Carta abierta a J. Meli¨¢
Diputado por Guip¨²zcoa de Euskadiko EzkerraSe?or secretario de Estado para la Informaci¨®n:
He le¨ªdo con decepci¨®n que, seg¨²n usted -seg¨²n el Gobierno, por tanto- son falsas las acusaciones de malos tratos a detenidos en Euskadi denunciadas por m¨ª al ministro del Interior. Y, en lugar de adoptar medidas fulminantes, el ministro se limita a remitir los documentos al fiscal, probablemente para que inste el procesamiento de los denunciantes. Seg¨²n usted y el Gobierno del que usted es portavoz, ?oficialmente, se considera que las su puestas torturas con electrodos a uno de los detenidos son lesiones intencionadas producidas probablemente con dos monedas candentes aplicadas sobre la parte menos dolorosa de la pierna?. Se?or Meli¨¢, usted tiene derecho a creer que los vascos estamos un poco locos, si ser loco es separarse algo de lo normal, de lo vulgar, pero lo que no tiene derecho es a hacernos creer que estamos tan locos como para llegar a aplicarnos monedas al rojo vivo en el interior de los muslos, donde, por cierto, los m¨¦dicos me dicen que duele mucho, con el ¨²nico objeto de desacreditar a la Guardia Civil.
Mi estupor alcanza l¨ªmites incre¨ªbles cuando usted afirma que ?de haber existido realmente las lesiones denunciadas se hubiesen agotado los plazos para tratar de que no fueran perceptibles en el exterior?.
Siempre he defendido que la mera posibilidad de que una persona quede a disposici¨®n de la polic¨ªa, incomunicado, incluso de su abogado, durante diez d¨ªas equivale a la firma de un cheque en blanco a la tortura. Y ahora usted me acaba de dar la raz¨®n. Porque usted explica perfectamente lo que hay que hacer en el penoso caso de que las sevicias f¨ªsicas dejen huella apreciable.
Pero usted, que es el responsable de la informaci¨®n oficial, est¨¢ mal informado. Mikel Amilibia fue detenido el d¨ªa 14 de octubre, a las doce horas. Fue torturado en la Comandancia de la Guardia Civil de San Sebasti¨¢n, durante tres o cuatro horas, para pasar a un calabozo de la comisar¨ªa de polic¨ªa, donde continuaron las vejaciones hasta las 23.30 horas del d¨ªa 20 de octubre. Es decir, permaneci¨® incomunicado durante casi siete d¨ªas en aplicaci¨®n del plazo extraordinario que la legislaci¨®n vigente permite en supuestos de actividad terrorista. Con Izaskuri Arrazola se agot¨® el plazo m¨¢ximo de los diez d¨ªas. Luego, Mlkel fue conducido por la Guardia Civil al Juzgado de Instrucci¨®n, donde se le apreciaron las lesiones denunciadas y fue puesto en libertad porque, casualmente, Amilibia ni es terrorista ni tiene nada que ver con el terrorismo. A lo sumo, es v¨ªctima, al igual que Izaskun, de cierto terrorismo oficial. Ese terrorismo de Estado, principio de toda violencia, que hay que erradicar si ustedes quieren que desaparezca lo que ustedes llaman terrorismo.
Por supuesto, ni en la Comandancia de la Guardia Civil ni en la comisar¨ªa de polic¨ªa, y mucho menos en el Juzgado, se le permiti¨® a Mikel bromear con monedas candentes.
Probablemente, usted, se?or Meli¨¢, es de los que profesan el dogma de que ciertas instituciones son impecables, es decir, incapaces de pecar. Pues, no. En el mismo n¨²mero de EL PAIS en que aparecen sus inefables declaraciones, todos hemos le¨ªdo una noticia procedente de Oviedo que contrasta con sus palabras: ?Dos guardias civiles detenidos por desvalijar veh¨ªculos.? Algunos guardias civiles pecan y delinquen, como pecan y delinquen algunos m¨¦dicos, algunos abogados o algunos barrenderos, sin que ello nos permita abstraer y generalizar conductas elev¨¢ndolas a comportamientos generales.
