Golpismo y nacionalismo en la idiosincrasia militar
En junio de 1936, el general Jos¨¦ David Toro decret¨® la caducidad de todas las concesiones petrol¨ªferas bolivianas a firmas extranjeras, exceptuando, provisionalmente, a la Standard Oil; en diciembre de ese a?o cre¨® los Yacimientos Petrol¨ªferos Fiscales (YPFB); el 13 de marzo de 1937 retir¨® la ¨²ltima concesi¨®n a la Standard Oil -que debi¨® abandonar el territorio- y nacionaliz¨® totalmente los hidrocarburos, encomendando su administraci¨®n integral al nuevo organismo.La guerra del Chaco se hab¨ªa hecho por el petr¨®leo. Hist¨®ricamente, pues, puede afirmarse que el petr¨®leo ser¨¢, de all¨ª en adelante, m¨¢s que el esta?o, medida del nacionalismo boliviano. En su defensa o en su entrega estar¨¢n los ¨ªndices de referencia, aunque el esta?o sea, cuantitativamente, una imagen m¨¢s concreta del patrimonio com¨²n.
La tradici¨®n nacionalista hab¨ªa empezado con un militar que, al menos jur¨ªdicamente, rescat¨® el petr¨®leo, mientras otros Gobiernos civiles eran responsables por las concesiones desmesuradas. Toro no pod¨ªa compararse a C¨¢rdenas; fue, en otros aspectos, un dictador militar m¨¢s, no tom¨® ninguna otra decisi¨®n comparable y poco despu¨¦s fue sustituido por Busch, inspirador real de la medida. Pero la bofetada que una semicolonia humillada y pobre asest¨® a la primera potencia petrolera mundial expres¨®, con intuici¨®n todav¨ªa desvalida, pero correcta, la concepci¨®n nacionalista que la guerra del Chaco iba haciendo germinar en los militares regresados del frente.
El asesoramiento civil al grupo de Busch
Muchos civiles que despu¨¦s aparecer¨¢n como fundadores del Movimiento Revolucionario Nacionalista y que con su candidato e ide¨®logo, V¨ªctor Paz Estenssoro, ganar¨¢n las elecciones de 1951 (para obtener despu¨¦s, al serles estafado ese comicio, la victoria de la sangrienta revoluci¨®n popular de 1952, donde se inicia el per¨ªodo de la Bolivia moderna) fueron tambi¨¦n combatientes en el Chaco. Al cesar la contienda hab¨ªan empezado a reflexionar, por su parte, sobre el pasado inmediato y, m¨¢s a¨²n, sobre el futuro.
Esos civiles proporcionan al grupo de Busch algunos proyectos audaces para la ¨¦poca; adem¨¢s de asesorarlo en la cuesti¨®n del petr¨®leo, inducen la creaci¨®n de un Ministerio de Trabajo y ciertas medidas de tipo sindical. Cuando Busch destituye a Salamanca y pone en su lugar a Toro (en un anticipo latinoamericano de la relaci¨®n Naguib-Nasser), el economista Carlos Montenegro, vinculado a la creaci¨®n del MNR, asesora a los militares. Otros nombres del futuro MNR circulan ya alrededor del nacionalismo castrense o en apoyo de sus programas; en 1938, cuando una convenci¨®n constituyente confirma a Busch en la presidencia, Paz Estenssoro es diputado (y ser¨¢ tambi¨¦n presidente del Banco Minero); Montenegro crear¨¢ la Uni¨®n Defensora del Petr¨®leo; Walter Guevara Arze (el presidente derrocado ahora por el coronel Natusch) forma parte del equipo de j¨®venes nacionalistas; el novelista Augusto C¨¦spedes, finalmente, inaugura La Calle, un diario antiolig¨¢rquico y feroz que es tambi¨¦n el mejor escrito de Bolivia.
Con asesoramiento de Montenegro, Paz Estenssoro, C¨¦spedes y otros civiles, Busch dicta el decreto nacionalizador de la comercializaci¨®n de minerales, que quita a la Rosca el control de las divisas originadas por esas exportaciones.
La logia y la presidencia de Villarroel
En agosto de 1939, Busch aparece muerto -seg¨²n se dijo, por suicidio- y el general Pe?aranda, en nombre de una coalici¨®n pol¨ªtica financiada por la Gran Miner¨ªa, asume la presidencia para iniciar un largo per¨ªodo de gobierno opuesto a los objetivos nacionalistas y totalmente dominado por los intereses aliados en la segunda guerra mundial (que llev¨® incluso, al ingresar Estados Unidos en la contienda, a rebajar los precios del esta?o).
