ETA y los presos vascos
Senador por Guip¨²zcoaTe voy a contar una historia desconcertante, amigo lector. Aunque posiblemente desde hace alg¨²n tiempo la misma roe su preocupada imaginaci¨®n. Pero que no se cuenta en la calle, porque el miedo es de las pocas cosas que se da de balde en este miserable mundo. Y me atrevo a cont¨¢rtela porque soy hombre acostumbrado a las borrascas y me considero, a mis a?os, como viejo barco destinado al desguace. Por todo ello, no siento miedo ni a truenos ni a rel¨¢mpagos...
Conozco bien la historia de torturas y c¨¢rceles. En tiempos de un dictador, de cuyo nombre no quiero acordarme, fui condenado reiteradamente por una amplia gama de tribunales especiales. Siempre por delitos enmarcados entonces en el indefinido campo de la subversi¨®n y el terrorismo. Y, consecuentemente, tengo buena experiencia de una larga vida carcelaria; en comportamientos, tristezas e ilusiones. Pero no me voy a referir al sufrimiento, porque ¨¦ste depende del ¨¢nimo de cada persona, viva dentro o fuera de la prisi¨®n. Pero s¨ª voy a tratar de la esperanza e ilusi¨®n de todo prisionero, que: no es otra que la libertad. Todo prisionero sue?a con la libertad. Un derecho que el hombre no puede negar a otro hombre. Sobre todo, cuando el delito cometido tiene una motivaci¨®n pol¨ªtica. Aunque tampoco debemos olvidar que el hombre est¨¢ ¨ªntimamente ligado a su circunstancia... Pero dejemos de lado la circunstancia, que es un embrollo serio, y volvamos a mi historia desconcertante...
Recuerdo que cuando gozaba de libertad viv¨ªa obsesionado por la suerte de aquellos compa?eros que, junto con la esperanza, mord¨ªan su rabia tras las rejas. Y as¨ª, fui protagonista de una curiosa comedia, interpretada con doblez por unas astutas asociaciones tituladas Gestoras pro Amnist¨ªa. Asociaciones estas que se desarrollaban en el barrizal de las manipulaciones pol¨ªticas, donde se entremezclan ¨¢nimos e intenciones muy dispares. Pero yo iba a lo m¨ªo y lo ¨²nico que contaba para m¨ª era el trabajo por la liberaci¨®n de aquellos j¨®venes vascos que hab¨ªan luchado -incluso por medios violentos- contra aquella dictadura: inconfundible modelo de la violencia institucionalizada. Se consigui¨® la amnist¨ªa y me sent¨ª liberado...
Desgraciadamente, nadie escarment¨®.... y buena parte de una juventud inconformista y radicalizada vuelve a sus tristezas e ilusiones tras las rejas. Y se juega a la loter¨ªa de mis tiempos, cuando estudi¨¢bamos sobre el calendario de cada a?o la fecha que pudiera marcar cualquier importante acontecimiento. Y que pudiera merecer bien un indulto, bien una amnist¨ªa. Nunca como entonces se ha deseado m¨¢s la coronaci¨®n de nuevos papas...
No cabe duda que, cuando se constituya el pr¨®ximo Gobierno vasco, los presos vascos contendr¨¢n su respiraci¨®n. A igual que sus familiares y amigos. Todos pensar¨¢n que el acontecimiento es trascendental para Euskadi... Una nueva etapa hist¨®rica para nuestro pueblo; un nuevo cap¨ªtulo que hemos de escribir, d¨ªa a d¨ªa, entre todos los vascos de buena voluntad. Todos los vascos.... incluidos aquellos que se hallan confundidos: incluidos los que han rechazado el Estatuto; incluidos los que padecen prisi¨®n...
Efectivamente, aquella fecha memorable se?alar¨¢ un hist¨®rico cambio institucional, que merecer¨¢ -al menos- una confiada sonrisa en los labios de todas las madres de nuestro pueblo... ?Estatutoarekin presoak kalera?...
Pero, desgraciadamente, tengo que volver a pensar en la circunstancia de todo hombre. Porque es preocupante la otra cara de la medalla..., que no se parece en nada a la imagen amable y humana de su rev¨¦s. Porque representa el despiadado empe?o de truncar ese rayo de esperanza que muchas madres de Euskadi quieren ver al trasluz del Estatuto de Autonom¨ªa... ?Y cu¨¢l es el motivo que impida el que se haga realidad tan amable sue?o?... Vamos a tratar de salir del embrollo, al interpretar el reverso de esa medalla, forjada en falsas ilusiones... Un reverso que representa al rugoso y retorcido ¨¢rbol de ETA, cuyas ra¨ªces alimentan diversas ramas de muy parecido color y que no es el caso de diferenciarlas ahora...
Una rama de este ¨¢rbol da sombra a un posicionamiento. Y otra rama parecida, a postura semejante. Ambas miran al Estatuto de Guernica. Una que lo rechaza y la otra que lo apoya m¨¢s o menos condicionalmente. Pero ninguna de ellas dispuesta a acatar noblemente la voluntad popular libremente expresada en el refer¨¦ndum. Porque si algo expres¨® el pueblo vasco en la consulta fue su rechazo a la violencia en el camino hacia el autogobierno. Ya de antemano un prohombre muy cualificado hab¨ªa manifestado: ?Nosotros no entendemos de matem¨¢ticas ni de porcentajes...? Quiere esto decir que ETA continuar¨¢ practicando la lucha armada; en la subversi¨®n, en el atentado y en el impuesto revolucionario. Impidiendo as¨ª el normal desarrollo de las instituciones del ente auton¨®mico vasco.
Seamos realistas. Hoy por hoy los presos vascos no dependen del Consejo General Vasco, ni probablemente ¨¦stos de ahora no depender¨¢n del futuro Gobierno vasco, sino de los tribunales de justicia designados por Madrid. Y en tales circunstancias es muy dif¨ªcil negociar su liberaci¨®n sin ofrecer la contrapartida imprescindible. Y que no es otra que el abandono de la lucha armada. Porque es demencial pretender liberarlos por medio de acciones de fuerza, o secuestro de personalidades afines a la ideolog¨ªa del Gobierno de Madrid. Y es indudable que la mejor disposici¨®n de los actuales dirigentes pol¨ªticos vascos de nada vale si la estrategia de ETA demuestra ser ella misma la primera enemiga de la liberaci¨®n de los presos. Porque la realidad es esta: el preso vasco no es arma negociadora, sino arma de lucha. ETA los necesita para seguir sensibilizando a un pueblo sencillo y humano, para conseguir movilizarlo hacia objetivos revolucionarios...
Por el contrario, el Estatuto de Guernica es arma de paz y no de guerra. Est¨¢ pensado no para destruir, sino para reconstruir este pa¨ªs, tan maltratado desde dentro y fuera de ¨¦l, desde que Franco encendi¨® la mecha de la discordia, en aquel nefasto 18 de julio de 1936... Y no olvidemos el pasado si queremos seguir haciendo historia...
Hoy el pueblo vasco exige paz y rechaza toda provocaci¨®n, venga de quien venga. La inmensa mayor¨ªa de nuestro pueblo est¨¢ dispuesto a olvidar el pasado. Si una minor¨ªa est¨¢ dispuesta a entrar en raz¨®n por el camino de la responsabilidad, en la convivencia y en el progreso, en la justicia y en el trabajo. Y acatemos todos la justa ley, para evitar que caiga sobre nosotros su peso...
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