Ahora, Corea del Sur
EL GOLPE de Estado de Corea del Sur, con el asesinato del presidente de la Rep¨²blica, Park, tiene un car¨¢cter t¨¦cnico: muerto el dictador en lo que se presenta como un hecho accidental, le sucede el ?delf¨ªn?, su propio primer ministro, hacedor de su misma pol¨ªtica, Choi Kyu Hali. Las medidas que se toman a continuaci¨®n son tambi¨¦n justificadas: la ley marcial y la movilizaci¨®n aparecen necesarias para evitar que el eterno hermano-enemigo, Corea del Norte, se aproveche de las circunstancias. Un culpable aparece inmediatamente detenido: el jefe de la CIA local, que dispar¨® contra el presidente en una disputa durante una cena. Y se anuncia que el plazo constitucional de las elecciones presidenciales va a cumplirse: no m¨¢s de tres meses despu¨¦s de declarado vacante el poder. Todo es legal, todo est¨¢ en orden.Sin embargo, el Departamento de Estado de Estados Unidos se apresura a declarar que se trata de un golpe de Estado. La Uni¨®n Sovi¨¦tica -por la agencia Tass- da su opini¨®n de que Estados Unidos ha sustituido ?una marioneta por otra?. Y se disparan una serie de preguntas. ?Por qu¨¦ llevaba un arma el jefe de la CIA cuando estaba cenando con el presidente? ?Por qu¨¦ los guardaespaldas no actuaron inmediatamente? ?Por qu¨¦ una disputa entre el presidente y el jefe de la agencia central de investigaci¨®n pudo llevar a ese resultado?
Probablemente, el Departamento de Estado tiene mucho inter¨¦s en esclarecer que se trata realmente de un golpe de Estado. Va teniendo continuamente inter¨¦s en deshacerse de los gobernantes tir¨¢nicos y restablecer democracias: le interesa que se sepa. En Corea, la amplitud de la guarnici¨®n americana es la de un ej¨¦rcito y el riego de d¨®lares equivale a la propiedad de un pa¨ªs. Los extremos de corrupci¨®n y de violaci¨®n de toda clase de derechos a que hab¨ªa llegado Park eran embarazosos y molestos. Dentro de una serie de acontecimientos mundiales, que van todos en el mismo sentido, no es f¨¢cil aceptar la simple definici¨®n de accidente para este suceso en Corea del Sur, ni es f¨¢cil creer que todo vaya a continuar con la misma pol¨ªtica. Todo tiende a hacer suponer que es una conspiraci¨®n de fondo. Pero la deliberada escasez de informaciones, y la falta de credibilidad de las que se emiten, s¨®lo permiten suposiciones, sospechas, conjeturas.
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