Las rebajas, una f¨®rmula para vender el doble con un 10% de descuento
La fiebre del s¨¢bado noche, que en grandes almacenes y peque?os comercios fue la venta de juguetes, ayer, en lunes ma?ana, fue la fiebre de las rebajas. Contra todas las previsiones, los madrile?os no madrugaron para acudir a la zona comercial centro, pero a mediod¨ªa la Puerta del Sol se hab¨ªa transformado en un hormiguero de Compradores. Con ello empezaba a rendir beneficios la gigantesca campa?a publicitaria cuyos ¨²ltimos mensajes son los carteles colgantes que, en el interior de los comercios, mostraban un eslogan sobre un precio de venta. Una de las cadenas de grandes almacenes esperaba ayer la visita de 300.000 clientes, m¨¢s del doble de los que a diario pasan por caja; la clave matem¨¢tica del reclamo era en realidad un descuento medio del 10%.
El encargado de control del aparcamiento de Descalzas se asegur¨® de que en el exterior permanec¨ªa encendido el cartel verde de libre poco antes de las diez de la ma?ana. Aparentemente, la ma?ana del d¨ªa 7 no iba a ser distinta a cualquier otra. Un r¨¢pido vistazo le bast¨® para comprobar la normalidad: el hombre manguera conclu¨ªa su trabajo en el paso cebra se?alizado entre la salida y el convento; un joven guardia urbano, seguramente un polic¨ªa de la nueva ola, mitad agente, mitad paciente, despachaba sin problemas los primeros agobios del d¨ªa, y al fondo, como era de esperar, ah¨ª estaba el decorado que los grandes almacenes m¨¢s pr¨®ximos han utilizado como se?uelo en las ¨²ltimas fiestas: a la derecha, un zool¨®gico de cart¨®n; a la izquierda, la r¨¦plica de una estaci¨®n de ferrocarril, ante cuyo and¨¦n segu¨ªa inm¨®vil la locomotora alemana Santa Mar¨ªa, que el rey don Alfonso XIII don¨® en 1928 a la Exposici¨®n Iberoamericana de Sevilla. Todo parec¨ªa normal; sin embargo, los accesos a la Puerta del Sol comenzaban a bullir amenazadoramente.A las 10.30 de la ma?ana, un encargado de la secci¨®n de jugueter¨ªa tuvo que pedir cambio para el primer billete de 5.000 pesetas que le entregaron durante la ma?ana, ?porque a¨²n no hemos hecho tanta caja?. En aquel momento, los grandes almacenes empezaban a recibir a una clientela espec¨ªfica del d¨ªa: a todos los compradores de juguetes defectuosos. Una larga cola de Reyes Magos frustrados pretend¨ªa Clambiar y devolver mu?ecos que no estornudaban, ni besaban, ni padec¨ªan s¨²bitas erupciones, como se dec¨ªa en el prospecto. En media hora, la secci¨®n de jugueter¨ªa se convirti¨® en la ! consulta del pediatra.
De los Reyes a las rebajas
Luego, repentinamente, lleg¨® la avalancha de rebajistas. Todos los consumidores a cuyas mentes hab¨ªan llegado las cu?as comerciales del final de la campa?a invadieron los stands, las escaleras mec¨¢nicas y los probadores. Con toda seguridad, la campa?a iba a ser un ¨¦xito.
Los jefes de ventas comenzaron a respirar aliviados- una campa?a de rebajas suele tener dos finalidades: reducir o suprimir los excedentes de art¨ªculos de temporada y calentar el mercado en un momento de congelaci¨®n. Desde una semana antes, los dise?adores y escaparatistas hab¨ªan estado ultimando sus peque?os escenarios; los transportistas rescataron a las maniqu¨ªes de los s¨®tanos, cargaron apresuradamente los dep¨®sitos de ropa de oto?o y se pusieron a calentar motores. El s¨¢bado, cuando se fueron los ¨²ltimos Reyes Magos de la clase media, cuando la fiel infanter¨ªa de los almacenes se iba camino de sus chimeneas, las camionetas salieron hacia el centro, y los distribuidores, rotulistas y carpinteros comenzaron a transformar las secciones. Tan suavemente que ayer, lunes, a las diez de la ma?ana, nada hac¨ªa pensar.en la transformaci¨®n interior de la ciudad comercial.
