La posguerra, ¨¦poca de las grandes delanteras
Un minuto de silencio record¨® el domingo, en Mestalla, la reciente muerte de Amadeo. Un minuto de silencio record¨® a la delantera el¨¦ctrica que gan¨® para el Valencia sus dos primeros t¨ªtulos de Liga. Un minuto de silencio permiti¨® recordar la desaparici¨®n de Epi, Amadeo, Mundo y Gorostiza, que, con Asensi, el ¨²nico superviviente, compusieron un cinco mitol¨®gico. La ni?ez de los espa?oles nacidos tras la guerra civil estuvo marcada en sus juegos por aquellas delanteras bautizadas popularmente: la el¨¦ctrica, la stuka, la de seda, la orquesta canaro. El luto por Amadeo fue el duelo por las grandes delanteras.
El f¨²tbol de la posguerra tuvo que partir casi de cero. Al exilio fueron a parar la mayor¨ªa de los grandes jugadores de la ¨¦poca. El Madrid se qued¨® sin los Regueiro; el Barcelona, sin Ventoir¨¢; el Oviedo, sin L¨¢ngara; el Betis, sin Aedo; el Athl¨¦tic, sin equipo. El exilio y la trinchera diezmaron el f¨²tbol nacional, para que L¨¢ngara, en su debut con el San Lorenzo de Almagro, le marcara tres goles al River Plate, y para que Zubieta formara l¨ªnea con Greco y Colombo, media hist¨®rica del club azulgrana de Buenos Aires. El exilio hizo del equipo de Euskadi subcampe¨®n de M¨¦xico. El exilio devolvi¨® r¨¢pidamente a Gorostiza y m¨¢s tarde a Iraragorri. El exilio s¨®lo envi¨® a Espa?a a Barinaga y Aldecoa, que ser¨ªan pronto grandes figuras.Epi, Amadeo, Mundo, Asensi y Gorostiza, galvanizaron al p¨²blico valenciano. En Sevilla, L¨®pez, Torrontegui, Campanal, Raimundo y Berrocal, los stuka, dejaron al Betis en segundo plano. En Madrid, el Atl¨¦tico Aviaci¨®n se hizo el amo con Man¨ªn, Arencibia, Pruden, Campos y V¨¢zquez, que a?os despu¨¦s tendr¨ªan como sucesores a Juncosa, Ben Barek, P¨¦rez Pay¨¢ Carlsson y Escudero. A los bilba¨ªnos Lafuente, Chirri, Bata, Iraragorri y Gorostiza suplieron con notable ¨¦xito Iriondo, Venancio, Zarra, Panizo y Ga¨ªnza. En Coru?a triunfaron los canaro, Corcuera, Osvaldo, Franco, Moll y Tino. La posguerra llen¨® los campos de f¨²tbol de delanteras hist¨®ricas.
El Valencia de los a?os cuarenta fue una mezcla de valencianos y vascos que le dio al equipo el tono que nunca hab¨ªa tenido. En el bar Aparicio y en El Trocadero, los aficionados se daban cita para ver de cerca a sus ¨ªdolos. En Madrid los jugadores atl¨¦ticos se reun¨ªan los d¨ªas de partido en Casa Eladio, para comer y marchar a continuaci¨®n al campo.
En Valencia, los cinco el¨¦ctricos alcanzaron el prestigio de ?los cuatro ases? que triunfaban a diario en el desaparecido teatro Eslava. El p¨²blico iba a Mestalla con el mismo fervor con que corr¨ªa despu¨¦s del partido a los cines a ver Diablillos con faldas, y La carga de la brigada ligera, que eran las cu?as publicitarias de Radio Valencia con un sentido moderno. Las cl¨¢sicas, con m¨²sica ratonera, iban destinadas a unos muebles y a los paraguas Vizca¨ªno (Casas).
Amadeo fue, futbol¨ªsticamente, menos que sus cuatro compa?eros de l¨ªnea, pero su labor en el Valencia perdur¨® hasta la muerte. Amadeo, como jugador y empleado del club, vio crecer Mestalla. Amadeo enlaz¨® dos ¨¦pocas y fue un profesional con esp¨ªritu de amateur. Dej¨® en el campo el sudor que no suelen destilar quienes perciben millones por ejercer el oficio. La decadencia del f¨²tbol est¨¢ marcada por la desaparici¨®n de las delanteras de cinco hombres. El f¨²tbol se deval¨²a en la proporci¨®n en que pierde hombres de ataque.
Todo empez¨® por reducir la media en beneficio en beneficio de la defensa. Despu¨¦s vino un democristiano italiano y descubri¨® el catenaccio.
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