La imagen del Ej¨¦rcito
En este largo, demasiado largo, per¨ªodo de transici¨®n pol¨ªtica, ninguna instituci¨®n ha sufrido tan fuertes sacudidas como la militar. Cada vez que uno de sus miembros ha sido asesinado, que un general ha hecho declaraciones poco optimistas cara al futuro, que se han hecho p¨²blicos arrestos de jefes u oficiales, o que se han efectuado relevos en destinos importantes, la opini¨®n p¨²blica tangible -la que se desprende de los medios de comunicaci¨®n social- se ha estremecido. Las interpretaciones rocambolescas de los hechos permanecen en c¨ªrculos cerrados para saltar, algunas veces, a ser dominio p¨²blico por la magia de la letra impresa. De nada sirven las explicaciones oficiales ni las informaciones que despu¨¦s dan una versi¨®n m¨¢s acorde con la realidad, las Salas de Banderas se presentan como lugares siniestros en donde la conspiraci¨®n es un hecho normal. Una pregunta queda siempre en el aire: ?Qu¨¦ estar¨¢n tramando los militares?Hemos tratado de buscar la causa profunda de este fen¨®meno, algo que nos pueda dar la clave de este vaiv¨¦n emocional en donde la raz¨®n s¨®lo es utilizada para buscar en la mara?a de sucesos diarios aquello que pudiera justificar las posturas aprior¨ªsticas que se adoptan desde todos los sectores. Partiendo de esta evidencia, vamos a realizar un an¨¢lisis de c¨®mo es percibido el Ej¨¦rcito por los distintos grupos de opini¨®n. Este hecho, nunca o pocas veces manifestado, es el primer paso para buscar una base de comprensi¨®n, siempre y cuando exista predisposici¨®n para abandonar esquemas obsoletos. Tambi¨¦n hay que tener presente que todo esto tiene una repercusi¨®n en la profesi¨®n militarque sufre, y sufre tanto m¨¢s cuanto m¨¢s callada est¨¢.
El Ej¨¦rcito como factor desencadenante de la guerra
Una idea decimon¨®nica llegada hasta nuestros d¨ªas ve en los ej¨¦rcitos el motivo desencadenante de los conflictos b¨¦licos. Nos dicen que si suprimimos los ej¨¦rcitos no habr¨¢ posibilidad de guerra. El simplismo de esta argumentaci¨®n fundamenta toda una serie de teor¨ªas que cristalizan en movimientos que adoptan r¨®tulos tales como ?Defensa popular no violenta?, ?Combate no violento? u otros en los que aparece la palabra ?Paz ? para encubrir un antimilitarismo apenas disimulado. Aqu¨ª podemos encontrar argumentos de Gandhi de los evangelios, de cualquier Libro Blanco sobre la Defensa, del discurso de un pol¨ªtico sobre el desarme o de las palabras de un general de este u otro ej¨¦rcito. Todo ello bien tejido conduce a lo que de antemano ya sab¨ªamos: los ej¨¦rcitos son el origen de las guerras, existe una alternativa no violenta que puede solucionar las diferencias que surjan entre los pueblos. Este grupo, poco numeroso. si vale la pena rese?arle es por su capacidad de transferir ideas que suenan bien. As¨ª es f¨¢cil encontrarlas en boca de aquellos que tienen la responsabilidad y el mando supremo de los ej¨¦rcitos m¨¢s poderosos del mundo. Con este marco referencial, cualquier conflicto que surja teniendo como protagonista un militar es f¨¢cilmente reinterpretado para aportar una prueba m¨¢s a lo que vienen diciendo.
Existe otro grupo, mucho m¨¢s numeroso, que ve en el Ej¨¦rcito el principal obst¨¢culo para llevar a cabo sus planteamientos pol¨ªticos. Aqu¨ª hay que hacer unas divisiones para encuadrar cada uno de los sutigrupos dentro de este gran marco que nos puede explicar lo que a veces se llama ?extra?as coincidencias?.
En primer lugar hay que citar aquellos movimientos que a trav¨¦s de las v¨ªas constitucionales, ni a corto, medio o largo plazo tienen una opci¨®n de poder. Unos est¨¢n en la legalidad y act¨²an con los medios propagand¨ªsticos que la sociedad dispone; no tienen representaci¨®n parlamentaria y s¨®lo un escaso n¨²mero de votantes. Cara a la opini¨®n p¨²blica, son los que se muestran m¨¢s activos y no dudan en asumir, impulsar e instrumentalizar movimientos reivindicativos en el interior de los cuarteles. El art¨ªculo 30 de la Constituci¨®n lo interpretan al hilo de los acontecimiento, sin preocuparse, lo m¨¢s m¨ªnimo de las contradicciones en las que puedan entrar. Ven al Ej¨¦rcito como responsable, en gran parte, de sus fracasos electorales; penetrar en sus estructuras desde la base ser¨ªa una prueba de fuerza y de eficacia revolucionaria. Los que act¨²an desde la clandestinidad de forma violenta, los ataques al Ej¨¦rcito s¨®lo tienen sentido en tanto en cuanto significan una prueba de fuerza frente al poder, ya que saben que la capacidad de reacci¨®n de las Fuerzas Armadas est¨¢ condicionada por el estamento pol¨ªtico. Presentar una imagen hostil del militar ser¨¢ una tarea que luego redundar¨¢ en que se acept , e con menos recelo cualquier asesinato.
