La reina Juliana de Holanda visita a su familia en Madrid
La reina Juliana de Holanda lleg¨® ayer a Madrid y estar¨¢ cuatro d¨ªas en Espa?a, pa¨ªs que visita por primera vez. Ella y su marido, el pr¨ªncipe Bernardo, que hab¨ªa llegado anteayer, aprovechar¨¢n su estancia privada para participar en una cacer¨ªa y para visitar a su familia. Del matrimonio es hija la princesa Irene de Borb¨®n, esposa del dirigente carlista Carlos Hugo de Borb¨®n. Hace dos a?os, la soberana holandesa estuvo unas horas en Sevilla mientras hac¨ªa una escala t¨¦cnica el avi¨®n que la llevaba en viaje oficial a Senegal.
La primera visita a Espa?a de la reina de los holandeses tiene una inmediata significaci¨®n pol¨ªtica, aunque el viaje de la soberana es absolutamente privado. Juliana de Holanda siempre se neg¨® a viajar a Espa?a mientras Franco estuvo en el poder. La expulsi¨®n de su yerno de este pa¨ªs la reafirm¨® en su actitud. En medios diplom¨¢ticos y pol¨ªticos se ha asegurado que esta estancia familiar de la soberana de los holandeses abre el camino para una mejora de las relaciones oficiales entre ambos pa¨ªses. Existe la posibilidad de que a ra¨ªz de este viaje se produzca otro de car¨¢cter oficial, e incluso se estima que los Reyes de Espa?a podr¨ªan ser invitados a visitar Holanda en el pr¨®ximo mes de marzo. En el aeropuerto de Barajas, adonde lleg¨® ayer con notable retraso, por culpa de la niebla, que impidi¨® el aterrizaje, estaban esperando a la reina Juliana personalidades relacionadas con la casa real espa?ola.La pertinaz negativa de la reina holandesa a venir a Espa?a fue condicionado por su, en cierto modo, activa participaci¨®n en la lucha por la democratizaci¨®n de este pa¨ªs. Ella fue la que encabez¨®, a principio de los a?os sesenta, un llamamiento internacional en favor de los presos pol¨ªticos que viv¨ªan en las c¨¢rceles franquistas.
Dentro y fuera de su pa¨ªs, la reina Juliana es una figura popularla que muchas veces se la retrat como un ama de casa que pasea e bicicleta. Esta popularidad fue la que, en 1976, la enfrent¨® con ¨¦xito al pueblo holand¨¦s, conmocionado entonces por el esc¨¢ndalo que el pr¨ªncipe consorte hab¨ªa protagonizado al recibir comisiones ?legales de la compa?¨ªa Lockheed, de construcciones aeron¨¢uticas. El pr¨ªncipe Bernardo tuvo que dimitir de todos sus cargos, desde los que ejerc¨ªa un poder notablemente mayor que el propio de la corona holandesa, que s¨®lo puede aconsejar a su Gobierno. La oferta de abdicaci¨®n de la soberana, sin embargo, fue desestimada en todos los sectores parlamentarios y. salvo una propuesta de los laboristas para acabar con la monarqu¨ªa e instaurar una rep¨²blica en el pa¨ªs, a partir de 1976 la popularidad de la reina Juliana, que ocupa su cargo desde 1948, fue en aumento. Ella misma tuvo oportunidad de apreciarlo, porque en cuanto se supieron las noticias sobre el veredicto condenatorio de la conducta de su marido, las puertas de la casa real en Utrecht empezaron a llenarse de flores en homenaje a la reina.
A ra¨ªz de aquella crisis, la revista norteamericana Time public¨® un perfil en el que se defin¨ªa muy bien el car¨¢cter de esta mujer, que para aquella publicaci¨®n es ?m¨¢s una madre que una soberana?. La reina Juliana, en efecto, hace sus propias compras en viejas tiendas de peque?os pueblos, ?en los que los habitantes se esfuerzan por aparentar?, dec¨ªa el Time, ?que ella no es nadie especial?. Y, en realidad, ella no lo quiere ser. Por eso una vez se confundi¨® con una caravana de 15.000 ciclistas que recorrieron, bajo un calor impresionante y en un clima de competici¨®n, un buen n¨²mero de kil¨®metros de suelo holand¨¦s.
La suya no es s¨®lo la figura de una madre de setenta a?os, porque esa sea la imagen que los holandeses tienen de su reina. Lo es tambi¨¦n porque, en efecto, es una madre de cuatro hijas, a las que visita y cuida. En Madrid, por ejemplo, la reina asumir¨¢ su papel de abuela con los nietos que le han dado Irene y Carlos Hugo, en cuya casa vivir¨¢ en la capital de Espa?a.
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