Empieza la semana cr¨ªtica del invierno taurino
Los empresarios van a hacer peticiones a los ministros del Interior y Cultura
La ordenaci¨®n de la fiesta de toros dentro de una estructura org¨¢nica en el seno -posiblemente- del Ministerio de Cultura; las acciones de la Diputaci¨®n Provincial de Madrid para promocionar y subvencionar el espect¨¢culo (con parte del dinero que el propio espect¨¢culo le proporciona); la presunta escasez de toros para la temporada de 1980, que, por cierto, ha sido desmentida por la Uni¨®n Nacional de Empresarios Taurinos (UNETE); la puesta en pr¨¢ctica por el Ministerio del Interior de medidas eficaces para acabar definitivamente con el afeitado y otros fraudes; tales son, aparte el menudeo de acontecimientos menores que habitualmente se producen durante los inviernos taurinos.
Las intenciones son buenas desde distintos sectores, pero s¨®lo relativas las esperanzas, aunque hay una rara unanimidad de criterios en orden a la crisis de la fiesta y la necesidad de relanzarla, a¨²n no han empezado los taurinos las gestiones decisivas para conseguirlo. Por lo que respecta a los empresarios, que ya han tratado estos temas -siquiera sea a nivel de principios-, parece ser que han esperado a que algunos de los m¨¢s importantes regresaran de Am¨¦rica y dentro de unos d¨ªas se van a reunir, para a continuaci¨®n visitar al ministro del Interior o al director general de Seguridad del Estado, y luego, al ministro de Cultura. Entramos, en definitiva, en la semana caliente del invierno taurino.Van a solicitar, principalmente de Interior, que se autoricen las capeas como colof¨®n del festejo en determinadas novilladas, y que no ponga reparos al trasvase de Cultura del espect¨¢culo de los toros. Y de Cultura, que se haga cargo de la ordenaci¨®n global del mismo, sobre las coordenadas de coordinaci¨®n y promoci¨®n que la fiesta necesita.
En Cultura est¨¢n deseando acoger el espect¨¢culo y darle nueva forma, pero en Interior hay muchos recelos. Seg¨²n impresiones recogidas directamente en este departamento, no se debe perder la tradici¨®n de que la autoridad competente dirija la corrida y vigile que se cumpla el reglamento, para lo cual -siempre seg¨²n las mismas fuentes- son los funcionarios del Cuerpo de Polic¨ªa personas id¨®neas por su objetividad y la autoridad que les respalda. Y es cierto, si bien, dentro de la tradici¨®n que invocan, no se, puede ignorar, al propio tiempo, el gran fracaso de su gesti¨®n, pues, sin ir m¨¢s lejos, han sido incapaces de erradicar el fraude del afeitado, que en la ¨²ltima temporada ha, proliferado, y otras corruptelas, entre las que podr¨ªamos citar los petos entirreglamentarios, que se utilizan sin excepciones, y con absoluta impunidad, en la inmensa mayor¨ªa de las plazas del pa¨ªs.
Seg¨²n rumores que hemos podido recoger, en Interior est¨¢n dispuestos a intervenir en estas cuestiones, de forma que los fraudes terminen de una vez por todas, y creemos que no les va a ser dif¨ªcil, pues el caso de los petos a la vista est¨¢ (s¨®lo necesitan leer el reglamento y luego examinar el guadarn¨¦s), y en el del afeitado, les basta con enviar an¨¢lisis aquellas astas que sean sospechosas ajuicio de los veterinarios o del propio presidente de la corrida, y luego investigar qui¨¦n pudo ordenar la manipulaci¨®n, que siempre ser¨¢ alguien de un reducid¨ªsimo grupo de personas: entre el matador, su apoderado, la empresa y el ganadero, l¨®gicamente, debe estar el culpable.
En una reforma estructural de la fiesta no tienen por qu¨¦ perder los distintos ministerios sus competencias en facetas concretas del espect¨¢culo, ni ser¨ªa aconsejable que as¨ª se hiciera. Interior, por ejemplo -y lo citamos en primer lugar por ser el que m¨¢s se opone al cambio-, debe seguir con sus funciones de vigilancia del orden p¨²blico -eso por supuesto-, seguramente tambi¨¦n con las de las operaciones preliminares a la corrida, e incluso con la presidencia de la misma. Si cuenta con funcionarios que conocen la materia, no hay por qu¨¦ sustituirlos. Dudamos, sin embargo, que disponga de personal suficiente para presidir los 3.000 festejos o m¨¢s que se celebran al a?o y estamos en contra de que, al no poder cubrir estos puestos, delegue en otras personas. Aquello de que presida el alcalde, o un concejal, o un polic¨ªa, simplemente porque poseen una autoridad administrativa, debe terminar.
Tampoco es funci¨®n del Ministerio del Interior la reglamentaci¨®n de la fiesta de los toros, pues ¨¦sta debe ser estudiada y elaborada por especialistas (no exclusivamente los profesionales del toreo), y ser¨ªa una de las primeras funciones que deber¨ªa acometer el nuevo ¨®rgano ordenador del espect¨¢culo, una vez constituido en Cultura.
El cual -los taurinos quieren, a toda costa, que tenga rango de direcci¨®n general- habr¨ªa de esbozar la estructura general de cada temporada, coordinando los criterios y los intereses de todos los estamentos de la fiesta. Un programa de trabajo b¨¢sico es adecuar la producci¨®n y selecci¨®n de las ganader¨ªas con el n¨²mero de festejos que pueden organizar los empresanos. Hay aqu¨ª, naturalmente, un claro enlace con el Ministerio de Agricultura, como lo hay con las asociaciones y agrupaciones de toreros en todas sus categor¨ªas, que tambi¨¦n deben intervenir en esta programaci¨®n. Tan absurdo y peligroso es que los ganaderos tengan que comerse unos aparatosos excedentes de reses, como que los empresarios hayan de renunciar a montar festejos porque faltan toros. Es tan injusto y suicida para el inmediato futuro de la fiesta que sea casi imposible la renovaci¨®n de toreros al no organizarse novilladas, como il¨®gico que cualquier novillero pueda tomar la alternativa, si se le antoja, pues se corre el riesgo de producir una inflaci¨®n en el escalaf¨®n de matadores. Tal inflaci¨®n existe ya. Una vez reglamentada la fiesta, suponemos que promocionada, y establecida la estructura general de la temporada, la direcci¨®n general habr¨ªa efectuado su misi¨®n principal, pero no la ¨²nica, pues debe aprobar la celebraci¨®n de cada festejo, conocer su resultado, proponer y aun imponer las sanciones pertinentes.
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