Pero en 1943 el p¨¦ndulo militar oscila de nuevo: la logia militar Raz¨®n de Patria (Radepa) -un grupo de 68 militares nacionalistas creado por el mayor El¨ªas Belmonte en las prisiones paraguayas del Chaco- se combina con el MNR en una conspiraci¨®n que derroca a Pe?aranda, aunque se atrae la condena estadounidense. Fue una operaci¨®n incruenta (no lo ser¨ªa el proceso posterior) que suspendi¨® por un tiempo la omnipotencia pol¨ªtica de la Rosca y puso en la presidencia al mayor Gualberto Villarroel.
En los dos a?os y medio que dur¨® el r¨¦gimen de Villarroel, la persistencia del MNR en sus ideas, m¨¢s una notable capacidad para absorber golpes bajos o desaires y negociar continuamente con mayores o capitanes, le permitieron ir arrancando muchas resoluciones positivas, en especial la sindicalizaci¨®n minera y campesina. Si bien reformistas, o mal implementadas, ellas marcaron el cauce de los acontecimientos revolucionarios posteriores, en la d¨¦cada de 1950.
Una conspiraci¨®n desarrollada pacientemente por los partidos pol¨ªticos de la Gran Miner¨ªa y por cierta izquierda aliad¨®fila (el Partido de Izquierda Revolucionaria, que se dec¨ªa marxista), liquidar¨ªa, en 1946, el r¨¦gimen nacionalista de Villarroel. Constantes presiones norteamericanas precedieron a la conjura, por la doble v¨ªa de la diplomacia (a cargo del propietario de minas Spruille Braden, entonces subsecretario de Estado para Asuntos Latinoamericanos) y de agentes de la Oficina de Servicios Especiales (OSS), antecesora de la CIA. El r¨¦gimen fue aislado, entre otros hechos, porque el jacobinismo cerril de la junta se interpuso siempre en la tentativa del MNR para crear al r¨¦gimen una base pol¨ªtica organizada y vasta. El 21 de julio, pese a haber firmado un rato antes su dimisi¨®n, Villarroel fue capturado dentro del palacio por una ola de manifestantes convenientemente furiosos y descontrolados. Medio muerto a golpes, se le arroj¨® a la calle por un balc¨®n. Su cuerpo, junto al de otros cuatro de sus colaboradores, colg¨® durante dos d¨ªas de los faroles de la plaza Murillo, frente al palacio.
En las d¨¦cadas transcurridas desde la guerra del Chaco, los militares bolivianos ser¨¢n a menudo -cediendo al papel que los intereses de la pol¨ªtica exterior estadounidense atribuyen a los ej¨¦rcitos nacionales en Am¨¦rica Latina- los agentes de la entrega, como ocurri¨® especialmente con las desnacionalizaciones de B¨¢nzer, despu¨¦s de 1971. En eso, las Fuerzas Armadas de Bolivia no se diferencian de otras, pero con una peculiaridad: la de proporcionar, cuando el ciclo de esa entrega amenaza la esencia misma de la naci¨®n, un hombre (a veces instrumento, a veces dirigente) que participa de alg¨²n modo en la correcci¨®n del rumbo.
Int¨¦rpretes confusos de las aspiraciones populares
Esos escasos militares son int¨¦rpretes confusos de las aspiraciones populares; se mueven enmedio de querellas de facci¨®n, ejercen el poder con estilo desp¨®tico, abjuran con facilidad de su propio pasado. Y, sin embargo, su presencia ha abierto el camino a determinados cambios hist¨®ricos, que s¨®lo se aprecian en un recuento acumulativo. Por un momento, han sido un punto de apoyo para que el proceso contin¨²e.
La repetici¨®n de tales casos muestra que no puede explic¨¢rseles s¨®lo por el voluntarismo o la casualidad. En esos militares, deliberada o inconscientemente, sobrevive lo que en Bolivia se denomina ?la mentalidad del Chaco?. Fue hace casi cincuenta a?os un pliegue ¨ªntimo que la guerra y las medidas de Busch marcaron en sus j¨®venes oficiales, pero no se trat¨® solamente de un hecho generacional. Primero, una tradici¨®n; despu¨¦s, ret¨®rica castrense, se ha convertido hoy, de todos modos, en un elemento de la pol¨ªtica boliviana moderna.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Bolivia
- Golpes estado
- Personas desaparecidas
- Derechos humanos
- Sudam¨¦rica
- Latinoam¨¦rica
- Casos sin resolver
- Dictadura
- Suministro petroleo
- Suministro energ¨ªa
- Am¨¦rica
- Casos judiciales
- Gobierno
- Conflictos pol¨ªticos
- Administraci¨®n Estado
- Partidos pol¨ªticos
- Administraci¨®n p¨²blica
- Finanzas
- Defensa
- Pol¨ªtica
- Justicia
- Sociedad
- Energ¨ªa