Andr¨¦s V¨¢zquez, herido menos grave
Nada m¨¢s empezar la corrida ya ten¨ªamos un herido, y este herido es Andr¨¦s V¨¢zquez. La cogida ocurri¨® en el cuarto o quinto lance de capa. Dos antes se pudo apreciar que el toro iba con la cara altita y se ce?¨ªa por el pit¨®n derecho. Al repartir la embestida por este lado prendi¨® al maestro, y cuando lo ten¨ªa en el aire lo volvi¨® a empitonar, peg¨¢ndole una voltereta vertiginosa. Cuando Andr¨¦s se incorpor¨® llevaba la taleguilla rajada, e hizo un gesto de dolor. Pas¨® a la enfermer¨ªa, que estaba a sus mism¨ªsimas espaldas.Como Andr¨¦s V¨¢zquez es un torero cabal, de recursos y muy probadas cualidades, el festejo perdi¨® buena parte de su inter¨¦s. En verdad, el ilustre zamorano llevaba una temporada gris, cuando no negra, pero en diestros de su corte y de sus posibilidades siempre queda la esperanza de que en el momento menos pensado se conf¨ªe y ponga en pr¨¢ctica, para regusto de la afici¨®n y general recordatorio, los textos fundamentales de la tauromaquia, y hasta la letra menuda, esa donde se matizan y se documentan las lecciones y la estudian los que quieren nota. Mas, el ramons¨¢nchez, terciado, de cara seriota, como si estuviera envenenao, y cinque?o, no quiso que as¨ª fuera, y se ech¨® a los lomos al maestro.
Plaza de Las Ventas
Cuarta corrida de la feria de oto?o. Toros de Ram¨®n S¨¢nchez Rodr¨ªguez, con trap¨ªo, cuatro de ellos cinque?os, fuertes; mansos en general, tuvieron problemas. Andr¨¦s V¨¢zquez, cogido al recibir al primero. Gabriel de la Casa: Media estocada baja (palmas). Pinchazo y estocada corta baja (silencio). Dos pinchazos, aviso, y estocada corta ca¨ªda (vuelta protestad¨ªsima). Manolo Cort¨¦s: Estocada corta ca¨ªda (silencio). Tres pinchazos, media y dos descabellos (silencio). Pinchazo hondo atravesado y cinco descabellos (silencio). Parte facultativo: Andr¨¦s V¨¢zquez sufre cornada de diez cent¨ªmetros que produce desgarro de perineo anterior. Pron¨®stico menos grave.
?Por qu¨¦ la cogida? Dec¨ªamos que el toro se ce?¨ªa, y acaso se ce?¨ªa pues la querencia de chiqueros estaba muy cerca, demasiado cerca. Por culpa del viento, y para ponerse al pairo, los toreros no tuvieron m¨¢s remedio que cambiar los terrenos de la lidia y convertir en burladero de capotes el del cuatro, que es zona querenciosa (o querenciada), no apta para tal menester, salvo excepciones. Este fue un decisivo inconveniente para la lidia toda la tarde. Los toreros no pod¨ªan plantear faenas donde exig¨ªan las condiciones de los toros, sino donde los dejaba el viento. Mala cosa.
Flameaban los enga?os y los lidiadores se quedaban al descubierto; as¨ª es imposible torear. R¨¢fagas de hiriente ventarr¨®n serrano azotaban los ya ateridos cuerpos de los espectadores; as¨ª es imposible entrar en la t¨¦cnica, el arte y el rito del espect¨¢culo. Sin ambiente, la corrida no ten¨ªa sentido. En circunstancias clima tol¨®gicas favorables habr¨ªa interesado la lidia, pues el ganado de Ram¨®n S¨¢nchez, manso casi todo, cinque?o casi todo, mostraba tambi¨¦n casi todo casta, y poder. Un detalle: toro-no-grande (alguno, si nos apuran, m¨¢s bien chico), la afici¨®n madrile?a, injustamente acusada de que s¨®lo acepta el toraco gigantesco, lo recibi¨® con agrado y admiraci¨®n, ?quiere saberse por qu¨¦? Pues porque ten¨ªa trap¨ªo. Ese, el ramons¨¢nchez del domingo, por ejemplo, es el toro de trap¨ªo.
Los dos primeros, aunque terciados -?pim, pam, pum!, all¨¢ que te va el caballo como un pelele-, derribaron. Muy peligroso el que abri¨® plaza, Gabriel de la Casa se lo quit¨® de en medio. El otro sali¨® como borrachete, daba tumbos, le asustaban los capotes y se complac¨ªa en ramonear arena, lo cual nos hizo sospechar que, sobre manso, era tonto de capirote. No tuvo fijeza en el ¨²ltimo tercio, y a pesar de ello Gabriel le sac¨® algunos derechazos de temple y estilo, m¨¢s un bonito cambio de mano.
Manejable el quinto, Gabriel de la Casa tard¨® mucho en acoplarse y, cuando lo consigui¨®, ejecut¨® el toreo en redondo con verdadero primor. Fueron cuatro derechazos de categor¨ªa en los cuales se le entreg¨® el animal. Sin embargo, el diestro, que habr¨ªa podido seguir con el toreo bueno, prefiri¨® ahogar la embestida y hacer alardes encimistas, para encandilar al personal por la v¨ªa del ratoneo y del tremendismo hortera. Mas el personal no se encandil¨® en absoluto y abuche¨® al artista, entonces Y cuando daba una rid¨ªcula vuelta al ruedo que nadie hab¨ªa pedido.
Toro de casta el tercero, manejable el cuarto, bravo -y ¨¢spero el sexto, Manolo Cort¨¦s no encontr¨® de su gusto a ninguno de ellos. En las embestidas malas no se confiaba, es natural, y en las buenas tampoco, lo cual quiz¨¢ tambi¨¦n es natural, dado que hac¨ªa fr¨ªo y ya se sabe c¨®mo son de sensibles los toreros artistas. Un baj¨®n del term¨®metro, una r¨¢faga de viento, un gui?o, un vestido amarillo, cualquiera cosa puede hacerles decir: ?ea, pues no?; y es no. De esta manera, Manolo Cort¨¦s, el domingo, tampoco.
Un viento, un fr¨ªo, una paliza de todos los demonios y, por si fuera poco, una cornada presidieron la primera parte de la feria de oto?o.
Cogidas de Pepe Luis V¨¢zquez y Victoriano de la Serna
El novillero Pepe Luis V¨¢zquez (pron¨®stico reservado), y el matador Victoriano de la Serna (pron¨®stico grave), resultaron cogidos el domingo en los festejos celebrados en Sevilla y Almod¨®var del Campo, respectivamente. Este ¨²ltimo era un festival ben¨¦fico.De la Serna fue asistido de cornada en la cara y conmoci¨®n cerebral. V¨¢zquez, de cornada de doce cent¨ªmetros en muslo, que penetra en el tri¨¢ngulo de Scarpa.
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