez, informaciones no oficiales, pero seguras, afirman que los socialdem¨®cratas desean que los burgueses se adjudiquen el esca?o que est¨¢ en disputa y desligarse de la responsabilidad de tener que formar Gobierno. Especulan -no sin fundamento- que un Gobierno burgu¨¦s sin coherencia interna caer¨ªa r¨¢pidamente v¨ªctima de sus propias contradicciones.
Tambi¨¦n la socialdemocracia realizar¨¢ en breve una reuni¨®n de alto nivel con el fin de decidir su posici¨®n frente al problema energ¨¦tico. El desastre de los centristas es interpretado como un cambio de actitud del pueblo sueco respecto al problema nuclear. Ahora se piensa que el plebiscito previsto para marzo, sobre este punto, puede tener un signo diferente del que se esperaba. En consecuencia, los partidos reacomodan sus posiciones en funci¨®n de las tendencias mostradas por las elecciones.
Otras variantes se manejan en esta complicada situaci¨®n. Una es la de que el actual Gobierno liberal minoritario de Ola UlIsten contin¨²e en funciones hasta la realizaci¨®n del plebiscito. La otra es la posibilidad de nuevas elecciones. T¨¦cnicamente es posible y pol¨ªticamente puede ser deseable para alguna de las fuerzas en pugna. Algo de ello ha insinuado Olof Palme. En Suecia basta que una iniciativa importante del Gobierno sea rechazada por el Parlamento para que se abra la posibilidad de nuevas elecciones si alg¨²n partido lo propone y el Parlamento lo aprueba. Esto estuvo por ocurrir cuando la crisis de octubre de 1978 rompi¨® la coalici¨®n burguesa.
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