La educaci¨®n espa?ola en el exterior / 2
La agitaci¨®n de la vida espa?ola en los ¨²ltimos a?os y la crisis por la que atraviesa nuestro sistema educativo, con frecuentes perturbaciones de la vida universitaria y escolar, hacen pasar a un segundo plano los problemas educativos de cientos de miles de emigrantes espa?oles residentes en Am¨¦rica y Europa, principalmente. Sin embargo, su situaci¨®n a ese respecto es mucho m¨¢s precaria y necesitada de ayuda que la de quienes residen en el ¨¢mbito nacional, por las serias dificultades que les plantea el medio en que se desenvuelve su vida y por las consecuencias que en el plano afectivo y cultural tiene el alejamiento de la patria.Con una simplificaci¨®n impuesta por la brevedad forzosa de un art¨ªculo, se puede considerar la existencia de necesidades educativas y culturales distintas en los dos grandes grupos de emigrantes antes citados: por una parte, los instalados en pa¨ªses americanos de nuestra ¨¢rea ling¨¹¨ªstica; por otro lado, los que m¨¢s cercanos f¨ªsicamente a Espa?a viven en un medio donde el idioma y las formas peculiares de vida difieren de las que han sido las propias de ellos.
La acci¨®n educativa espa?ola en relaci¨®n con los emigrantes residentes en tierras americanas ha sido pr¨¢cticamente nula y especialmente precaria si se compara con la realizada por otras naciones. Se pueden encontrar liceos franceses, D la red de centros de la alianza francesa en muchas ciudades desde M¨¦xico hasta el extremo sur del continente americano, as¨ª como instituciones educativas norteamericanas, inglesas o alemanas en no pocos lugares, pero es extremadamente dif¨ªcil localizar un centro de ense?anza espa?ol. Si recientemente se destac¨® en la prensa la creaci¨®n de un Centro de Educaci¨®n Media en Bogot¨¢, fue por lo ins¨®lito del caso. Ese vac¨ªo no se cubre por el hecho de que un n¨²mero importante de religiosos espa?oles ejerza la docencia en aquellos pa¨ªses, puesto que las instituciones educativas en las que act¨²an son centros sujetos a normas de las naciones en que est¨¢: instalados.
Se han desaprovechado la posibilidades, potencialmente tan importantes, que ofrec¨ªan las entidades creadas y sostenidas por iniciativa y el esfuerzo de los emigrantes espa?oles. Cuando se conocen las admirables realizaciones, asistenciales, sociales y culturales, que han llevado a cabo, y siguen desarrollando en mucho pa¨ªses los centros gallegos, asturianos, vascos, aragoneses y de otra regiones, se advierte que hubiera sido muy f¨¢cil, con limitados re cursos oficiales, establecer una re( de centros educativos que a su propia labor informativa asociaran L de la proyecci¨®n cultural espa?ola
Nuevas soluciones
Hoy, sin descartar esas necesidades y esa obra, deber¨ªa reflexionarse sobre otras posibilidades di acci¨®n que imponen determinadas circunstancias, entre ellas la considerable disminuci¨®n del flujo de emigrantes espa?oles y al propio tiempo, la venida a Espa?a de numerosos estudiantes hispano americanos. Entre las medidas posibles deber¨ªa rebasarse la mera convalidaci¨®n de los estudios que tan prolija y complicada tramitaci¨®n tiene para tratar de conseguir un mayor acercamiento, sin mengua de las soberan¨ªas nacionales de las estructuras y contenidos de determinados ciclos educativos Iniciativas como la del bachillerato iberoamericano, la revisi¨®n rec¨ªproca de los textos de historia, los intercambios de profesores y alumnos, los convenios de ayuda rec¨ªproca entre universidades) otros centros docentes o de investigaci¨®n fortalecer¨ªan los lazos entre aquellos pa¨ªses que tanto tienen de com¨²n en el orden cultural y de los que tantos beneficios pueden desprenderse para el mutuo desarrollo cient¨ªfico y para la afirmaci¨®n, en un mundo conflictivo y dividido en bloques, de una comunidad de naciones tan pr¨®xima e sus ideales humanistas y tan rica potencialmente en recursos de toda ¨ªndole.
