Escepticismo popular ante el golpe en El Salvador
La Junta Revolucionaria de Gobierno, que asumi¨® el poder en El Salvador el pasado lunes, tras derrocar al presidente Carlos Humberto Romero, est¨¢ tratando de conseguir por todos los medios la credibilidad popular que le niega la larga tradici¨®n golpista de las fuerzas armadas salvadore?as.El decreto, marcado con el n¨²mero tres, por ¨¦l que se concede ?amnist¨ªa general a todas las personas que por delitos pol¨ªticos estuvieren restringidas en su libertad, con proceso o sin ¨¦l?, es, sin duda, un gesto encaminado a eliminar el escepticismo que a¨²n rodea el pronunciamiento militar.
Es preciso reconocer, sin embargo, que las circunstancias en que se produjo el golpe y la personalidad de sus protagonistas son, a priori, elementos que avalan el optimismo. En primer lugar, la iniciativa de la sublevaci¨®n no parti¨® de los coroneles Guti¨¦rrez y Majano, que personalizan el poder en estas primeras horas de la nueva situaci¨®n, sino de un grupo de oficiales muy j¨®venes, encabezados por los capitanes Heriberto Zelaya y Francisco Mena, el teniente Francisco Antonio Villacorta y el subteniente Ram¨®n Ch¨¢vez.
Este hecho es muy importante. Representa, te¨®ricamente, la ruptura de la tradicional alianza entre la oligarqu¨ªa local (las famosas ?catorce familias?) y la c¨²spide de las fuerzas armadas, por la que se alternaban en el ejercicio de la presidencia generales colmados de privilegios.
Ni Majano ni Guti¨¦rrez estaban, por lo que parece, al tanto de las intenciones de la oficialidad joven. Fueron llamados una vez consumado el derrocamiento para dar jerarqu¨ªa suficiente a la Junta Revolucionaria de Gobierno. Ambos son oficiales de mucho prestigio dentro de las fuerzas armadas. El coronel Adolfo Arnoldo Majano, de 41 a?os, es diplomado de Estado Mayor y estudi¨® cinco a?os en M¨¦xico. El coronel Jaime Abdul Guti¨¦rrez, de 43 a?os, es adem¨¢s ingeniero industrial, se form¨® en Estados Unidos y ocup¨® la gerencia de Antel, la empresa de telecomunicaciones del Estado salvadore?o.
Por los datos que se van conociendo, parece que los j¨®venes oficiales se decidieron a tomar la iniciativa para neutralizar otro golpe militar, de tendencia claramente ultraderechista, cuyos atisbos se conocieron el viernes de la pasada semana.
Posibilidad de contragolpe
No ha desaparecido, por supuesto, la posibilidad de un contragolpe. Por esta raz¨®n, todos los mandos militares de la etapa anterior han sido sustituidos autom¨¢ticamente por inferiores jer¨¢rquicos. Todos los generales y muchos coroneles est¨¢n en situaci¨®n de ?expectativa de destino? y no tienen ning¨²n mando de tropas. Los oficiales de la Guardia Nacional son, al parecer, los que peor han aceptado el golpe. Este cuerpo, por disposici¨®n de la Junta, permanece acuartelado.
Tres tareas urgentes ocupan en la actualidad la preocupaci¨®n de los nuevos responsables del poder. La primera es configurar definitivamente la junta c¨ªvico-militar que dirigir¨¢ las tareas administrativas, legislativas y judiciales. Dicha junta estar¨¢ integrada por tres militares (los coroneles Majano, Guti¨¦rrez y, probablemente, el mayor Benjam¨ªn Ramos) y dos civiles, de los que se conoce extraoficialmente el nombre de uno. Se trata del profesor Rom¨¢n Mayorga Quir¨®s, rector de la Universidad Cat¨®lica Centroamericana.
El segundo punto es la neutralizaci¨®n de las organizaciones ultraizquierdistas, protagonistas de serios incidentes durante todo el martes y buena parte de ayer.
La tercer gran labor es el desarme y la desarticulaci¨®n de la tenebrosa Orden (Organizaci¨®n Democr¨¢tica Nacionalista), grupo ultraderechista responsable de las torturas y asesinatos de centenares de opositores, respaldado tradicionalmente por anteriores Gobiernos militares.
En el plano internacional, la mayor¨ªa de los pa¨ªses, incluido Espa?a, han aplicado autom¨¢ticamente la doctrina Estrada, que supone el reconocimiento inmediato de las nuevas autoridades. No se conoce reacci¨®n oficial de los Gobiernos de Honduras y Guatemala, naciones vecinas afectadas directamente por la ?teor¨ªa del domin¨®?, que parece cumplirse inexorablemente y cuyo inicio se produjo en Nicaragua con el triunfo de la revoluci¨®n sandinista.
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