El discurso de Giscard d'Estaing

?Giscard d'Estaing no es un presidente para los tiempos de duda y de inquietud. Su discurso del lunes carec¨ªa de aliento o simplemente de alma. Era el de un ministro de Econom¨ªa y de Hacienda con respuestas bien preparadas a problemas f¨¢ciles.Verdades y, sobre todo, una fundamental: los pa¨ªses que mejor han aguantado la crisis de 1973-1974 son aquellos que han reaccionado de inmediato. Pero ¨¦ste no ha sido el caso de Francia. ?Qui¨¦n es el culpable? ?El presidente Pompidou o su ministro de Hacienda de la ¨¦poca? ?O el nuevo presidente de la Rep¨²blica desde la primavera? El optimismo, el ilusionismo de hace cinco a?os, no tiene hoy fundamento alguno.

Imprudencias. Mientras que nadie en el mundo se vanagloria de dominar la crisis, ?c¨®mo puede asegurarse que se han adoptado todas las medidas para saldar todas las cuentas y que no aumentar¨¢ la presi¨®n fiscal? Es, sobre todo, por haberlo prometido durante la campa?a electoral y por no haber podido cumplir su palabra, por lo que el primer ministro ha perdido una buena parte de su cr¨¦dito. Otra imprudencia, que har¨¢ sonre¨ªr, es la promesa de no aumentar los gastos. Errores, en fin.

, 19 de septiembre