Palacios lleva al "comic" la historia de la guerra civil
El autor de "Eloy" fue uno de los Protagonistas de la contienda
Desde hace unos a?os, un nombre, el de Antonio Hern¨¢ndez Palacios, se ha incrustado en las filas del comic espa?ol a trav¨¦s de una serie de libros que refleja personajes tan diversos como puedan ser el Cid, el muy americano Mac Coy y ¨²ltimamente Eloy (?Diario de la guerra civil espa?ola?). Lo sorprendente en Hern¨¢ndez Palacios, que para muchos ha surgido de la nada, es que toda su enorme actividad en el comic comienza pr¨¢cticamente a los cincuenta a?os, edad en la que muchos consideran imposible empezar nada.
?En realidad, yo siempre he estado interesado por la imagen, al principio a trav¨¦s del cine (mi hermano era operador y yo me tragu¨¦ toda la historia del cine en mi propia casa) y m¨¢s tarde intentando conseguir becas para la Escuela de Bellas Artes. En el a?o 1935 comenc¨¦ a trabajar en un estudio de publicidad, pero en eso lleg¨® la guerra y me toc¨® ir al frente, por un lado, y realizar trabajos de propaganda, por otro.??A continuaci¨®n, toda mi vida he estado en la publicidad, hasta que en 1972 me llamaron de Gacela Ilustrada para realizar unos dibujos de una serie muy ambiciosa, llamada La Espa?a de los a?os ochenta. Aquello, que en un principio parec¨ªa tan bonito, se convirti¨® al final en una pesadez horrible y cuando por fin se acab¨® me invent¨¦, casi para m¨ª mismo, tres personajes para ser realizados en comics. Eran una mujer algo inspirada en Modesty Blaise, tremenda, guapa, aventurera, intelectual y que viv¨ªa hacia el a?o 2000. El otro era Manos Kelly, con el cual quer¨ªa reivindicar la presencia espa?ola en Norteam¨¦rica, que, aparte de construir caminos y ciudades, ense?¨® a los indios cosas tan pintorescas como jugar, a las cartas. El tercero era el Cid, un personaje que, como el Quijote, es conocido de una manera incre¨ªblemente superficial en este pa¨ªs. El drama del Cid y de su entorno es algo digno de Shakespeare y todav¨ªa no entiendo por qu¨¦ ¨¦ste no lo aprovech¨® para algo. ?
Es curioso, porque estos libros del Cid van a ser publicados nada menos que por los Humanoides Asociados, o el comic intelectual y futurista por antonomasia. Al parecer, esta gente (Moebius, Truillet y dem¨¢s) se plantea recoger sagas de la Europa medieval para lanzarlas con gran aparato editorial, tal vez con un destino final que puede ser Estados Unidos.
En todo caso, lo ¨²ltimo y m¨¢s controvertido de Palacios (esta es su firma) es Eloy (?Diario de la guerra civil?).
?La pura verdad es que yo no me hab¨ªa planteado esto como comic. M¨¢s bien lo ve¨ªa como un libro y, en todo caso, como cuadros que pudieran dar testimonio de aquella ¨¦poca. Durante la guerra realic¨¦ cantidad de dibujos en el frente republicano, que, en su mayor parte, fueron destruidos por mi familia para no comprometerme. Algunos de aquellos dibujos se los ense?¨¦ a Hemingway, que, entre botella de whisky y puro habano, se ofreci¨® a compr¨¢rmelos, cosa que yo rechac¨¦ con el sentimiento de pureza trascendente que me hab¨ªa llevado a realizarlos.?
Documentaci¨®n rigurosa
?El caso es que siempre me interes¨® el tema y me fui enterando de ¨¦l a base de consultar una bibliograf¨ªa bastante amplia, unos trescientos vol¨²menes. De todas formas, lo que no encontraba en esos textos era la historia del pobrecico soldado de a pie que no tiene demasiadas convicciones pol¨ªticas y que carga con lo que otros traman. Un buen d¨ªa lleg¨® un editor con la idea de que yo era el ¨²nico que pod¨ªa hacer de aquello un libro de dibujos y, aunque yo no estaba por la labor, me dej¨¦ no convencer, sino m¨¢s bien liar, y ah¨ª est¨¢. Aparte del aspecto humano que mencionaba antes, lo que intento con Eloy es ser lo m¨¢s riguroso posible, tanto en la documentaci¨®n como en la puesta en escena, no sea que me ocurra como a Ricardo de la Cierva, que confunde en alg¨²n libro a unos gudaris vascos con brigadistas ingleses, tal vez porque las dos banderas se parecen, o evitar que determinados personajes aparezcan en lugares donde nunca estuvieron, etc¨¦tera. Pero hay cosas, como el compadreo que exist¨ªa en los frentes estabilizados (en Guadalajara, los jefes tuvieron que prohibir los partidos de f¨²tbol entre ambos bandos), la forma tragic¨®mica con que se tomaba la gente la guerra en una ciudad como Madrid o la visi¨®n que de esa guerra tiene quien la hace y no quien la piensa, que no hab¨ªan sido mostradas con realismo, sin furores partidistas (de partido, no de bando). Si Eloy recoge algo de eso, algo de aquel ambiente y aquellos sentimientos, creo que habr¨¦ conseguido lo que buscaba. ?
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