Cine y literatura
La mujer zurda no es zurda, es ambidextra, al menos escribiendo a m¨¢quina. La mujer zurda busca su propia soledad, rechaza a su marido, a su editor; se refugia en su hijo, en alguna que otra contada y breve amistad femenina. La mujer zurda apenas habla, se supone que medita, piensa en temas no amables porque sonr¨ªe en contadas ocasiones. Cuando se sienta, mira o pasea por los alrededores de su casa no sabe d¨®nde va, qu¨¦ quiere, aparte de su soledad, que llena por completo la pel¨ªcula. La mujer zurda con su cuerpo poco agraciado, por no decir deforme, desprovisto casi de atributos femeninos, es tan s¨®lo equ¨ªvoco entre su cara un rostro e campesino y convencional hechos de rasgos hostiles que provocan, no se sabe por qu¨¦, una cierta simpat¨ªa.La mujer zurda de Peter Handke, para ganar su vida y llenar sus horas traduce a Flaubert; un Flaubert que, sobre todo en su Educaci¨®n sentimental, viene a hacer la apolog¨ªa del fracaso. La mujer zurda bien hubiera podido llegar a ser su moderna protagonista. Su rechazo del hombre, su progresivo alejamiento de los ni?os, su incapacidad de comunicarse con el mundo en torno, culmina en el encuentro con el padre a un tiempo cordial y frustrado, haci¨¦ndola aparecer como hero¨ªna de una historia frente a una burgues¨ªa empe?ada en levantar sociedades inh¨®spitas.
La mujer zurda
Gui¨®n y direcci¨®n de Peter Handke. Fotografia: Robby Muller. M¨²sica: Juan Sebasti¨¢n Bach. Int¨¦rpretes: Edith Clever, Bruno Ganz, Michael Lonsdale, ?ngela Winkler, In¨¦s de Longchamp, Phillippe Caizergues, G¨¦rard Depardieu, Bernhard Wichi, Bernard Minetti, Ruediguer Vogler. Alemania Occidenta , 1979. Dram¨¢tico Local de estreno: Alphaville 4
Peter Handke, pariente cercano del Nouveau Roman, ha realizado su pel¨ªcula sobre un cuento demasiado corto para llenar tantos minutos. El problema de su protagonista no necesita tanto para dejarse comprender, para entender sus silencios, sus idas y venidas, los trenes que lo cruzan de modo obsesionante, los ni?os que incordian o las noches vac¨ªas que forman una barrera dif¨ªcil de salvar, a no ser por la nada de la muerte.
Cuando un escritor realiza cine por primera vez, su historia suele caer en la trampa de unos di¨¢logos demasiado teatrales. Muchas veces sus personajes se convierten en simple portavoz de sus Ideas, como en este caso, en diatribas, alabanzas y todo tipo de ajenas consideraciones.
Seguramente, el autor-realizador ha gozado bastante imaginando su aventura; localizando los lugares en donde deber¨ªa desarrollarse; buscando est¨¦ticos encuadres inscribiendo su nombre de antemano en el nuevo cine alem¨¢n, vecino al de Wim Wenders. El p¨²blico no se entretiene tanto porque el filme, a la postre, resulta reiterativo, est¨¢tico.
Y, sin embargo, como es f¨¢cil suponer, no se trata de un empe?o vulgar, sino de una meditaci¨®n que el autor propone a sus lectores habituales. M¨¢s all¨¢ de sus im¨¢genes demasiado perfectas, de su hermetismo elemental, a quien tenga la paciencia de conocerlo en su totalidad puede que llegue a emocionarle, aun por razones extracinematogr¨¢ficas.
Babelia
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