Estos afanes requieren amplitud de visi¨®n, capacidad de imaginaci¨®n y generosidad sin reservas, comenzando por nuestra propia casa, habr¨ªa que desechar ciertos planteamientos mezquinos, cuando no indignantes, surgidos e ciertos medios que se traducen e la resistencia cuando no en hostil dad al ejercicio profesional de nacionales de pa¨ªses fraternales nuestros, cuya fraternidad ha quedado plenamente acreditada en la acogida que siempre dispensaran nuestros compatriotas al otro lado del Atl¨¢ntico.
Los problemas del emigrante espa?ol en pa¨ªses europeos son d otra ¨ªndole. Dejo a un lado el problema social y humano, dram¨¢tico, y triste casi siempre, que supone toda emigraci¨®n, para ce?irme algunos de los aspectos estricta mente educativos, con plena con ciencia de que ¨¦stos, por s¨ª solos, no pueden sino reducir en peque?a parte el doloroso impacto que su pone el trasplante a medios en lo que la adaptaci¨®n plantea dificultades muy considerables. En esta ocasi¨®n me referir¨¦ principalmente al emigrante ni?o, no al joven o a adulto, y a los problemas que plantea su educaci¨®n y adaptaci¨®n
Entre las dos modalidades principales de educaci¨®n regular que si pueden ofrecer al ni?o emigrante -asistencia a las escuelas del pa¨ªs receptor o asistencia a escuelas di r¨¦gimen espa?ol- parece preferible la primera. Sin embargo habr¨ªa que aunar las dos. La primera modalidad se justifica por que la inserci¨®n en el medio escolar del pa¨ªs receptor constituye un, fase indispensable para la inserci¨®n social y para evitar los riesgos de una marginaci¨®n que ser¨ªa mayor si se asistiera a centros exclusivamente espa?oles. La complementariedad de una acci¨®n educativa espa?ola es tambi¨¦n im.perativa para asegurar, entre otras condiciones, el dominio de la lengua propia en su doble sentido de lengua materna y de respeto a la propia identidad cultural. La complejidad de esas situaciones y de los problemas psico-pedag¨®gicos que plantea es muy profunda y extremadamente delicada. Si la escuela para ni?os emigrantes -que adem¨¢s son emigrantes de culturas muy diversas: norteafricanos, yugoslavos, italianos, espa?oles, portugueses, etc¨¦tera- ha de hacer frente al generalizado sentimiento de inferioridad vivido por los hijos de emigrantes, y debe asentarse sobre la base de la integraci¨®n cultural. Es decir, que no Jebe valorarse una cultura en detrimento de otra. Frente a la antinomia de dos culturas, la escuela tiene que ser capaz de crear in lugar de di¨¢logo intercultural que preserve las especificidades culturales de cada una de ellas, reconociendo la igual dignidad de todas. Algunas escuelas francesas han realizado ya experiencias interesantes a ese respecto: parte le la jornada escolar se dedica a la narraci¨®n, por los propios ni?os, de tradiciones, costumbres, fiestas, vida familiar, etc¨¦tera, de sus respectivos pa¨ªses. De no actuar con esos objetivos, la instituci¨®n escolar se puede convertir en un factor que acent¨²e la crisis de la identidad cultural y, por tanto, de frustraci¨®n individual.
Las consecuencias que de todo ello se derivan para la educaci¨®n de os hijos de emigrantes son muy diversas. Por hoy, me limito a anotar res de ellas: la necesidad de consagrar mayores esfuerzos a la preparaci¨®n especializada de los profesores extranjeros y espa?oles que han de educar a los hijos de nuestros emigrantes; la urgencia le establecer servicios bien dotados a cargos de psic¨®logos escolares , la imperiosa exigencia de crear clases de recuperaci¨®n y adaptaci¨®n para los ni?os necesitados de ambas acciones.
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