La integraci¨®n de Minas de Figaredo en el INI
La integraci¨®n de Minas de Figaredo en el Instituto Nacional de Industria (INI), pr¨®xima a debatirse en el Parlamento, constituye una importante piedra de toque para conocer la actitud del Gobierno y los partidos pol¨ªticos respecto al futuro del sector p¨²blico en este pa¨ªs. Otras empresas privadas, pr¨¢cticamente en bacarrota por mala gesti¨®n u otros factores, aguardan tambi¨¦n la oportunidad de integrarse en el INI y contemplan interesadas la decisi¨®n final del caso de la empresa minera asturiana.Ninguna de las fuerzas pol¨ªticas ha definido con claridad su postura respecto al papel del sector p¨²blico en la econom¨ªa espa?ola. Tampoco lo han hecho las fuerzas sociales. El partido gubernamental tiene congelado desde hace m¨¢s de dos a?os un proyecto de estatuto de la empresa p¨²blica, comprometido en los pactos de la Moncloa, y contin¨²a utilizando -m¨¢s o menos asiduamente- las empresas p¨²blicas como refugio para pol¨ªticos residuales o en expectativa de destino.
La izquierda parlamentaria pone el grito en el cielo al contemplar la cuenta de resultados de Hunosa, Ensidesa y tantas otras sociedades deficitarlas, pero se une a la demanda generalizada cuando se trata de integrar nuevos muertos en el holding estatal, como el caso de Minas de Figaredo ha demostrado. Las centrales sindicales respectivas tambi¨¦n exigen frecuentemente el paso de esta o aquella empresa privada en dificultades al sector p¨²blico. Y, lo que es m¨¢s grave, presionan socialmente, hasta extremos incre¨ªbles, para ahondar todav¨ªa m¨¢s las diferencias salariales entre los sectores p¨²blico y privado, en cada negociaci¨®n de convenio, con el respaldo de sus respectivos partidos de cobertura.
Nadie ignora que los niveles salariales de los trabajadores de las empresas p¨²blicas distan mucho de los que perciben sus colegas del sector privado, y que son precisamente las empresas con mayor d¨¦ficit las que soportan salarios m¨¢s elevados. Y es cierto que este factor es fruto del paternalismo y la irresponsabilidad de anteriores rectores del sector p¨²blico, pero convendr¨ªa conocer con exactitud, l¨®gicamente a partir de una exhaustiva publicidad, las tablas salariales reales de los trabajadores de las grandes y peque?as empresas del sector p¨²blico, a efectos de comparaci¨®n a nivel sectorial e intersectorial, antes de cada negociaci¨®n de convenio.
El mayor cinismo pol¨ªtico es, sin embargo, el de la patronal. Una de las acusaciones esenciales de los empresarios y la. CEOE al Gobierno la basa en su abultado d¨¦ficit presupuestario, tanto en su componente de gasto corriente como en los de inversi¨®n y explotaci¨®n de las empresas p¨²blicas. Olvidan los empresarios -probablemente de forma intencionada- que un componente de ese d¨¦ficit proviene de astutos encajes de empresas privadas en el INI, entre otros muchos factores. Dicho de otra manera, de la socializaci¨®n de p¨¦rdidas generadas por el sector privado. Pero, adem¨¢s, resulta que dirigentes y asociados ilustres de CEOE acaban de protagonizar, protagonizan, y sin duda seguir¨¢n protagonizando, operaciones similares, colocando al sector p¨²blico los resultados de su propia ineficacia.
El ejemplo de Minas de Figaredo ilustra ampliamente respecto de la concepci¨®n que tienen los empresarios privados del sector p¨²blico. Minas de Figaredo limita geogr¨¢ficamente en sus pozos con Hunosa (uno de los grandes encajes del capitalismo espa?ol al INI), en la que no quiso integrarse porque la explotaci¨®n era entonces rentable y porque sus dirigentes estimaron que el Gobierno inflar¨ªa artificialmente los precios del carb¨®n para paliar los d¨¦ficits de la empresa p¨²blica. En lugar de esa opci¨®n, los sucesivos gabinetes optaron por traspasar ¨ªntegramente las p¨¦rdidas de Hunosa al Tesoro, manteniendo controlados a la baja los precios del carb¨®n. Dejando al margen las importantes repercusiones que esta pol¨ªtica ha tenido para las empresas mineras, lo cierto es que los dirigentes de Minas de Figaredo decidieron, a la vista de la situaci¨®n, iniciar una operaci¨®n de abandono de la explotaci¨®n, suspendiendo las inversiones.
Hunosa est¨¢ lo stificientemente cerca de Figaredo y su d¨¦ficit es ya tan abultado, que ?no cuesta nada incorporar sus pozos a la ya mastod¨®ntica estructura de la sociedad estatal?. El razonamiento -manejado profusamente- se complet¨® en su d¨ªa con la amenaza y hasta el chantaje social, al que, por cierto, prestaron su apoyo permanente y entusiasta las centrales sindicales y los partidos de izquierda.
Ser¨¢, sin duda, ilustrativo contemplar las posturas de cada uno de los partidos en el debate parlamentario. Desde UCD, cuyo Gobierno intent¨® el encaje al viejo estilo, hasta la izquierda parlamentaria, cuyos dirigentes asturianos tanto han abogado por la integraci¨®n de Minas de Figaredo en Hunosa por la v¨ªa r¨¢pida.
Ser¨ªa de desear que, en esta y futuras; ocasiones, el debate parlamentario incluyera la explicaci¨®n clara y, veraz de c¨®rrio se ha alcanzado la lamentable situaci¨®n de la empresa, qu¨¦ carga supone para el sector p¨²blico absorberla y cu¨¢les son su situaci¨®n real y expectativas de futuro. Es decir, que se produzca un aut¨¦ntico debate no un tr¨¢mite previamente consensuado sobre los bolsillos de todos los espa?oles.
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