Navarra: ?confusiones o mentiras?
LA DISCUSION sobre los mecanismos jur¨ªdico-constitucionales que deber¨¢n aplicarse para la eventual integraci¨®n de Navarra en la comunidad aut¨®noma vasca constituye, al parecer, el verdadero n¨²cleo del enfrentamiento del PNV con el Gobierno. La disputa se complica por el hecho de que los l¨ªderes vascos que negociaron en el palacio de la Moncloa el Estatuto de Guernica, y que se jugaron gran prte de su capital pol¨ªtico al aceptar ese texto y recomendar el voto afirmativo en el refer¨¦ndum del 25 de octubre, se consideran burlados por el Gobierno y le acusan de incumplir la palabra dada.Las contrapuestas interpretaciones versan sobre el segundo refer¨¦ndum, que s¨®lo llegar¨ªa a celebrarse en el supuesto de que el primero, en el que intervendr¨ªan s¨®lo los navarros, despu¨¦s de que el Parlamento Foral se hubiera manifestado previamente en pro de esta opci¨®n, arrojara un resultado favorable al ingreso de Navarra en Euskadi. As¨ª, pues, no resulta admisible decir que las tesis del PNV nieguen a los navarros en el derecho a decidir solos y por su cuenta sobre su entrada en Euskadi, cuesti¨®n que ser¨¢ resuelta en un primer refer¨¦ndum limitado exclusivamente a esa provincia. Ocurre. sin embargo, que algunos de los adversarios de la integraci¨®n de Navarra en Euskadi est¨¢n contribuyendo a aumentar la confusi¨®n en un terreno ya de por si abonado. Porque hasta tanto que el Parlamento Foral no resuelva por mayor¨ªa la entrada de Navarra en la comunidad vasca. el pueblo navarro no ratifique en un primer refer¨¦ndum esa decisi¨®n, no puede celebrarse ese segundo refer¨¦ndum, cuya verdadera naturaleza est¨¢ dando tantos quebraderos de cabeza.
El nudo de la discusi¨®n entre el Gobierno y el PNV es la forma en que deber¨ªa celebrarse ese segundo refer¨¦ndum, en el que participar¨¢n necesariamente los ciudadanos de las cuatro provincias afectadas por las indispensables modificaciones del Estatuto a que obligar¨ªa la entrada de Navarra en la comunidad aut¨®noma de Euskadi. El Estatuto de Guernica prev¨¦, en su art¨ªculo 47, el refer¨¦ndum del conjunto de los territorios afectados para pronunciarse sobre ese texto reformado. Pero ?cu¨¢l es la forma correcta de realizar el c¨®mputo de los votos emitidos en las distintas provincias? Para los nacionalistas vascos el procedimiento ser¨ªa sumar los votos afirmativos y negativos en sendas columnas con independencia del origen provincial de unos y de otros, de forma tal que el resultado global en el conjunto de los territorios afectados vincular¨ªa a todos los habitantes de esa Euskadi ampliada, aunque el resultado parcial en una provincia fuera de signo inverso. Seg¨²n esta interpretaci¨®n, el Estatuto reformado, aprobado por la mayor¨ªa de los votos emitidos en las cuatro provincias, obligar¨ªa incluso a la hipot¨¦tica provincia -que podr¨ªa ser Navarra, pero tambi¨¦n ?lava, Guip¨²zcoa o Vizcaya- donde esa mayor¨ªa afirmativa no se hubiera producido.
La interpretaci¨®n del PNV est¨¢ apoyada por el sentido com¨²n y el sentido pol¨ªtico, bastante m¨¢s asociados entre s¨ª de lo que los profesionales del poder tienden a pensar. El segundo refer¨¦ndum no est¨¢ ideado para decidir o confirmar la entrada de Navarra en Euskadi, asunto va resuelto por el primer refer¨¦ndum, sino para aprobar o rechazar una reforma del Estatuto de Guernica despu¨¦s de cumplir otros requisitos ?que deber¨¢n incluir, en todo caso, la aprobaci¨®n por el ¨®rgano foral competente y la aprobaci¨®n mediante ley org¨¢nica por las Cortes Generales?. La idea de que el segundo refer¨¦ndum es una especie de segunda vuelta electoral para decidir sobre la incorporaci¨®n de Navarra a Euskadi resulta dif¨ªcil de ser tomada en consideraci¨®n.
