La aplicaci¨®n del Estatuto vasco
EL ESTATUTO de Guernica, aunque elaborado por una coalici¨®n de parlamentarios en la que participaron representantes socialistas, centristas y de Euskadiko Ezkerra del Pa¨ªs Vasco, fue prioritariamente el resultado de la negociaci¨®n y el fruto del acuerdo entre el Gobierno, presidido por el se?or Su¨¢rez, y el Partido Nacionalista Vasco, dirigido por el se?or Garaikoetxea. El notable protagonismo del PNV en la aprobaci¨®n de la autonom¨ªa vasca fue consecuencia, a la vez, de su condici¨®n de fuerza hegem¨®nica en Euskadi y de la resuelta apuesta de Su¨¢rez en su favor como interlocutor v¨¢lido.Sin este precedente, la nota del Euskadi Buru Batzar anunciando la retirada temporal de las Cortes Generales de los parlamentarios del PNV y una especie de huelga de celo en el funcionamiento corporativo del Consejo General Vasco podr¨ªa interpretarse ¨²nicamente como una de las ?espantadas? con las que amenazan, de cuando en cuando, algunos grupos de la oposici¨®n. Se trata, sin embargo, de una decisi¨®n de mayor y m¨¢s grave alcance, precisamente por el papel que juega el PNV en Euskadi.
Las razones dadas por el organismo supremo del PNV para justificar su determinaci¨®n no parecen inventadas, con independencia de que sean o no convincentes. En ese sentido, posee considerable fuerza su protesta ante el retraso de las transferencias, administrativas al Consejo General Vasco y la resistencia gubernamental a considerarlo como el Gobierno provisional de Euskadi. Tambi¨¦n resultan leg¨ªtimas sus inquietudes sobre las proyectadas leyes de polic¨ªas y de financiaci¨®n de las comunidades aut¨®nomas. de seguridad ciudadana y de autonom¨ªa universitaria, todav¨ªa no aprobadas por el Congreso, y merecen atenci¨®n. aunque no necesariamente apoyo, sus reparos al Estatuto de los Trabajadores, ya sancionado por la C¨¢mara baja. pero pendiente de discusi¨®n en el Senado. Resulta m¨¢s dif¨ªcil, en cambio, aceptar que la ley del Consejo General del Poder Judicial, ya promulgada, y la ley de regulaci¨®n de las distintas modalidades de refer¨¦ndum, a punto de ser publicada en el BOE, puedan ser contestadas en pie de igualdad con otros textos que, al ser s¨®lo proyectos resultan negociables y modificables.
En cualquier caso, todas esas discrepancias puntuales son situadas en una l¨ªnea de continuidad y cargadas de sentido por el temor y el recelo del PNV a que sean pasos calculados de una estrategia global del Gobierno para hacer una interpretaci¨®n restrictiva del Estatuto de Guernica.
Cuando el Euskadi Buru Batzar expresa su temor a que el Gobierno pueda ?desvirtuar el esp¨ªritu y el aut¨¦ntico alcance de las negociaciones que hicieron posible? el Estatuto de Guernica, no hace m¨¢s que generalizar, tal vez indebidamente, una experiencia hist¨®rica. Y cuando los dirigentes del PNV se declaran obligados ?a ser leales con nuestros interlocutores en el Gobierno y en Parlamento?, resulta l¨®gica su sim¨¦trica pretensi¨®n de ?exigir id¨¦ntica lealtad? a la otra parte. Parece justo decir que, si bien se puede discrepar -y nosotros discrepamos abundantemente- de los principios del PNV -suficientemente ambiguos a veces-, forzoso resulta reconocer que sus dirigentes han mostrado una ins¨®lita firmeza en defenderlos. La nota del Euskadi Buru Baizar apunta tambi¨¦n los catastr¨®ficos efectos que implicar¨ªa para su opci¨®n pol¨ªtica que el Gobierno y su mayor¨ªa parlamentaria convirtieran la autonom¨ªa vasca en una comedia y asignaran al PNV el papel de marido enga?ado en la trama. Los nacionalistas recuerdan en su documento que fueron ellos quienes convencieron al pueblo vasco de que elEstatuto de Guernica es ?una buena norma auton¨®mica?. Es l¨®gico que ahora ternan que una interpretaci¨®n restrictiva de su contenido por el Parlamento y el eventual incumplimiento por el Gobierno de acuerdos reservados o secretos vuelvan contra el PNV al electorado y lo encaucen por el camino de ruptura y apoyo a la violencia que propugna Herri Bat¨²una.
Dicho todo esto, no es posible obviar, sin embargo, en el comentario la probabilidad, apuntada desde otros sectores pol¨ªticos y rechazada por el P`NV, de que nos encontremos tambi¨¦n ante una maniobra electoral. Y no es posible tampoco evitar la censura de un hecho que no deber¨ªa producirse, pues el abandono, aun temporal, de las tareas parlamentarias puede ser interpretado por otros grupos pol¨ªticos como un chantaje o una presi¨®n y enconar las posibilidades de arreglo en el Pa¨ªs Vasco. El PNV debe volver a las Cortes cuanto antes y no empe?arse en justificar un hecho que no se compadece con el respeto a. la instituci¨®n parlamentaria. Y, al mismo tiempo, deben desaparecer las causas reales y descubrir cu¨¢les sean las inventadas de semejante y lamentable decisi¨®n.
Lo mismo cabe decir sobre su inhibici¨®nen las tareas del Consejo General Vasco. Lo recortado de sus actuales atribuciones no es raz¨®n suficiente para adoptar una actitud que puede ser interpretada por los electores como una dejaci¨®n de responsabilidades. Antes bien, debe ser motivo y acicate para lograr, a trav¨¦s del trabajo pol¨ªtico adecuado, la instrumentaci¨®n de la autonom¨ªa vasca.
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