Estoy seguro de que las personas m¨¢s interesadas en que se aclaren estos hechos, se castigue a sus autores, se les expulse del cuerpo y desaparezcan de una vez estas pr¨¢cticas degradantes son los polic¨ªas y guardias civiles que, no torturan, que no quieren torturar y que estar¨ªan resueltos a abandonar sus cargos si llegaran a la conclusi¨®n de que los mismos llevan aparejado el ejercicio de tal iniquidad.
Yo, un d¨ªa, pude decir en el Senado -ah¨ª est¨¢ el Diario de Sesiones- que en Guip¨²zcoa la tortura hab¨ªa desaparecido, sin que pudiera decir lo mismo de Vizcaya. A m¨ª me encantar¨ªa poder seguir diciendo de toda Euskadi lo que un d¨ªa dije de Guip¨²zcoa. Pero no puedo.
Yo me he propuesto trabajar por la democracia y no se construye la democracia mintiendo. Y mucho menos, como usted y su Gobierno lo hacen, poni¨¦ndose del lado de los torturadores. Ocultar y disimular un delito es encubrir y el encubridor es igualmente delincuente. No hace falta que yo le recuerde que el delito de torturas ha sido tipificado recientemente en el C¨®digo Penal. Tampoco hace falta que yo le recuerde que la existencia de la tortura es el term¨®metro de la democracia de una sociedad y que el Gobierno espa?ol ha ratificado hace poco la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos y los pactos que la desarrollan.
Afortunadamente para m¨ª, no estoy solo en la denuncia. Uno de los vascos que m¨¢s admiro, uno de los hombres m¨¢s ¨ªntegros que conozco, don Manuel de Irujo, portavoz del Partido Nacionalista Vasco en el Parlamento navarro, ha alzado tambi¨¦n, indignado, su voz autorizada para decir: ?En Pamplona se practica el tormento en sus diversas formas. ? (Seguramente don Manuel est¨¢ recordando el ?ni tormento ni amenaza se puede dar a ning¨²n vizca¨ªno, ni en Vizcaya, ni fuera de ella?, de la ley XII del Fuero de Vizcaya o su equivalente del Fuero de Navarra.)
Que nadie se atreva a tachar a don Manuel de mentiroso. Yo le aseguro que pronto nuestras voces -la de Irujo y la m¨ªa- ser¨¢n solamente dos en medio del clamor de un, pueblo que ha soportado m¨¢s de lo que puede creerse y que tiene conciencia de haber comenzado el d¨ªa 25 de octubre, una vez m¨¢s en su historia, el camino de su libertad. Libertad que no dejar¨¢ que le arrebaten y que supone que no tolerar¨¢, pase lo que pase, y, pese a quien pese, que en sus comisar¨ªas y comandancias se siga torturando precisamente en v¨ªsperas de que entre en funcionamiento su propia polic¨ªa aut¨®noma.
Se?or Meli¨¢, tengo que decirle, finalmente, con pena, que usted ha cambiado mucho. Usted no es el dem¨®crata que escrib¨ªa aquellos art¨ªculos en Destino durante la dictadura. Al menos, a m¨ª as¨ª me lo parece. A m¨ª me dicen, en cambio, que he variado poco. Que sigo siendo el de siempre. Lo que han cambiado son las circunstancias y yo, desde luego, sigo pensando que ?resignarse ante la injusticia sin protestar contra ella., sin luchar, no es digno de un horrible, ni de un cristiano ? (cardenal Saliege). Y yo a?adir¨ªa que ni de un revolucionario, y que con el mismo ardor con que protesto y voy a seguir protestando por estas torturas, protestar¨ªa en el supuesto de que usted fuera el torturado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Juan Mar¨ªa Bandr¨¦s
- EE
- Josep Meli¨¢
- Pol¨ªtica nacional
- Opini¨®n
- Presos
- Tortura
- Presos ETA
- Guardia Civil
- Presos terroristas
- Pol¨ªtica antiterrorista
- Pa¨ªs Vasco
- Integridad personal
- Prisiones
- Derechos humanos
- Lucha antiterrorista
- Centros penitenciarios
- ETA
- Partidos pol¨ªticos
- Comunidades aut¨®nomas
- R¨¦gimen penitenciario
- Fuerzas seguridad
- Grupos terroristas
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Delitos