Ni?os y monstruos
Volker Schl?ndorff, integrante del, en un tiempo, nuevo cine alem¨¢n, Kluge, Fleischman, Schamoni, Lilienthal, Straub, que pronto dejar¨ªa de ser nuevo, con la llegada de los Wenders, Fassbinder, Herzoig, Syberberg, Schroeter...Schl?ndorff tuvo un debut m¨¢s que s¨®lido con El joven T¨¢irless (1965), pero muchos prefirieron el plomizo hermetismo de Kluge a la claridad y el clasicismo de SchI?ndorff, de formaci¨®n francesa, ayudante de Melville, Malle y Resnais. Tras su ¨®pera prima, Schl?ndorff realiza siete largometrajes, dos sketches en filmes colectivos y tres filmes para la televisi¨®n, de los que hemos visto en Espa?a cinco largos y su episodio de Alemania en oto?o (1977), El rebelde (1968), La repentina riqueza de los pobres de Kombach (1970), Fuego de paja (1972), El honor perdido de Katharina Blum (1975) y Tiro de Gracia (1976) son filmes interesantes por razones tan distintas como distintos son estos filmes entre s¨ª. El m¨¢s bello, El rebelde, es tambi¨¦n el m¨¢s subvalorado. El m¨¢s aburrido, Fuego de paja, el m¨¢s apreciado, fundamentalmente por razones tan oportunistas como extra cinematogr¨¢ficas. Todas estas pel¨ªculas muestran a un autor interesante a la b¨²squeda de su propia identidad y de su propio estilo. En esta b¨²squeda se suceden errores y aciertos, en virtud de las radicales variaciones de est¨¦tica, tono, presupuestos, etc¨¦tera, que Schl?ndorff imprime a su inquieta trayectoria. Todo ello nos lleva a su ¨²ltima, m¨¢s cara y exitosa pel¨ªcula, El tambor de hojalata, que obtuvo este a?o, en Cannes, la Palma de Oro, ex aequo con Apocalypse Now, de Francis Ford Coppola.
El tambor de hojalata (Die Blechtrommel)
Director: Volker Schl?ndorff.Gui¨®n: Volker Schl?ndorff, Jean-Claude Carri¨¦re, Franz Seitz y G¨¹nter Grass, basado en la novela hom¨®nima de este ¨²ltimo. Fotograf¨ªa: Igor Lucther. M¨²sica: MauriceJarre. Int¨¦rpretes: David Bennent, Angela Winkler, Mario Adorf, Daniel 0lbrychski, Katharina Tahlbach, Andrea Ferreol CharteS Aznavoul Germano-franco -polaca, 1979. Local de estreno: AIphaville 1.
Desde que Gunter Grass publicara en 1959, la novela en que el filme est¨¢ basado, obra clave de la moderna literatura alemana, su autor recibi¨® numerosas propuestas de adaptarla al cine. S¨®lo veinte a?os m¨¢s tarde Grass acept¨®, debido, sobre todo, al enfoque presentado por Schl?ndorff, respetuoso del esp¨ªritu de la novela. El tambor de hojalata nace como una pel¨ªcula importante a priori, como una empresa cultural que tarde o temprano alguien deber¨ªa acometer. Esta trascendencia antes de tiempo era el mayor lastre y el mayor riesgo del proyecto. Una pel¨ªcula que exig¨ªa una mezcla al 50% de qualit¨¦ y espect¨¢culo, de realismo y de ¨¦pica.
Schl?ndorff ha decidido correr estos riesgos, optando por la recreaci¨®n contra la ilustraci¨®n. El tambor de hojalata, es un filme denso, complejo, duro, rebuscado y, a la vez, directo, accesible, violento. La historia de Oscar Mazerath, el ni?o de Dantzig que se niega a crecer, inseparable de un tambor rojiblanco con el que habla, se defiende, desaf¨ªa y destruye, capaz de romper vidrios con su diab¨®lico grito, sirve a Schl?ndorff para narrar una f¨¢bula donde la fuerza de las cosas en s¨ª, tal y como son presentadas, debe evitar simbolismos simplones y segundas lecturas, que, lejos de enriquecer, s¨®lo empobrecen y simplifican. La f¨¢bula ante todo.
Lo mejor de El tambor de hojalata es la fuerza, no s¨®lo pl¨¢stica, de sus im¨¢genes, poderosas y contundentes, descarnadas, imp¨²dicas. El buscado primitivismo de la narraci¨®n, adecuado para un relato donde algo a¨²n actual se reviste de una envoltura m¨ªtica. Su abrumadora y justificada belleza. La sencillez chapliniana de tono y estilo. Y, sobre todo, un ni?o llamado David Bennent capaz de horrorizarnos, divertirnos, distanciarnos e identificarnos con ¨¦l, con una presencia que llena la pantalla y que roba plano a sus ilustres compa?eros de reparto, si exceptuamos esa estupenda actriz que es Angela Winkler.
Lo peor de El tambor... es su media hora final, confusa y deslabazada, donde se nota la huella, para mal, de Jean-Claude Carri¨¦re, como una b¨²squeda est¨¦ril de un final para una historia que no puede tenerlo y que deber¨ªa terminar media hora antes con unos eficaces puntos suspensivos.
Babelia
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