Una presencia macabra
YA DESDE antes de la celebraci¨®n de los referendos auton¨®micos ETA militar arroj¨® por la ventana su confuso arsenal dial¨¦ctico, con el que pretend¨ªa justificar el terrorismo a ultranza. Hace meses que ETA militar ya ni siquiera intenta amparar ?pol¨ªticamente? sus acciones. ?C¨®mo hacerlo? ?C¨®mo ?explicar? a nadie el asesinato de tres guardias civiles en Azpeitia (muchachos de diecinueve y veinte a?os que encuentran en los Cuerpos de seguridad del Estado un trabajo honroso y una soluci¨®n al devastador ?paro del primer empleo?)? ?C¨®mo argumentar la barbarie, contemplada insolentemente por unos testigos que, sin duda, no han visto nada, no recuerdan nada, como ya es costumbre en el Pa¨ªs Vasco?ETA militar parece haber perdido todos sus trenes y necesita recuperar compulsivamente su macabra presencia en el escenario pol¨ªtico e hist¨®rico espa?ol matando a discreci¨®n, salvajemente. Sus cr¨ªmenes no son m¨¢s que reflejos condicionados 1 intentos de contestaci¨®n casi epil¨¦ptica a la concesi¨®n de los suplicatorios sobre Monz¨®n y Letamend¨ªa; una respuesta freudiana a la criminalidad de sus un d¨ªa c¨®mplices y hoy siniestroscompetidores de la ETA pol¨ªtico-militar, que les arreb¨ªatan el estrellato con la publicidad sobre el secuestro de Rup¨¦rez.
La brutal matanza de la noche del mi¨¦rcoles en Azpelltia, contemplada desde la m¨¢s fr¨ªa voluntad intelectual, tiene que ser desechada por los analistas del terrorismo para ser contempladas por los estudiosos de las paranoias, en las que cayeron tantos que empezaron tomando una pistola pretextando un inverosimil concepto del amor a sus semejantes y acabaron matando a sus semejantes por amor a una pistola.
Toda la historia del racismo y del fascismo internacional se halla as¨ª resumida, dram¨¢tica y culpablemente, en la imagen de esos ?valientes gudaris vascos? que asesinan por la espalda, amparados en la falta de cooperaci¨®n de un pueblo asustado, amedrentado y desorientado por la violencia que padece y los errores que sobre ella se vuelcan.
Pero, las condenas no bastan. Son precisas soluciones. Y el comportamiento del Gobierno en los ¨²ltimos d¨ªas respecto al problema del terrorismo vasco comienza a ser ya preocupante. Es preciso ir all¨ª, conocer lo que pasa en Euskadi, valorar la situaci¨®n sobre el terreno y no querer transmitir todas las responsabilidades del Estado al Consejo General Vasco. Toda exigencia a ¨¦ste ser¨¢ poca. Pero toda inhibici¨®n del Gobierno y del Parlamento es imposible. Por ¨²ltimo, una advertencia: no se puede contestar a la locura criminal de los pistoleros de ETA con la locura criminal de los pistoleros de otro signo. ETA es un problema de criminalidad com¨²n que debe ser tratado con tanta energ¨ªa como paciencia, pero sin otorgar jam¨¢s a esta banda de asesinos otra significaci¨®n que la, que corresponde a los enemigos p¨²blicos de la sociedad.
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