1 Cuando se tiene una opci¨®n de poder o, por lo menos, de participaci¨®n en el poder a trav¨¦s de coaliciones o alianzas, las estrategias cambian. Primero hay que crear un clima de entendimiento y confianza: el objetivo principal es eliminar un posible veto cara a una futura acci¨®n de Gobierno. Hay que buscar v¨ªas de penetraci¨®n, a ser posible dentro de las jerarqu¨ªas, pero si una vez conseguidas se ven rechazadas por su entorno profesional, hay que abandonarlas a su propia suerte. El ¨¦xito se considerara alcanzado cuando se consiga, en el peor de los casos, la tolerancia. Ahora, lo que se considera tarea primordial es impulsar cuantos mecanismos de control legales se puedan establecer e influir en la marginaci¨®n de aquellos elementos hostiles que puedan interponerse a sus fines. Otra tarea tambi¨¦n importante es fomentar unos servicios de informaci¨®n controlados pol¨ªticamente, a los cuales siempre ser¨¢ posible tener acceso. Cuando ocurren hechos como los de estos d¨ªas ser¨¢ el momento de reclamar ambas cosas.
El Ej¨¦rcito como rival para ocupar el poder
Otro grupo tambi¨¦n numeroso es el que, a grandes rasgos, mejor se identifica con los principios que inspiran la profesi¨®n militar. Aqu¨ª deber¨ªa de darse una simbiosis que luego en el terreno pragm¨¢tico dista mucho de existir. Los franceses, que viven todav¨ªa las secuelas del bonapartismo, son los que m¨¢s han estudiado este tema. Para Harlou, Senechal y otros se trata de un problema de celos, es decir, de rivalidad para ocupar el poder. As¨ª, sin nadie propon¨¦rselo, llegan a extra?as coincidencias con el grupo anteriormente se?alado en cuanto a buscar los mecanismos legales de control a que antes alud¨ªamos. En esta extra?a pugna, siempre presente y nunca confesada, todo parece girar en torno a la jerarquizaci¨®n de poderes y a la distribuci¨®n de competencias. El Ej¨¦rcito ha dependido y depende del ejecutivo, y ning¨²n militar lo ha discutido. Si avatares hist¨®ricos colocan un profesional de las Fuerzas Armadas en el poder, esta idea, si cabe, sale robustecida. Cuando surge un rumor en el sentido de que se va a producir un golpe de Estado, este grupo, l¨®gicamente, es el m¨¢s sensible. Si est¨¢ en la oposici¨®n, las cosas cambian: el Ej¨¦rcito puede ser un camino c¨®modo para ocupar el palacio presidencial.
Este grupo reducido es muy utilizado por los anteriores para mostrarlo como prueba de sus preocupaciones, no tendr¨ªa ninguna incidencia a no ser por la publicidad que se le da. Ven en el Ej¨¦rcito el ¨²ltimo reducto de los valores de una civilizaci¨®n que se extingue. La militarizaci¨®n del poder y de la vida ciudadana es la ¨²nica esperanza para salir de la situaci¨®n ca¨®tica en la que se vive. Ven el orden como principio fundamental de la convivencia ciudadana.
Todos los comentarios motiva-dos por los acontecimientos de estos d¨ªas pasados y aurt la recomposici¨®n de hechos que se han ido haciendo encuentran una l¨®gica respuesta dentro de los marcos referenciales que hemos expuesto.
Cabr¨ªa ahora preguntarse qu¨¦ tienen que decir a todo esto los militares. Desde mi personal ¨®ptica, pienso que una profesi¨®n debe de juzgarse a trav¨¦s de los principios deontol¨®gicos que la informan. Tratar de instrumentalizar una imagen de conveniencias es algo que no se debe de hacer. Pero mucho m¨¢s grave es el tener una sensaci¨®n de impotencia para comunicarse con el resto de la sociedad: cualquier cosa que se diga puede ser interpretada de muy diversas formas y esto invita a estarse callado. Quiz¨¢ sea ¨¦sta una de las causas del ya tradicional hermetismo de los ej¨¦rcitos.
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