Diez razones para una crisis
Agente de BolsaNo hacen falta grandes argumentos para demostrar lo que la evidencia nos ense?a todos los d¨ªas: la Bolsa no cumple sus funciones en el sistema financiero. El titular de un volumen medio de valores mobiliarios no puede confiar en recuperar su liquidez a trav¨¦s del mercado; este nivel tan precario de negociaci¨®n burs¨¢til impide dotar a las cotizaciones de su significaci¨®n de precios ordinarios de las acciones, y la infraestimaci¨®n paraliza el mercado primario de emisiones. No s¨®lo los indicadores cuantitativos (volumen de negociaci¨®n, ¨ªndice de cotizaci¨®n, nivel de emisiones) ponen de manifiesto la desaparici¨®n del mercado, sino que hay tambi¨¦n signos cualitativamente negativos y son la desconfianza y regresi¨®n desde el mercado financiero, basado en contrataci¨®n p¨²blica y multilateral a la bilateralidad, al pacto previo entre comprador y vendedor sobre la liquidaci¨®n en su d¨ªa de la inversi¨®n burs¨¢til convenida.
La crisis econ¨®mica y sus efectos sobre los ciclos burs¨¢tiles son suficientes para explicar los descensos de las cotizaciones y una cierta aton¨ªa en la negociaci¨®n, pero no justifican el estado actual de la Bolsa. En s¨ªntesis, se despacha el tema alegando la falta de confianza; pero el an¨¢lisis de los componentes de esta desconfianza no es tan simple. He aqu¨ª el dec¨¢logo de los elementos de la adhesi¨®n o desafecci¨®n:
Seguridad. No hay Bolsa porque el inversionista -el ciudadano-, no ha logrado formar un concepto de la seguridad pol¨ªtica, independiente de la participaci¨®n de otros ingredientes como el econ¨®mico o personal. Hoy hay m¨¢s seguridad pol¨ªtica que la que hab¨ªa cuando tem¨ªamos la muerte de Franco; entre otras razones, porque una parte de lo que entonces supon¨ªamos que pod¨ªa ocurrir ya ha pasado -y es mejor de lo temido, para muchos-. Lo que sucede es que la lente negra de la crisis econ¨®mica actual oscurece la seguridad pol¨ªtica; e inversamente, cuando las perspectivas econ¨®micas eran favorables, como hace diez a?os, todo lo dem¨¢s se olvidaba y se aplazaba y perdonaba. Adem¨¢s, la seguridad en la calle no tiene nada que ver con la seguridad en el sistema financiero, que no est¨¢ precisamente en la calle.
Imagen. La Bolsa se identifica con el ¨ªndice general de acciones, que revela lo que justamente el inversionista no debe hacer. El ahorrador debe seleccionar, y no incluirlo todo en la cartera como el ¨ªndice. En un momento econ¨®mico en el que la reconstrucci¨®n y recuperaci¨®n industriales tienen que caminar necesariamente por senderos sectoriales, una s¨ªntesis estad¨ªstica, como es el ¨ªndice, no hace m¨¢s que desorientar y deprimir. Por otra parte, la Bolsa no puede ser s¨®lo el mercado de acciones; tiene que ofrecer una remuneraci¨®n p¨²blica del ahorro en renta fija.
Pol¨ªtica. No hay Bolsa porque no hay una pol¨ªtica burs¨¢til que defienda el ahorro e inversi¨®n. Apenas tiene incidencia en la publicaci¨®n de las disposiciones legales afines, la preocupaci¨®n por la seguridad, rentabilidad liquidez y fiscalidad de la inversi¨®n burs¨¢til. Y, en cambio, hay un exceso de politizaci¨®n en la sensibilidad burs¨¢til. Aun cuando se halla visiblemente atrofiada, la opini¨®n burs¨¢til ofrece mayor respuesta a hechos totalmente ajenos al sistema financiero que a los t¨ªpicos de un mercado. La Bolsa sufri¨®, como todas las instituciones sociales, la influencia de la concentraci¨®n de poder pol¨ªtico, y luego tambi¨¦n ha sido uno de los escenarios de la transici¨®n hacia una mayor distribuci¨®n de las competencias sociales.
Instituci¨®n. Hay varias Bolsas y Bolsines, pero la funci¨®n mobi-liaria no ha institucionalizado su espacio financiero, como lo est¨¢n los servicios crediticios, por medio de la banca y cajas de ahorro. Por ello, la voz de la Bolsa padece afon¨ªa; se oyen, de vez en cuando, procedentes de uno u otro ¨¢ngulo del pa¨ªs, algunas manifestaciones dispersas.
Informaci¨®n. La compra de acciones por razones reverenciales, o cualesquiera otras distintas de una comunicaci¨®n y conocimiento de la evoluci¨®n de la entidad emisora, ha dejado de tener raz¨®n de ser. Las dificultades empresariales, la mayor actitud cr¨ªtica del ahorrador, el fracaso del sistema anterior de inversi¨®n, etc¨¦tera, han arrumbado los anteriores esquemas de relaci¨®n empresa-acc¨ªonista. Sin una corriente peri¨®dica de informaci¨®n, y sin la consiguiente difusi¨®n de estos datos hasta alcanzar juicios y criterios del inversionista, no existir¨¢ ninguno que comprometa sus recursos en una empresa.
Autofagia. La ausencia de una aut¨¦ntica pol¨ªtica burs¨¢til defensora de los intereses de los accionistas no s¨®lo ha faltado en su dimensi¨®n nacional, sino tamIbi¨¦n en la empresa, que ha devorado su propio mercado mediante la emisi¨®n sistem¨¢tica y masiva de nuevas acciones.
Mediaci¨®n. El encuentro entre los distintos elementos personales del mercado -oferentes, demandantes, entidades emisoras, inversi¨®n institucional, colectiva, gestionada, etc¨¦tera- no puede ser espont¨¢nea y carece de una intermediaci¨®n perfectamente identificada y diversificada.
Sesi¨®n. La sesi¨®n burs¨¢til es fiel reflejo de toda esta situaci¨®n; marginaci¨®n legal del inversionista, falta de asistencia financiera y organizaci¨®n burs¨¢til fraccionada y distante.
Participaci¨®n. No habr¨¢ Bolsa si el mercado es un ghetto entre cuatro paredes y no se logra por medio de los canales informativos correspondientes que la Bolsa seamos y participemos en ella todos lo que tienen alguna relaci¨®n con los valores mobiliarios.
Cultura. Si se quisiera sintetizar este breve an¨¢lisis sobre la desconfianza burs¨¢til habr¨ªa que convenir que no habr¨¢ Bolsa sin una mayor exigencia cultural por parte de todos.
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