Meli¨¢
En la d¨¦cada de los sesenta, cuando Mars¨¦ quer¨ªa hacer carrera de la chica. de las bragas de oro, cuando Benet quer¨ªa hacer carrera de Benet, cuando yo quer¨ªa hacer carrera de quinqui o de beatnik, o sea que no me aclaraba, Jos¨¦ Meli¨¢ quer¨ªa hacer carrera de gordo. Ya est¨¢ gordo.El hombre que se propone llegar a gordo, en esta vida, tiene que sacrificar muchas cosas, porque la gordura es un sacerdocio o un don del cielo, una buenaventura de la naturaleza o una carrera tortuosa desde la delgadez a la opulencia malamente incontenida en camisa de once varas, camisa sudada con el sudor amarillo de los gordos. Jos¨¦ Meli¨¢ lo ha sacrificado todo a su vocaci¨®n irrenunciable, leg¨ªtima y precoz de gordo, con dedicaci¨®n ejemplar y visi¨®n clara de lo que quer¨ªa en esta vida: gordura de alma, obesidad de esp¨ªritu, gran tonelaje pol¨ªtico.
La pol¨¦mica que se trae con Bandr¨¦s es la pol¨¦mica del obeso que ya no ve m¨¢s all¨¢ de su obesidad, porque la obesidad es una forma del yo como la mismidad, una forma del no-yo, como la alteridad, como la otredad, una forma del yo-no como la adolfidad. Y en eso anda.
Sobre la d¨¦cada de los sesenta, ya digo, a m¨ª me hacen entrevistas todos los d¨ªas, y siempre digo lo mismo: que yo de lo que s¨¦ es del 98. Del 98 y de Meli¨¢, a quien no glos¨¦ en el Museo de Cera, C¨¢ndido, amor (gracias por esa cr¨®nica, por esa nueva lecci¨®n que me/nos das), porque, para pol¨ªtico chapucero y trepa, ya tienen en el Museo a Romanones. Meli¨¢ no est¨¢ todav¨ªa. Han parado en Felipe. La gloria de la cera a¨²n no llega a los secretarios de Estado para la Informaci¨®n. Hay que seguir engordando.
Sobre la d¨¦cada de los sesenta, dec¨ªamos ayer, llega Jos¨¦ Meli¨¢ a Madrid, desde su isla, dispuesto a hacer carrera de gordo como Ull¨¢n ven¨ªa a hacer carrera de exiliado y de poeta, que ambas las ha sacado brillantemente. Meli¨¢ a¨²n no hab¨ªa incorporado a su nombre la pe catalano /mallorquina, que es como un sable que toma de la panoplia balear para irse a la guerra de los cien a?os del independentismo, el mallorquinismo y el obesismo.
Puesto a hacer, hace antifranquismo en los peri¨®dicos del Opus y hace antimadrile?ismo en las revistas catalanas -Destino-, un suponer su columna El irreal Madrid, donde Madrid parece una fantasma que le da much¨ªsima risa. Hoy, ya ven, Meli¨¢, con ser tan compacto, nos queda tan irreal como el irreal Madrid que quer¨ªa desmontar, conquistar, portavocear. Cuando el Opus pasea por la eterna Semana Santa de Espa?a la cruz cirinea de Matesa, Meli¨¢ saca a don Laureano L¨®pez-Rod¨® en bicicleta, por el extranjero empedrado, en el A bc de Ans¨®n. Y, con esa labilidad de gordo que nunca tiene un delgado (v¨¦ase cu¨¢ntas cosas han hecho gordos como Gir¨®n o Garc¨ªa Carr¨¦s), acto seguido mufle con Nacho/Noche Camu?as/Nietzsche una Carta abierta a los tecn¨®cratas que es un admirable ejercicio para cinco dedos (m¨¢s dedo gordo), donde consigue criticarles sin enfadarles, por si las flais, dibujarles sin definirles y definirles sin denunciarles. Una obra maestra del miedo (serie negra, bolsillo, agotado).
Yo a Meli¨¢ me parece que nunca le he ca¨ªdo del todo, o, m¨¢s exactamente, me parece que nunca me ha entendido, porque un se?or generacional que s¨®lo aspira a ensanchar nunca puede entender a otro se?or generacional, o sea yo, que s¨®lo aspira a crecer. Yo he llegado a mi uno ochenta y siete, m¨¢s los tacones de las botas vaqueras, y ¨¦l ha Regado a Secretario de Estado para la Informaci¨®n. Los pol¨ªticos nunca entienden que los dem¨¢s no queramos hacer carrera pol¨ªtica. El gordo vocacional nunca entiende al delgado experimental.
Bandr¨¦s y las torturas. Meli¨¢ y las ruedas de prensa donde expande su esfericidad, ignorante de sus propios l¨ªmites jur¨ªdicos y de que, seg¨²n D'Ors, ?mis l¨ªmites son mi nqueza?. Rico sin l¨ªmites, Meli¨¢ ha hecho pasar por su casa mallorquina toda la pol¨ªtica espa?ola y es el que ha llegado m¨¢s lejos de mi generaci¨®n. Pero Bandr¨¦s le esperaba. Nadie engorda impunemente.
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