Poco despues de las once, las multitudes de compradores ya hab¨ªan tenido ocasi¨®n de comparar las ofertas. Hab¨ªa, al menos, leves diferencias de almac¨¦n a almac¨¦n, probablemente compensadas en el conjunto de los art¨ªculos expuestos: todas las prendas que se anunciaban ten¨ªan precios ligeramente inferiores a una cifra redonda. El precio m¨¢s repetido era el de 795 pesetas; pero abundaban las de 595, 695, 895 ¨® 995, discretas terminaciones que siempre enmascaran un doble cero, con arreglo a viejas claves. Como excepci¨®n, una zapater¨ªa trabajaba con la terminaci¨®n 99, y algunos peque?os comercios, con la terminaci¨®n cincuenta. La visi¨®n de los carteles colgantes y la voz opaca de los robots, que indistintamente avisaban a la conocida se?orita ?Puri P¨¢sese Porinformaci¨®n? o pregonaban pullovers, pantalones en color beige o camisas de organd¨ª a precios terminados en 95, hac¨ªan pensar que los ni?os de San Ildefonso hab¨ªan huido hacia la cuesta de enero.
Al mediod¨ªa, el encargado de control del aparcamiento pulsaba continuamente el bot¨®n de libre y el de completo, el agente se multiplicaba en Descalzas y el hombre-manguera hab¨ªa huido hacia la calle Mayor. Todav¨ªa pronto para que en las direcciones de ventas los contables empezasen a estimar los beneficios. En cambio, a la vista de la sobrecarga de los ascensores, todo hac¨ªa pensar que la semana del 7 al 13 no va a ser un fiasco, y que las decenas de millones de pesetas que las grandes cadenas de almacenes han invertido en llevar al subconsciente de los madrile?os la palabra rebaja van a burlar nuevamente a la crisis, si es que hubo crisis alguna vez.
A la una de la tarde, Mar¨ªa, la encargada de una secci¨®n de ropa de caballero, recordaba el a?o en que hubo que cerrar las puertas por temor a un derrumbamiento. Entonces, los ba¨²les eran enormes cajones de sastre, donde las camisetas conviv¨ªan con los calcetines.
La ropa femenina, la m¨¢s beneficiada
Tras el carnaval consumista de Navidades y Reyes, ah¨ª est¨¢, cada 7 de enero, el se?uelo de las rebajas. Y eso que en fuentes pr¨®ximas a una de las cadenas m¨¢s conocidas de grandes almacenes confirmaban a EL PA?S que las rebajas no alcanzan a todos los art¨ªtulos expuestos y que, desde luego, no lo hacen seg¨²n una misma cuant¨ªa. ?Podr¨ªa decirse que la rebaja global supone un 10% y que los art¨ªculos de precios m¨¢s ventajosos son las ropas femeninas.? Naturalmente, los expertos en ventas saben muy bien que para llegar a la secci¨®n de retales casi siempre hay que pasar por las de zapater¨ªa, c¨²berter¨ªa, m¨²sica, librer¨ªa y jugueter¨ªa, entre otras.
Poco antes de la hora de almorzar, cuando Javier Batanero, el joven cantante folk, hab¨ªa pasado por el repertorio de la Nueva Trova Cubana, en la calle de Preciados, muchas amas de casa que hab¨ªan salido a comprar jerseys para los ni?os volv¨ªan con juegos de cacerolas, cortinas para el sal¨®n, s¨¢banas y piezas de scalextric.
Oscar Wilde ya lo hab¨ªa dicho muchos a?os antes: ?Soy capaz de vencerlo todo, salvo la tentaci¨®n.?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.