Un hombre apasionado por Espa?a
Aza?a es la figura pol¨ªtica que m¨¢s pol¨¦micas ha suscitado y seguir¨¢ suscitando con el paso del tiempo; y yo creo que esta diversidad de opiniones sobre su obra est¨¢ motivada por la despiadada, falaz y sistem¨¢tica oposici¨®n de sus detractores, que, conoci¨¦ndole (aunque sean los menos), saben el da?o que .les hac¨ªa y hacen sus ideas a los turbios manejos que emplean para defender unos intereses bastardos, que no son precisamente los del pueblo espa?ol. Quien conozca su obra, y los que tuvimos la suerte de conocerle personalmente, seremos siempre sus defensores, y procuraremos continuar su obra inacabada, aunque reconozcamos que como ser humano haya cometido errores, los aciertos siempre fueron superiores. A m¨ª personalmente me ocurre lo que a un distinguido y eminente doctor, el profesor Vega D¨ªaz, que dice, como yo, que ?es m¨¢s aza?ista que Aza?a?.Manuel Aza?a ha sido el gobernante m¨¢s preparado y de mejor criterio que tuvo la II Rep¨²blica Espa?ola, cometiendo entre todos el gran error de aislarle de la pol¨ªtica como ejecutivo, al nombrarle presidente de la Rep¨²blica, cargo que ¨¦l tampoco quer¨ªa.
No quiero entrar en detalles, que la historia juzgar¨¢, y me voy a limitar a exponer1a opini¨®n que como presidente de Acci¨®n Republicana (ARDE), partido del que Aza?a fue fundador y primer presidente, tengo de su espa?olismo.
En el a?o de 1933, el 16 de octubre, en un acto del partido Acci¨®n Republicana, entre otras cosas, dec¨ªa:
?Si no podemos pensar en Espa?a sola en el mundo, hagamos un esfuerzo para poner en relaci¨®n el estado actual de nuestra pol¨ªtica interior y los vaivenes que sufre el r¨¦gimen republicano con la crisis por que atraviesa el mundo.?
?La civilizaci¨®n a que nosotros pertenecemos est¨¢ en crisis, a punto de quebrar. ?Y qu¨¦ hace Espa?a en esta situaci¨®n? Esta quiebra, esta crisis, azota lo mismo a los pueblos tomados en su entidad pol¨ªtica total, que a cada uno de los hombres del mundo civilizado.?
Estos p¨¢rrafos hablan de Espa?a con la pasi¨®n y el cari?o que ¨¦l siempre tuvo por su patria.
Pero a¨²n hay hechos m¨¢s fehacientes de su espa?olismo. En los sucesos de Catalu?a, donde ¨¦l se encontraba, en la ciudad de Barcelona, desconociendo lo que se tramaba, sus enemigos lo denunciaron como conspirador de la sublevaci¨®n de la Generalidad.
En las declaraciones de Aza?a, ante la Comisi¨®n de Suplicatorios del Congreso, que presid¨ªa Gull¨®n, dec¨ªa, entre otras cosas, lo que manifest¨® ante el pueblo catal¨¢n, cuando se aprob¨® el Estatuto de Autonom¨ªa que defendi¨® ¨¦l mismo con gran ardor, ante el Congreso, en el a?o 1932:
?Se?ores catalanes: todos los resquemores y disputas y hostilidades que hab¨ªa entre Catalu?a y el resto de Espa?a tengo la satisfacci¨®n de creer que con esta ley del Estatuto van a desaparecer, y que esta ley va a satisfacer a los catalanistas en una gran parte de sus pretensiones de autonom¨ªa. Y al resto de Espa?a, y al resto de los espa?oles, les he dicho, con una convicci¨®n que me sal¨ªa del alma: los catalanes, justamente quejosos por la pol¨ªtica que yo he considerado siempre equivocada, se reconcilian con el resto de Espa?a en virtud de que se atiende a sus aspiraciones auton¨®micas, y la Rep¨²blica, votando autonom¨ªas en Catalu?a y en otras regiones de Espa?a, termina con la enemiga y la hostilidad entre unos y otros grupos espa?oles, situaci¨®n que ha sido siempre perniciosa y que nadie ha sabido resolver.?
?Ha habido alg¨²n pol¨ªtico que se llame de izquierdas que hable tan claro de Espa?a? Manuel Aza?a fue un hombre bueno, humano, que parec¨ªa serio porque no era adulador y le molestaban los ?tontos?, aunque fueran ?¨²tiles?.
Su humanidad la demostr¨® en la guerra ?incivil?, cuando su ¨²nica preocupaci¨®n era los que est¨¢bamos en los frentes donde, seg¨²n frase suya, ?estaba lo ¨²nico que merec¨ªa la pena de aquel caos?; y para terminar voy a contar una an¨¦cdota de la ¨²nica ocasi¨®n que tuve el honor de estar con ¨¦l:
Despu¨¦s de la ca¨ªda de Asturias, en la que mi padre fue el ¨²ltimo jefe del Ej¨¦rcito de la Rep¨²blica, el coronel Prada, a nuestra llegada a Valencia, despu¨¦s de pasar por Francia, el presidente quiso que le informara personalmente de lo acaecido, antes de tomar el mando del ej¨¦rcito de Andaluc¨ªa, donde fue destinado, y nos invit¨® a comer en la residencia presidencial.
Despu¨¦s de reunirse ellos solos, y a la salida del palacio de Benicarl¨®, donde tuvo la gentileza de acompa?ar a mi padre hasta la puerta, le dijo: ?Coronel, le tengo envidia al verle con sus dos hijos combatiendo por la Rep¨²blica.?
Esta frase me hace pensar, ahora que tengo hijos, si Aza?a no sentir¨ªa pena por no dejar descendencia directa.
Lo que s¨ª pueden tener todos la seguridad es que muchos espa?oles de buena fe estamos con ¨¦l en su ideario.
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