El padre Arrupe llama al orden a los jesuitas
El superior general de los jesuitas, Pedro Arrupe, acaba de enviar una carta reservada a todos los superiores mayores de la orden, como respuesta al duro discurso de Juan Pablo II a la Compa?¨ªa, del 21 de septiembre pasado, en el cual el Papa les hab¨ªa dicho que estaba muy preocupado por ciertas actitudes de los jesuitas que ?desconcertaban al pueblo de Dios?.
En esta carta, escrita con la delicadeza cl¨¢sica de Arrupe, se afirma sin falsos pudores que, puesto que han sido los tres ¨²ltimos papas (Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II) quienes han llamado la atenci¨®n a los jesu¨ªtas, poni¨¦ndoles de manifiesto una serie de ?deficiencias?, esa ?triple llamada no da lugar a dudas: es Dios mismo quien en su amor, pero tambi¨¦n con insistencia, espera de nosotros algo mejor?.Seg¨²n Arrupe, el hecho de que los ¨²ltimos papas hayan tenido que amonestar a la Compa?¨ªa de Jes¨²s ?demuestra, sin duda alguna, que, aunque hemos reconocido nuestros errores y nos hemos esforzado sinceramente en corregirlos, se ve que no hemos sido capaces de conseguirlo en la medida y en la eficacia deseadas?. Hab¨ªa sido ¨¦l mismo Arrupe, quien hab¨ªa pedido al papa Wojtyla que recibiera a todos los superiores mayores de la orden en audiencia privada, para que ?les indicara qu¨¦ esperaba de la Compa?¨ªa y cu¨¢les eran los sentimientos que alimentaba hacia ella?. De hecho, se afirma en la carta, el Papa ?ha confirmado su benevolencia hacia la Compa?¨ªa?, una benevolencia que, seg¨²n el Papa, ?nos hemos merecido a lo largo de los siglos por el fervor de nuestra vida religiosa y nuestro celo apost¨®lico?. Y recuerda que Juan Pablo II, en ese discurso que fue presentado s¨®lo como de cr¨ªtica a los jesuitas, reconoci¨® ?el valor ejemplar, el celo apost¨®lico, la fidelidad sincera e incondicional al soberano pont¨ªfice? de la Compa?¨ªa de Jes¨²s.
Pero junto con este reconocimiento, dice Arrupe a los superiores mayores, el Papa ha puesto en guardia a los jesuitas ?manifest¨¢ndonos sus preocupaciones ? sobre algunos puntos bien concretos: tendencias secularizadoras, austeridad y disciplina de la vida comunitaria y religiosa, fidelidad al magisterio en materias de doctrina, car¨¢cter sacerdotal de nuestro trabajo apost¨®lico y formaci¨®n de los j¨®venes jesuitas.
El superior de la Compa?¨ªa afirma en la carta: ?Debemos acoger las palabras del vicario de Cristo con esp¨ªritu de sincera humildad y de gratitud por el esp¨ªritu paternal que manifiesta en relaci¨®n a la Compa?¨ªa y por el aliento que nos da para mejorar nuestra vida religiosa y apost¨®lica.? Afirma Arrupe que no piensa descargar sobre los dem¨¢s su grave responsabilidad como superior general. Por eso, ¨¦l responder¨¢ en primera persona ?a los deseos del Santo Padre?. Pero a?ade que esta responsabilidad tiene que repartirse al mismo tiempo entre todos los superiores provinciales, responsables tambi¨¦n de la vida de la Compa?¨ªa; es decir, que ellos son tambi¨¦n responsables de las cr¨ªticas hechas por el Papa.
Y les da, para poder poner remedio a ellas, una serie de normas. Deber¨¢n, por ejemplo, examinar, en qu¨¦ medida ?dejan desear la austeridad de vida y la disciplina interior y exterior en las comunidades?. O bien, ?si se advierten tendencias secularizadoras, como ausencia de vida comunitaria, independencia de los superiores o relaciones llenas de ambig¨¹edad con otras personas?. Otro punto que deber¨¢n examinar es si los jesuitas ?ejercen ciertas actividades que no tienen nada que ver con el car¨¢cter sacerdotal, que debe ser el sello de todas nuestras actividades ?.
Los superiores deber¨¢n comunicar a primeros del a?o pr¨®ximo toda la informaci¨®n recibida sobre estos puntos.
Arrupe a?ade que ?los superiores locales deben vigilar que todos los jesuitas de sus comunidades ordenen sus aptitudes, sus palabras y sus acciones en conformidad con los deseos del Santo Padre?. Afirma que conoce muy bien ?la complejidad de los problemas, el car¨¢cter delicado de las cuestiones personales, las dificultades de las situaciones nuevas, ambiguas y conflictivas ?. Y a?ade: ?Soy un testigo privilegiado de vuestra ilimitada buena voluntad y de la pureza de intenci¨®n que os gu¨ªa. Pero si esto es cierto?, afirma Arrupe, ?tambi¨¦n lo es que ya no podemos esperar m¨¢s. Ser¨ªa injusto olvidarse de los resultados positivos que la Compa?¨ªa ha obtenido en numerosos terrenos, pero al mismo tiempo, examinando objetivamente las recomendaciones que nos han hecho los pont¨ªfices romanos, debemos aceptar que lo hasta aqu¨ª realizado no es a¨²n suficiente?.
La carta, escrita en franc¨¦s, est¨¢ firmada en Roma el 19 de noviembre, ?fiesta de los m¨¢rtires canadienses?.
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