La causa vasca
Hace ya unos d¨ªas le¨ª en la prensa que alg¨²n partido, no recuerdo exactamente cu¨¢l, sin duda en un ataque de vesania, se refer¨ªa a mi persona calific¨¢ndome de traidor a la causa vasca. Todo es posible. No lo s¨¦. Pero, dolido por el desbarro, reflexion¨¦ sobre qu¨¦ era para m¨ª la causa vasca. Fruto de pensamientos solitarios son estas consideraciones, que, l¨®gicamente, tienen un car¨¢cter de introspecci¨®n personal en cuanto a su contenido.Me siento vasco, pero solamente hasta el l¨ªmite en el que me siento hombre sin m¨¢s, al igual que los otros hombres que viven, trabajan, aman y mueren, por ah¨ª, por el mundo, y por otros pueblos de Espa?a. Mi patria comienza en Euskadi y termina en ninguna parte, porque en mi vida, en mis capacidades afectivas e intelectuales, caben tambi¨¦n otros pueblos, muchos, a los que amo y siento como al m¨ªo propio, y son tambi¨¦n mi patria sin fronteras. Cuando se superan las fronteras en la solidaridad de los pueblos, en las mentes de los hombres no existe la necesidad de la independencia, que, en el fondo, siempre entra?a miedo a convivir con otros.
No me enfervorecen las banderas, que, en cuanto se usan, se convierten en eso, en banderas; ni los himnos que enardecen a los pueblos tanto para las causas m¨¢s nobles como para las m¨¢s deleznables; ni los m¨¢rtires, que los hay, y muchos, pero que cuando son de verdad permanecen en el anonimato; ni las tradiciones, porque, salvo alguna excepci¨®n, son aburridas; ni los territorios hist¨®ricos, por que no conozco ning¨²n territorio que no sea hist¨®rico; ni los fueros, no por nada, sino porque son viejos, pertenecen al pasado, y los pueblos deben caminar hacia adelante construyendo, d¨ªa a d¨ªa, su propia historia, sin la nostalgia permanente de revivir el pasado, que fue, pero que no es posible, al cabo de los siglos, resucitar con las arrugas frescas.
No me agrada, en absoluto, que este pueblo tenga que contar siempre con presos en las c¨¢rceles, produciendose esa extra?a simbiosis ideol¨®gica de guerras y amnist¨ªa al un¨ªsono, no sabiendo uno exactamente si es que estamos en guerra o estamos en amnist¨ªa. O si tenemos que hacer guerra para poder solicitar despu¨¦s amnist¨ªa. O si nuestra amnist¨ªa es la guerra, porque en medio de nuestras incapacidades necesitamos tener presos para demostrar que existimos. Queridos compatriotas: que yo sepa, ahora las guerras producen dolor, muertes, miserias, presos y c¨¢rceles. Y las amnist¨ªas se producen, que yo sepa tambi¨¦n, cuando se pone t¨¦rmino a la guerra, que es lo que habr¨ªa que hacer si fu¨¦ramos un pa¨ªs cuerdo.
Me indigna la muerte, estoy aburrido de la muerte. No soporto m¨¢s que en este pueblo se mate como se mata. La muerte es contrarrevolucionaria en s¨ª misma. S¨®lo quien defiende la vida como valor supremo del hombre y la libertad, podr¨¢ transformar la vida misma de todo un pueblo. ?C¨®mo poder creer que los que matan con la frialdad de los desalmados puedan crear una nueva vida en Euskadi? ?Y si pudieran? No. Muchas gracias. Han matado ustedes demasiado como para que la limpieza en los hombres y en los objetivos que debe presidir toda transformaci¨®n social pueda ser posible en ustedes. Me ha correspondido en suerte vivir con cierta frecuencia la muerte de cerca, como para haber aprendido que el entorno que deja a su paso es peor que la muerte misma. Y si hay vascos orgullosos de s¨ª mismos, yo siento verg¨¹enza de lo que est¨¢ ocurriendo en mi pueblo. Desear¨ªa no tener que volverme a encontrar con ese dolor que se ahoga en el sollozo, limpio y gravemente tr¨¢gico al mismo tiempo, de un ni?o ante su padre asesinado. Desear¨ªa no tener que encontrarme a m¨¢s viudas, con la rabia incontenida en los ojos quebrados por la muerte, cuando, de pronto, te arrancan, sin posibilidad ni siquiera de protestar, con la violencia extrema de lo irrecuperable, algo que era ¨ªntimamente tuyo, y que el v¨¦rtigo de una metralleta convierte en recuerdo para siempre. Luchar¨¦ en Euskadi contra la muerte hasta mi muerte misma. No por nada. S¨®lo por decencia con la vida.
