Picasso y el Naranjito
Entre Picasso y el Naranjito, don Manuel Clavero-Ar¨¦valo ha dimitido. Es el primer ministro que le dimite a Su¨¢rez. A Franco tardaron cuarenta a?os en dimitirle. Y a Arias Navarro, cuarenta y ocho horas: P¨ªo Cabanillas y Barrera de Irimo; un par con un par cada uno de ellos.El se?or Clavero-Ar¨¦valo ten¨ªa un no s¨¦ qu¨¦, un algo de Sol¨ªs Ruiz de la democracia, una cosa andaluza y cacique que queda bulbuciendo. Y no me hagan precisar m¨¢s porque el parecido entre ambos no es f¨ªsico, realista, si no espiritual y remoreno. Lo que hay entre ellos no es una met¨¢fora petrarquista, sino ya una met¨¢fora vaga, simbolista, como muy sabiamente explicar¨ªa (y quiz¨¢ lo ha explicado estos d¨ªas por la tele) el poeta y acad¨¦mico Carlos Bouso?o. Del parentesco simbolista con Sol¨ªs, a Clavero le hab¨ªa nacido un hijo espurio y redicho, el Naranjito, un sobrino horterilla como de la televisi¨®n pionera y franquista del paseo de La Habana.
Luego, a medida que los andaluces le ganaban la guerra en Andaluc¨ªa y Giscard le ganaba la guerra en Par¨ªs, con las grandes muestras de Picasso y Dal¨ª, Clavero-Ar¨¦valo ha empezado a comprar picassos a la remanguill¨¦, a la rebati?a y la revolti?a, a la revolera, como quien compra bonos del Estado, patentes de ministro de culto, de picassiano, de rojo. Demasiado tarde, forastero. El salto del Naranjito al Bodeg¨®n con torso y paleta es un salto mortal en que don Manuel ha perdido por el aire de su vuelo la cartera de ministro, y, ya sin cartera, le ha presentado a Su¨¢rez la flor de su dimisi¨®n, sac¨¢ndose del billetero el alma de nardo del ¨¢rabe espa?ol.
Pero ah¨ª queda ese Ministerio, entre Picasso y el Naranjito, entre la Espa?a del visaje y la pingaleta subversivos y la Espa?a de la pelota loca y la naranja devaluada. Anoche me llamaron en seguida de Mundo Obrero (la Historia me confirma como portavoz, para gloria del ayer delator y hoy ministro que no s¨®lo se anuncia a s¨ª mismo en televisi¨®n, sino que ahora se anunciar¨¢ a s¨ª mismo y anunciar¨¢ sus libros y fasc¨ªculos en su televisi¨®n: un ministro de Franco. te lo prometo, tron, no se lo montaba mejor, o sea):
-Que a ver qu¨¦ piensas t¨² del nuevo ministro don Ricardo de la Cierva.
Les puse un tigre en el motor de Mundo Obrero, m¨¢s que nada por no quedarme yo sin el gato, pero ahora a solas pienso que el Ministerio de Cultura y la cultura espa?ola ha quedado as¨ª; entre Picasso y el Naranjito, entre el Mundial/82 y la recaudaci¨®n ¨ªntegra de media Espa?a, que huy¨® de la otra media. Como historiador, el nuevo ministro de la cosa ha estado siempre m¨¢s cerca del Naranjito que del Guernica, m¨¢s cerca del reduccionismo c¨ªtrico y no c¨ªtrico de la Historia de Espa?a, m¨¢s cerca del Real Madrid y el sol que m¨¢s calienta las naranjas exportables que de la Espa?a bombardeada de Picasso, la cultura /contracultura de nuestro tiempo y el documento no archivable del citado Guernica, que va a venir un d¨ªa de Nueva York a remo, como vela de su propio balandro.
Manuel Halc¨®n me env¨ªa su ¨²ltimo libro de cuentos, entre los cuales hay uno muy fino sobre el pintor Constable, Inglaterra recupera sus pintores como puede y Francia se apropia los extranjeros, como siempre, sobre todo los espa?oles. Espa?a, inagotable y ub¨¦rrima, ha parido un ni?o cl¨®nico, un ni?o-probeta, un ni?o in vitro, el univitelino Naranjito, gernelo de todos los logotipos de los refrescos de anilina. Las abortistas/divorcistas se manifestaban anoche en Vallecas bajo la nieve, y el ¨²nico ni?o espa?ol que nunca debi¨® nacer, Naranjito, un engendro entre Ogino y Estudios Moro de provincias, se lo monta ya de subnormal, entre el Rastrillo y los ni?os-privados-de-ambiente-familiar. Ni el velazque?o bobo de Coria se ajunta con ¨¦l.
Ricardo de la Cierva, la m¨¢s intensa vocaci¨®n ministerial de nuestro tiempo, habr¨¢ de optar, en su pol¨ªtica cultural, entre Picasso y el Naranjito, entre el fasc¨ªculo y Tu?¨®n de Lara, entre la Real Academia, que no tiene un duro (me lo dice Buero, su tesorero) y el Mundial/82, denunciado aqu¨ª por S¨¢nchez Ferlosio. Entre ser el autogiro triunfalista de UCD o sentar la cabeza.
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