Madera m¨¢s color negro
?Qu¨¦ hay detr¨¢s de cada m¨¢scara? ?Otra? Tal vez s¨®lo el desasosiego de alguien al que le falta un adversario que est¨¦ a su altura. Para una desorganizaci¨®n de ciertos datos ¨ªntimos, hablaba de continuo Navascu¨¦s. Le dec¨ªa a Juan Cueto: ?Mis objetos tienen algo de mueble burgu¨¦s de los que dan prestigio; de ah¨ª su preciosismo. Pero son muebles completamente in¨²tiles.? Y a F¨¦lix Guisasola: ?Pienso que el ¨¦xito en la comunicaci¨®n es conseguir que el otro se sienta como si hubiese encontrado justamente aquello que esperaba encontrar.? De mi primer encuentro con ¨¦l recuerdo estas palabras: ? Lo angustioso es ahondar en la superficie para toparse siempre con nuevas superficies.? Inutilidad, comunicaci¨®n y angustia reivindicadas. Pero labraba Navascu¨¦s la madera con aplomo y cari?o. De sus manos sal¨ªan, bajo el disfraz del j¨²bilo artesano, contactos sensuales, cajas, dedos, hamacas, mujeres y pilotos, aviones, armarios, celestes guillotinas, m¨¢quinas delirantes para cazar vampiros, puertas al camposanto de muy leves colores... Uno a olvidar llegaba, pese al frecuente trato con Luis Fern¨¢ndez, el pudor riguroso con que los asturianos ocultan de ordinario la gran desolaci¨®n. Escudo de la vida que da se?al de muerte.?Extra?o oficio, el de vivir sangrando colorido y madera! Pulir hasta el final una corteza. Con ruido grave de herramienta y frases, como un desdoblamiento que asciende del pasado al fin.
Se ti?e la madera, al t¨¦rmino, para s¨®lo morir en un color.
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