A veces me pregunto si este pueblo, que tanto ha sufrido, sabe vivir sin sufrir, o si, por el contrario, el sufrimiento no se ha convertido en algo consustancial a nuestro ser, sin el cual todav¨ªa no ha aprendido a existir. ?Por qu¨¦ ser vasco tiene que ser algo siempre tan traum¨¢tico? ?Por qu¨¦ este pueblo no aprende a resolver sus problemas con calma, con paciencia, sin sangre, con esp¨ªritu abierto y negociador, sin agresividad? ?Por qu¨¦ nuestros m¨¢s insignes pol¨ªticos alardean siempre de volver de Madrid ?con las manos vac¨ªas?, como si volver con las manos vac¨ªas fuera un ¨¦xito del cual se pudiera alardear o fuera condici¨®n necesaria para pasar a la historia de Euskadi?
?Por qu¨¦ siempre, llorosos e incomprendidos, amenazan con el abandono o abandonan las instituciones democr¨¢ticas, como viene de hacerlo el PNV? El Parlamento, ¨²nica garant¨ªa de la d¨¦bil democracia espa?ola, no es el Gobierno ni la UCID, es otra cosa m¨¢s respetable. El CGV no es un instrumento de guerra con Madrid, para bien o para mal; por el momento, es el ¨²nico ¨®rgano com¨²n de ?gobierno? en Euskadi. Mal ejemplo el del partido mayoritario de Euskadi, que se aproxima en sus actitudes a, Herri Batasuna.
Y, mientras tanto, ?qui¨¦n se ocupa de nuestros males, de la crisis econ¨®mica, de nuestra industria en bancarrota, del paro, de los 50.000 j¨®venes que no encuentran trabajo, de la delincuencia que aumenta alarmantemente, del terrorismo, del impuesto revolucionario, de la sanidad, etc¨¦tera? Casi nadie. Nosotros no tenemos la culpa de que este pa¨ªs se est¨¦ hundiendo irremisiblemente. Nosotros somos buenos y santos y estamos limpios de todo pecado. La culpa de todos nuestros males la tienen los de fuera, esos se?ores de Madrid que no nos entienden. Nosotros lo hacemos todo bien, pero no tenemos competencias. ?Por qu¨¦ nos autoenga?amos tanto?
Esta no es mi causa vasca. Ni la independencia, ni las banderas, ni los himnos, ni los fueros, ni las v¨ªctimas del terrorismo y del impuesto revolucionario, ni las discriminaciones, ni la intolerancia y la agresividad, ni la insolidaridad con Espa?a y sus instituciones democr¨¢ticas, ni el autoenga?o complaciente y fatuo, ni el silencio ante el gangsterismo son mi causa vasca. Lo siento. El fin supremo de la lucha del socialismo democr¨¢tico es la consecuenci¨®n del estado de la libertad, superador de la intolerancia, de la injusticia, de las desigualdades econ¨®micas, culturales y sociales, de las discriminaciones, de las alienaciones y de la primac¨ªa de los intereses privados sobre los colectivos, hasta conseguir que el hombre, en su corta existencia, sea libre en el seno de una sociedad solidaria y no esclavo de una sociedad deshumanizada.
Conseguir el estado de la libertad para Euskadi es por lo que trabajamos los socialistas, tarea que nos parece m¨¢s importante, sin duda, sea dicho respetuosamente, que las permanentes jeremiadas y guerras que mantenemos con Madrid. La libertad empieza por el respeto a la vida. Me preocupa m¨¢s la libertad de Euskadi que la lucha por la transferencia de competencias, que con calma y habilidad las conseguiremos, sin duda. Me preocupan m¨¢s los 100.000 hombres y mujeres que no encuentran trabajo en nuestro pueblo, que, en este momento, Navarra. Es m¨¢s importante que los ciudadanos accedan al euskera por cari?o hacia una lengua que por imposiciones absurdas. Creo en la nueva Espa?a y me siento absolutamente solidario y comprometido con el dif¨ªcil proceso por el que atraviesa de consolidaci¨®n definitiva de la democracia y de transformaci¨®n en el estado de las autonom¨ªas, experiencia esta ¨²nica en el mundo con estas caracter¨ªsticas, y que vale m¨¢s la pena vivirla colaborando para que no se rompa que desentendi¨¦ndose del proceso, porque si ¨¦ste se quiebra, con ¨¦l caer¨¢ tambi¨¦n la autonom¨ªa vasca. Creo en la Constituci¨®n que este pueblo dice haber rechazado, porque es una de las m¨¢s progresistas de Europa, porque en ella ha tenido cabida un Estatuto como el de Guernica. Quiero alegr¨ªa para mi pueblo. No un rosario de desgraciado dolor y frustraciones. Tengo a orgullo el haber negociado directamente la preautonom¨ªa, el haber dado los primeros pasos reivindicativos de la polic¨ªa aut¨®noma y el haber colaborado en la consecuci¨®n del Estatuto de Autonom¨ªa.
?Cu¨¢l es la traici¨®n de la que me acusa ese determinado partido?
Despu¨¦s de las reflexiones que anteceden, la respuesta es muy sencilla. La traici¨®n es no pensar como ellos.
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