Signos favorables en el poder municipal
SEGURAMENTE, UNA de las razones de que las instituciones democr¨¢ticas no sean reconocidas por un sector de los ciudadanos como la materializaci¨®n de sus propios poderes y el veh¨ªculo de sus necesidades y deseos es la excesiva distancia que separa a veces las decisiones pol¨ªticas de sus efectos tangibles para cada individuo.Tras las elecciones de abril de 1979 se abri¨® un comp¨¢s de espera para comprobar la capacidad de los nuevos ayuntamientos de izquierda para transformar las condiciones de existencia cotidiana en las deshumanizadas, neurotizantes e insalubres grandes capitales del pa¨ªs. Probablemente las expectativas creadas por la campa?a electoral de los socialistas y comunistas fueron desmesuradas, tanto por los risue?os paisajes, coloreados de sus carteles como por las seguridades dadas de que la escoba m¨¢gica de la ?honradez y eficacia? har¨ªa p¨²blicas las irregularidades y abusos de anteriores per¨ªodos. Bien sea porque no fueran reales no pudieran ser documentalmente probados o no resultaran pol¨ªticamente rentables de explotar, lo cierto es que esos presuntos esc¨¢ndalos no han sido aireados y los ayuntamientos democr¨¢ticos han asumido con continuidad la herencia del pasado, limit¨¢ndose a cuchichear acerca de las telara?as y basuras descubiertas. En cualquier caso, los partidos de izquierda habr¨¢n podido comprobar que las simplificaciones que se profieren en la oposici¨®n no pueden sostenerse luego en el poder.
Los ayuntamientos de izquierda pueden esgrimir en su descargo las dificultades financieras arrastradas de anteriores ¨¦pocas y las escasas facilidades que han encontrado en algunos cuerpos administrativos municipales, tanto para informarse debidamente de los asuntos pendientes como para instrumentar nuevas l¨ªneas de acci¨®n. Tambi¨¦n es cierto que el principio constitucional de respeto de los derechos adquiridos, que sentenciaba por anticipado contenciosos como el de La Vaguada, y el marco legislativo y pol¨ªtico m¨¢s general, establecido por el Congreso y por el Gobierno, limitan sus posibilidades de maniobra y su capacidad para modificar situaciones y establecer estrategias innovadoras. Sin embargo, esos evidentes condicionamientos no disculpan el desaprovechamiento de oportunidades reales para mejorar la vida ciudadana, la imprevisi¨®n de algunos acontecimientos (como la asfixiante contaminaci¨®n del pasado diciembre) o la in¨²til utilizaci¨®n de los plenos municipales para votar acuerdos cuyo ¨¢mbito apropiado son las Cortes Generales o incluso la Asamblea de las Naciones Unidas. Tampoco la pasi¨®n por reformar el callejero o la fren¨¦tica apuesta en favor de unas autonom¨ªas m¨¢s bien abstractas, con olvido o menosprecio de las muy tangibles y concretas responsabilidades de poder de la gesti¨®n municipal, ha contribuido a que la izquierda socialista y comunista recapacite, fuera del Pa¨ªs Vasco y de Catalu?a, hasta qu¨¦ punto se juega sus posibilidades de futuro y de respeto del electorado en su experiencia municipal.
Por eso mismo, la apuesta realizada por el Ayuntamiento de Madrid para regular el tr¨¢fico en el centro de la capital, seg¨²n el plan ensayado en las pasadas Navidades y proyectado con car¨¢cter definitivo para la primavera pr¨®xima, merece, cuando menos, el elogio de que trata de dar una valiente respuesta a un desaf¨ªo urgente, aun afrontando los riegos de la impopularidad y el peligro de un fracaso. Porque los graves problemas de esta casi imposible ciudad, que llegan al paroxismo precisamente en su circulaci¨®n rodada, s¨®lo se pueden acometer con imaginaci¨®n y audacia. La iniciativa navide?a, dicho sea en honor de los se?ores Barrionuevo y Palac¨ªn, acredita esa capacidad para asumir riesgos y tomar iniciativas, sin la cual Madrid quedar¨ªa condenada a la lenta asfixia y el progresivo colapso.
La pol¨¦mica decisi¨®n de municipalizar los transportes perif¨¦ricos, pese a que va a implicar para el ya hipotecado Ayuntamiento madrile?o un aumento de su d¨¦ficit, tambi¨¦n muestra que las autoridades de la plaza de la Villa empiezan a abandonar su autocomplacencia, para tratar de dar soluciones al rompecabezas de los transportes colectivos en Madrid. La coordinaci¨®n de la EMT, la red de Metro y los transportes perif¨¦ricos pueden hacer m¨¢s r¨¢pidos y c¨®modos los desplazamientos de nuestros vecinos. Y si los taxistas, principales beneficiarios del proyecto del cierre del centro de Madrid a los autom¨®viles privados, se empe?an en seguir aplicando con su huelga la ley del embudo a las necesidades del servicio p¨²blico que desempe?an, el Ayuntamiento estar¨¢ justificado para reforzar la red de transportes colectivos en el casco viejo y demostrar que tampoco esos veh¨ªculos son imprescindibles para los ciudadanos.
Queremos pensar, y de hecho pensamos, que estos son ejemplos de que el nuevo poder municipal comienza a hacerse eco de los problemas reales de las ciudades. Es cierto que un gran trecho queda todav¨ªa por andar, pero tambi¨¦n es verdad que la desilusi¨®n inicial puede ser corregida si nuestros ediles se esfuerzan en esta direcci¨®n y abandonan la man¨ªa de dedicar lo mejor de su tiempo a la cr¨ªtica del pasado o al contrapeso (?) te¨®rico de su situaci¨®n minoritaria en el Congreso.
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