La posici¨®n del Gobierno, sin embargo, es negar que la expresi¨®n el conjunto de los territorios afectados implique un c¨®mputo global de los votos emitidos en el segundo refer¨¦ndum. Tras semanas de silencios y ambig¨¹edades, su apoyo a la ley org¨¢nica sobre Regulaci¨®n de las Distintas Modalidades del Refer¨¦ndum, aprobada ya en el Congreso y en el Senado, y la consagraci¨®n en el articulado de esa norma del principio de que la circunscripci¨®n ser¨¢ siempre la provincia. abre el camino a una interpretac¨ª¨®n seg¨²n la cual el refer¨¦ndum de reforma del Estatuto de Guernica, aunque aprobado por el c¨®mputo global de los votos de las cuatro provincias afectadas, no vincular¨ªa a la provincia donde los resultados no fueran tambi¨¦n afirmativos. He aqu¨ª c¨®mo, sorprendentemente, el Gobierno viene en apoyo de la tesis sostenida por Herri Batasuna, aunque no por el PNV, de que la Constituci¨®n espa?ola carece de legitimidad en aquellas provincias vascas -circunscripciones electorales a efectos de registro de los sufragios- donde los votos afirmativos no superaron a los noes y a la abstenci¨®n activa propugnada por los nacionalistas en aquella ocasi¨®n.
Pero no se trata s¨®lo de diferencias doctrinales. El PNV asegura que el Gobierno, en las negociaciones previas a la aprobaci¨®n del Estatuto, en el tenso mes de julio de 1979, le dio garant¨ªas de que apoyar¨ªa su interpretaci¨®n. En favor de la versi¨®n del partido de Garaikoetxea est¨¢, al parecer, el propio texto del Estatuto. ?Por qu¨¦ se utiliz¨® una f¨®rmula tan inusual como el conjunto de los territorios afectados si no se deseaba abrir una v¨ªa interpretativa que permitiera una alteraci¨®n del procedimiento establecido en el art¨ªculo 151 de la Constituci¨®n? Pero tambi¨¦n existen otras pruebas que implican una certeza moral. ?No fue acaso desautorizado por su propio partido el diputado de UCD por Navarra Pegenaute, al exponer, en v¨ªsperas de la ratificaci¨®n por las Cortes del Estatuto de Guernica, una tesis sustancialmente parecida a la que ahora defiende el Gobierno? ?Fue en aquella ocasi¨®n inoportuno el diputado navarro, que termin¨® por renunciar a su esca?o y a su militancia, o result¨® oportunista la desautorizaci¨®n de la que fue objeto?
El Gobierno ha dado un rotundo ment¨ªs a la existencia de ese acuerdo secreto entre el Gobierno y el PNV, pero el PNV ha declarado que los pactos existen.
En cualquier caso, el conflicto entre las interpretaciones pol¨ªticas y las interpretaciones jur¨ªdicas tendr¨ªa soluci¨®n si de verdad existiera el prop¨®sito de buscarla. Por ejemplo, que el primer refer¨¦ndum, aquel en el que los navarros decidan sobre su entrada en Euskadi, incluya tambi¨¦n, como cuesti¨®n a responder afirmativa o negativamente, la aceptaci¨®n del c¨®mputo global de los votos del conjunto de los territorios afectados para el segundo refer¨¦ndum, en el que los ciudadanos de las cuatro provincias tendr¨¢n que pronunciarse sobre la reforma del Estatuto de Guernica. Pero parece que nos hallamos m¨¢s frente a una punta de fuerza de ambos lados que frente a una resoluci¨®n dialogada y civilizada del conflicto.
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