Comienza el curso en bachillerato con 5.000 profesores pendientes de destino
Pregunta. El comienzo de las clases en las escuelas de EGB no ha podido ser m¨¢s conflictivo. ?Van a discurrir las cosas por los mismos derroteros en los institutos de bachillerato?Respuesta. Ser¨ªa absurdo pretender dar una imagen triunfalista sobre la rentr¨¦e en el bachillerato, dados los muchos problemas organizativos con que tenemos que enfrentarnos una vez m¨¢s. El curso, tambi¨¦n en las ense?anzas medias, empieza con problemas. Con toda franqueza, es imposible que hoy comiencen las clases con normalidad en todos los centros.
P. ?Cu¨¢les son las causas de esta anormalidad?
R. Como en el caso de la EGB, hemos apurado al m¨¢ximo la ocupaci¨®n de los centros o de las unidades de nueva creaci¨®n, por lo que tambi¨¦n en los institutos existir¨¢ la dificultad de la falta de mobiliario. Hay, por otra parte, un problema de organizaci¨®n escolar en los institutos que tal vez no se produzca en otros niveles de la ense?anza. Pese a que el pasado 20 de septiembre era la fecha tope de matriculaci¨®n del alumnado de BUP, todav¨ªa en muchos institutos se est¨¢ procediendo estos d¨ªas a los trabajos de matriculaci¨®n. Es un problema que afecta a las ciudades donde hay muchos centros, pues en ellas sucede que la mayor¨ªa de los alumnos hacen su preinscripci¨®n en varios institutos a la vez.
P. En estos d¨ªas se producen encierros de profesores en todas partes. Los interinos y contratados temen quedarse sin trabajo.
R. Hay que repetir, a este respecto, que no va a haber falta de plazas docentes, ya que este a?o todav¨ªa se puede garantizar una plaza a todos los profesores que estaban dentro del sistema, dado que en la convocatoria de oposiciones se ha tenido en cuenta este dato. S¨ª van a ser graves los problemas en materia de desplazamientos.
Tambi¨¦n es cierto que hay entre 4.000 y 5.000 profesores que en este momento todav¨ªa no conocen su destino; pero cerca de 30.000 lo tienen ya se?alado.
P. Pero, ?no se podr¨ªa planificar el a?o acad¨¦mico con m¨¢s tiempo y evitar esta sensaci¨®n de improvisaci¨®n que caracteriza todos los comienzos de curso?
"El curso 1980-1981 va a comenzar con parecidas dificultades"
R. Efectivamente, como usted dice, este es un problema que se produce todos los a?os, por lo que no me parece justo imputar este hecho al actual equipo ministerial. En cualquier caso, si alguien tiene que asumir las responsabilidades tendr¨ªamos que ser los que permanecemos de equipos anteriores. En abril, cuando tom¨® posesi¨®n el actual ministro, era imposible modificar la situaci¨®n, entre oras cosas, porque no se resuelven en unos meses problemas que responden a razones de tipo estructural. La cuesti¨®n es tan grave que ya en estos momentos, y sin exagerar absolutamente nada, se puede afirmar que el curso 1980-1981 va a comenzar con parecidas dificultades.
Las razones son varias. Determinadas decisiones de modificaci¨®n de la estructura del departamento educativo, de cara al curso 80-81, tendr¨ªan que haberse tomado ya en estos momentos. Por ejemplo, ayer entr¨® en el Parlamento el proyecto de ley de los Presupuestos Generales del Estado, que contemplan todo el gasto p¨²blico desde el 1 de enero al 31 de diciembre de 1980. Pero el curso 80-81 supondr¨¢ un incremento en los gastos del Ministerio de Educaci¨®n que afecta no s¨®lo al ¨²ltimo trimestre del ejercicio de 1980, sino, por lo que respecta a la planificaci¨®n, a gran parte del a?o siguiente.
P. Pero esta es una circunstancia que seguramente se producir¨¢ en muchos pa¨ªses, y no parece que en ellos se d¨¦ este caos de nuestros comienzos de curso.
R. Las comparaciones con otros pa¨ªses, en este aspecto concreto, no son v¨¢lidas, puesto que los sistemas educativos que puedan citarse como ejemplo no s¨®lo est¨¢n consolidados, sino que, en muchos de ellos, hasta puede hablarse de una cierta situaci¨®n de retroceso o de crecimiento cero. Pero en nuestro caso estamos todav¨ªa en una etapa de expansi¨®n.
P. ?No sucede tambi¨¦n que las medidas legislativas que tienen que contribuir a modificar esas estructuras de las que usted habla, al margen ya de la cuesti¨®n presupuestaria, se retrasan demasiado?
R. Indudablemente, esto es as¨ª, pero creo que esto es una consecuencia l¨®gica de la especial etapa pol¨ªtica que el pa¨ªs atraviesa en estos a?os de la transici¨®n. El curso escolar deber¨ªa programarse con un a?o y medio de antelaci¨®n, y recuerde usted que, en diciembre pasado, se realiz¨® el refer¨¦ndum constitucional; en marzo de este a?o, unas elecciones generales; en abril, las municipales, y los presupuestos generales no se aprobaron hasta el mes de junio.
Estas circunstancias est¨¢n ah¨ª, y todas las medidas legislativas que afectar¨ªan al sistema educativo han sufrido un retraso de muchos meses.
P. Ha dicho usted antes que este a?o no va a haber demasiados problemas por insuficiencia de puestos. Sin embargo, es dudoso que las deficiencias que padece el nivel obligatorio en los barrios del cintur¨®n industrial de las ciudades no se vayan a dar corregidas y aumentadas.
R. Lamento tener que repetirme, al hacer referencia de nuevo a las estructuras del sistema. El BUP es, por s¨ª mismo, el problema estructural m¨¢s grave. Existe la conciencia social de que el Estado debe ofrecer puestos de bachillerato a todos aquellos que lo soliciten. La realidad va por delante de la legalidad en este caso, porque el pa¨ªs ha asumido las promesas electorales de todos los partidos pol¨ªticos, incluido el del Gobierno, de ampliar la escolaridad obligatoria y gratuita hasta los diecis¨¦is a?os. Las familias no entienden que no podamos responder desde el Ministerio a una exigencia que ning¨²n grupo o sector social considera exagerada; pero desde el punto de vista legal, con su inevitable reflejo en los presupuestos del Estado, el bachillerato no es ni obligatorio ni gratuito.
La sociedad espa?ola, y con ella toda la clase pol¨ªtica, est¨¢ pidiendo unos servicios educativos que exceden con mucho de lo que esa misma sociedad destina a los gastos de Educaci¨®n. La verdad es que esta demanda social de la que le hablo es la,que podr¨ªa corresponder a un pa¨ªs que dedicara, al menos, un 22% de su presupuesto general a Educaci¨®n. En nuestro caso, y por lo que respecta a 1979, no hemos llegado al 19%.
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