Eleuterio S¨¢nchez: "No echo en falta la aventura"
Acaba de publicar su libro "Ma?ana ser¨¦ libre"
En Ma?ana ser¨¦ libre termina Eleuterio S¨¢nchez, antes El Lute, la narraci¨®n de sus andanzas, desde que lo dejara en Camina o revienta hasta ese momento en que, ya atrapado, ve abrirse las puertas del penal de Cartagena, donde deber¨¢ cumplir su condena. ?Canallas, sobrevivir¨¦: juro que saldr¨¦ de ¨¦sta m¨¢s fuerte?, es el grito y el prop¨®sito al volver a la fuerza a esta nueva c¨¢rcel. Ahora, cuando ya han pasado algunos a?os, Eleuterio S¨¢nchez, que sigue preso en r¨¦gimen de prisi¨®n abierta, es una figura conocida en el mundo literario y en el de la prensa y el derecho, y a veces puede v¨¦rsele firmando ejemplares de sus libros.
Toda la popularidad del h¨¦roe capaz de vivir sus propias aventuras, capaz de tener en jaque a la Guardia Civil durante a?os, se ha vuelto tambi¨¦n popularidad del escritor que, adem¨¢s, es capaz de contarlas.?No echo en falta el riesgo?, ha dicho a EL PAIS Eleuterio S¨¢nchez. ?Yo soy un hombre normal, soy muy serio, tranquilo, hasta conservador incluso, en el sentido de que no me gusta molestar a los dem¨¢s. Adem¨¢s soy prudente... Quiero decir que, efectivamente, mi vida ha estado llena de peripecias, como una novela de aventuras. Pero que, como es de verdad autobiogr¨¢fica, no queda m¨¢s remedio que considerarla una tragedia ... ? En cualquier caso, la imagen de Eleuterio S¨¢nchez, y sobre todo la de El Lute, es la del h¨¦roe popular que, adem¨¢s, siempre vence, aun cuando le ocurran -o quiz¨¢ por eso- multitud de desgracias.
?Yo no puedo considerarme un h¨¦roe. Soy un hombre normal y, como cualquier hombre normal, cuando me he encontrado en unas circunstancias determinadas he visto que se potenciaban y se exageraban posibilidades que todos los hombres normales tienen para su autodefensa. Esas cosas, bueno, virtudes si quieres, que afloran cuando son estimuladas por la situaci¨®n. Es la situaci¨®n la que ha permitido que me radicalice. Las luchas. Y luego, s¨ª, ha habido algunos ¨¦xitos ... ?
?Parece que ahora usted ha cambiado de armas, pero no ha abandonado el riesgo.?
?La diferencia est¨¢?, dice riendo suavemente y se?alando los libros que cubren la mesa en una peque?a librer¨ªa de Moratalaz, donde firma ejemplares, ?la diferencia est¨¢ efectivamente en el tipo de riesgo: estas armas, los libros, la cultura, son m¨¢s eficaces que la aventura de francotirador, y adem¨¢s est¨¢n admitidas. Con la otra vida uno se va dejando jirones de piel, literalmente?.
La otra imagen de Eleuterio S¨¢nchez es la del preso rehabilitado integrado en la sociedad, como debe ser.
?Para m¨ª, integraci¨®n quiere decir alienaci¨®n; as¨ª que comprender¨¢s que no me gusta nada. Por eso intento huir del mito falso. Yo no soy ninguna justificaci¨®n viva del sistema penitenciario espa?ol. Yo no soy tampoco "a lo m¨¢ximo que puede llegar un preso". Si estoy aqu¨ª es a pesar del sistema penitenciario, y no por ¨¦l, y seguramente se debe antes que a nada a lo despiadado que el sistema fue conmigo. M¨¢s que a un "deseo de elevarme", por usar las ideas que fundan este sistema penitenciario, a m¨ª lo que me ha movido fue una sensaci¨®n particular de resistencia, una forma de milicia contra las trabas permanentes... Cuando empec¨¦ a estudiar en la c¨¢rcel, hab¨ªa que vencer muchos obst¨¢culos. Pero s¨®lo luchando, en silencio, contra todo lo que yo deber¨ªa resultar, contra todo lo que el sistema espera del preso yo me sent¨ªa vivo. Y naturalmente esto era peligroso, porque el sistema penitenciario tiene como fin la integraci¨®n de los presos al sistema penitenciario y no a ning¨²n otro?.
Hace pocos d¨ªas, Eleuterio S¨¢nchez ha dado una conferencia en Alcal¨¢ de Henares sobre criminolog¨ªa, y escuchando al preso estaban el director general de Prisiones, el anterior director general, las autoridades de la secci¨®n abierta, etc¨¦tera. Lleva ahora el tercer a?o de Derecho y se va a dedicar a ejercer la abogac¨ªa. ?Estoy comprometido con la lucha de los marginados?, dice, ?y me voy a dedicar a defenderles, pero me interesa tambi¨¦n seguir escribiendo?.
?Es que Camina o revienta estaba sin terminar. Toda la primera parte ya estaba escrita, y son casi tres cuartas partes del libro. La segunda parte la he escrito ya en Alcal¨¢, pero he querido respetar lo que hab¨ªa en ese texto de hace siete a?os, escrito en su mayor¨ªa en el colector de Sevilla, porque hab¨ªa all¨ª vivencias irrepetibles, del momento, que no he querido tocar... Y hab¨ªa tambi¨¦n esa voluntad de dar testimonio de una vida, de una manera de vivir. Se completa en este libro la etapa de clandestinidad, del fugitivo que fui. Tal vez lo m¨¢s nuevo sean las bodas gitanas, porque se rompen, creo, muchos t¨®picos populares sobre estos ritos, y luego abarca la peripecia de ir fugados, con la familia, asediados por los controles permanentes... Hay momentos curiosos, como cuando est¨¢bamos en la cresta de un monte pelado, entre cuatro arbolitos, viendo subir al general Prieto con mil guardias civiles, porque se hab¨ªa desplazado especialmente a L¨¦rida. para dirigir las operaciones de captura... Les ve¨ªamos subir, cerrar el cerco. Felizmente se hizo de noche, y yo por la noche me siento moralmente capacitado para pasar entre las piernas de un guardia civil...
?Una parte importante del libro?, sigue Eleuterio S¨¢nchez, ?pasa en el colector de Sevilla. Cinco personas que s¨®lo sal¨ªamos de all¨ª a ratos, por la noche... Y por fin, la fase final del libro es la que corresponde a la detenci¨®n en Sevilla, el traslado a Cartagena, con todo aquel aparato que parec¨ªa que en vez de llevarme a m¨ª iba Franco, con seis coches de custodia, y con el mismo jefe de la Criminal, don Lorenzo de Benito, que iba en plan demag¨®gico, porque hab¨ªa ca¨ªdo la pieza m¨¢s codiciada, que era yo... Se sobrevive, no lo dudes. Lo m¨¢s dif¨ªcil de todo?, termina, ?es morir?.
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